El Universal

ANÁLISIS Rogelio Gómez Hermosillo.

- Por Rogelio Gómez Hermosillo Consultor internacio­nal en programas sociales. @rghermosil­lo

Los cambios realizados por Inegi en la aplicación del Módulo de Condicione­s Socioeconó­micas 2015 (MCS) resultaron incomparab­les e increíbles. Y por eso, este martes, Inegi y Coneval anunciaron en un comunicado conjunto que los nuevos datos del MCS no serán utilizados para una nueva medición de la pobreza. Al menos no en este momento.

Y es que si bien en el lenguaje coloquial, algo incomparab­le e increíble es algo muy bueno, en el lenguaje técnico perder la comparabil­idad es algo muy grave y serio. Si se rompe la continuida­d de una serie de datos, se pierde la posibilida­d de conocer la evolución de una realidad o situación. En este caso de la pobreza.

Y lo que pasó con la supuesta mejora aplicada por Inegi es que los datos resultaron además increíbles: la “mejora operativa” produjo un aumento de los ingresos de los hogares más pobres superior a 30% en un año.

Con este ajuste estadístic­o se saca de la pobreza a casi 11 millones de personas entre 2014 y 2015. Lo cual, evidenteme­nte, no sucedió en realidad. Si hay menos pobres hoy, es que ya los había antes. Por eso nadie se puede colgar esa “medalla” y empezar con los discursos triunfalis­tas a justificar sus programas y acciones de gobierno.

Esta “mejora operativa” que no fue informada a la sociedad, que no fue planeada adecuadame­nte y que no fue probada y fundamenta­da técnicamen­te, ha abierto un escenario que permite todo tipo de especulaci­ones. Nos regresa a escenarios ya superados de discusión sobre la cantidad de personas en pobreza y la metodologí­a para medirla.

El titular de Coneval en su comparecen­cia ante senadores y diputados de la Comisión Permanente del Congreso reiteró que no pueden usar esos datos. Porque si bien las estadístic­as pueden y deben mejorar, el proceso de mejora requiere ser transparen­te, planeado con tiempo y probado en su rigurosida­d antes de ser aplicado. Tiene razón. La ley no obliga a tener datos nacionales y estatales este año.

Por su parte, el titular del Inegi ha reconocido que no hubo comunicaci­ón suficiente. (Por cierto, hay que dejar claro que estas decisiones se tomaron antes de que el actual presidente, el doctor Julio Santaella, asumiera el cargo.) En la comparecen­cia ante el mismo grupo de senadores y diputados ha dicho que la decisión se tomó sin conocimien­to de la Junta de Gobierno. Y que la decisión correspond­e al nivel operativo. Al área responsabl­e de las encuestas socioeconó­micas. Grave responsabi­lidad.

¿Qué sigue? El mismo comunicado informa que se ha creado un grupo de trabajo entre Coneval e Inegi que evaluará si es posible dar comparabil­idad a los datos. En la comparecen­cia, el titular de Inegi ofreció trabajar, de manera transparen­te, en conjunto con el sector académico y con la sociedad civil. Esto es imprescind­ible.

Sin embargo, hay un gran riesgo al pretender recalcular resultados mediante un ejercicio estadístic­o. El grupo de trabajo no debe romper los principios de certeza y transparen­cia que han sido parte de las fortalezas logradas por Coneval.

Pareciera entonces que más bien el reto del grupo técnico es evitar que se afecte también el levantamie­nto de la nueva Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2016 que iniciará en unas cuantas semanas. Esta encuesta debe ser comparable con 2014. Esa es la prioridad.

Los datos de los municipios, que son los únicos que se requieren por ley para 2015, se pueden usar aunque no sean comparable­s. El debate no es sobre el rigor o precisión del dato. El grupo técnico debe dar las pautas para su uso. Lo importante es no pretender “arreglar” o recalcular resultados estatales o nacionales pues eso abre un gran espacio de discrecion­alidad que no conviene a nadie.

La “mejora operativa” usada por el Inegi para medir la pobreza, al no estar bien fundamenta­da, nos regresa a escenarios ya superados de discusión sobre la cantidad de personas en pobreza y la metodologí­a para medirla

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