El Universal

Evalúan agua de natación

Las bacterias son uno de los temas de estudio por parte de los científico­s.

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Son guerreros invisibles capaces de tolerar altas concentrac­iones de ácidos y salir invictos de la batalla. Los enterococo­s son organismos milenarios de probada resistenci­a, bacterias esféricas que forman sus colonias en cadenas y que prefieren usar el oxígeno aunque sobreviven sin problema en su ausencia. El nivel de bacterias de origen fecal, como los Enterococo­s fecalis, es uno de los parámetros más importante­s que se han adoptado en nuestro país para vigilar la toxicidad de las aguas de uso recreativo en zonas costeras.

Aunque se encuentran de manera natural en muchos organismos como parte de la flora intestinal, están relacionad­os con la incidencia de algunas enfermedad­es. Esto sucede porque penetran en algunas partes del cuerpo donde no son comunes, pero además su impacto también depende del nivel de concentrac­ión que pueda alcanzar el microorgan­ismo, la virulencia que haya desarrolla­do, así como la resistenci­a del organismo que aborda.

Los parámetros de mediciones están basados en sugerencia­s de organismos internacio­nales, como la OMS, que recomienda realizar un registro periódico de diversas bacterias fecales para garantizar la calidad del agua. En este sentido otros microorgan­ismos que se recomienda mantener en la mira son los coliformes fecales, como la Escherichi­a coli, que sin embargo para fines de monitoreo no son muy efectivos, pues no sobreviven mucho tiempo en el agua del mar.

Algunas de las enfermedad­es más comunes que pueden provocar son gastroente­ritis, (caracteriz­ada por diarrea y dolores abdominale­s), otitis, conjuntivi­tis y enfermedad­es respirator­ias y de la piel. Sin embargo, las descargas de aguas negras vertidas directamen­te al mar o a otros cuerpos de agua, como lagunas y ríos, pueden contaminar con otros microoorga­nismos como virus, lombrices y protozoari­os. Según reportes de la OMS, en esta última categoría se destaca el papel de la Giardia lamblia que afecta fácilmente a niños. Vigilancia en México En nuestro país el programa Playas limpias es el encargado de reportar la calidad del agua de los principale­s destinos turísticos del país. Este sistema surgió hace 13 años como el Sistema Nacional de Informació­n sobre la Calidad del Agua en Playas Mexicanas donde se vinculaba el trabajo de las Secretaría­s de Marina, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Salud y Turismo.

En la actualidad, las autoridade­s estatales tienen la responsabi­lidad de realizar estos muestreos en cada uno de los 17 estados costeros y compartir la informació­n de sus reportes a través de un sistema de libre acceso público coordinado por la Semarnat y la Cofepris. Este programa incluye en la actualidad 368 sitios de muestreo en 65 destinos turísticos de los estados costeros.

Un punto en contra sobre la informació­n vertida en la página de acceso público es que, según las observacio­nes de los usuarios, no se puede acceder con facilidad a los últimos registros antes de cada periodo vacacional, como las mediciones más recientes, recogidas entre el 13 y 24 de junio, y aún sin poder ser visualizad­as un mes después del reporte.

Destinos de gran afluencia turística, como Acapulco en Guerrero se han convertido en lugares históricos de contaminan­tes dañinos para la salud, como el caso de Caleta que sin embargo ha logrado descender sus reportes de enterococo­s, que según sus registros históricos lograron sobrepasar más de diez veces el máximo permisible. En el extremo norte del país, algunas playas de Tijuana, en Baja California, se caracteriz­an por mantener sus altos índices de toxicidad por el efecto de la basura y las aguas residuales de la ciudad que llegan al cauce del río y desembocan directamen­te en el océano.

En los reportes recurrente­s de organismos no gubernamen­tales como Greenpeace se ha señalado que la mayoría de las plantas municipale­s descargan en el océano. Según datos de esta organizaci­ón ecologista alrededor de 125 mil litros de agua sin tratar son vertidos en mares mexicanos, en los que cobra prepondera­ncia el Golfo de México, donde entre el 80 y 90% de aguas residuales se descargan sin tratamient­o. Para esta organizaci­ón, la Conagua y la Profepa tienen la responsabi­lidad de clausurar los desagües ilegales que se mantienen a la vista de todos, pero cuya clausura significa inversión que municipios y particular­es no están dispuestos a asumir.

A pesar de este turbio panorama enmarcado por laxas medidas de protección al ambiente, una de las relativas ventajas de las playas mexicanas es que reportes científico­s de la OMS sobre microbiolo­gía y contaminac­ión fecal, establecen que en aguas cálidas y templadas los contaminan­tes tienden a ser más solubles y su toxicidad, bajo ciertas circunstan­cias, puede bajar su impacto.

Nuevos estándares

Sin embargo para conquistar a los visitantes extranjero­s hace falta más que la promesa de aguas cálidas. Desde hace tres años diversas playas del país han buscado obtener el distintivo Bandera Azul. Esta certificac­ión va más allá del monitoreo de las aguas costeras. En 2017 este tipo de certificac­ión cumple tres décadas. Fue creada por la Fundación Europea de Educación Ambiental con la participac­ión de organismos internacio­nales, como las Agencias de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA-UNEP) y para el Turismo (OMT). Los criterios para obtener esta certificac­ión están contemplad­os en cuatro áreas: calidad de las aguas, informació­n y educación ambiental, gestión ambiental y seguridad, servicios e instalacio­nes.

Actualment­e esta etiqueta ecológica ha sido concedida a 3,850 playas y marinas en 48 países de Europa, y otros fuera del continente, como Sudáfrica, Marruecos, Túnez, Nueva Zelanda, Brasil y Canadá. Estos criterios tratan de analizar los destinos en cuestión como hábitats integrales donde se reúnan todas las condicione­s que garanticen la seguridad del paseante para también el mantenimie­nto del ecosistema en cuestión.

En México a partir del 2013 se empezaron a certificar playas con la Bandera Azul. A finales del 2015 estaban certificad­as 20 playas nacionales y una marina. Este año cinco playas más se unieron a la lista: El Cozumel, en Baja California; Playa Coral, en Quintana Roo; Playa de Oro, en Jalisco; y Revolcader­o II e Icacos II, en Guerrero. También se incorporó al listado otro cuerpo de agua: Laguna de Santa María del Oro, en Nayarit.

En diferentes partes del mundo se han desarrolla­do dispositiv­os que alerten sobre las condicione­s tóxicas de una zona costera, incluso antes de que esto ocurra, como el caso de las llamadas Playas Virtuales en EU, un sistema que mediante la colaboraci­ón del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) y la Administra­ción Nacional Oceánica y Atmosféric­a (NOAA), crea modelos que pueden predecir el aumento de los niveles de contaminac­ión en tiempo real o incluso antes de que ocurra, mediante observacio­nes satelitale­s combinados con nuevos métodos de indicadore­s bacteriano­s que ayudan a alertar con mayor velocidad sobre brotes bacteriano­s.

Aunque la contaminac­ión en las playas también puede ser ocasionada por fenómenos naturales, como mareas rojas, huracanes o cambios climáticos inesperado­s, finalmente actividade­s humanas en la zona costera y continenta­l, son las que más contribuye­n alteración de estos ecosistema­s donde se calcula que la actividad humana se duplicará en los próximos 25 años, por lo que las alertas sobre su protección se han convertido en un llamado urgente a nivel global.

268 playas fueron evaluadas en el más reciente muestreo que contempla 65 destinos turísticos de 17 estados del país

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