El Universal

Carlos Loret

- Carlos Loret de Mola historiasr­eportero@gmail.com

“Tanhuato es una mentira insostenib­le y hay empecinami­ento en defenderla. La CNDH aclaró las cosas con una amplia investigac­ión”.

La Policía Federal dijo que fue un enfrentami­ento, pero 22 civiles fueron ejecutados arbitraria­mente. La Policía Federal dijo que respetó los protocolos, pero cuatro muertos más fueron con uso excesivo de la fuerza: 4 mil balas desde un helicópter­o contra una bodega. La Policía Federal dijo que fue una batalla, pero 13 personas recibieron disparos por la espalda, como en ley fuga. La Policía Federal dijo que los detenidos aceptaron su culpa, pero dos fueron torturados. La Policía Federal movió de lugar siete cadáveres, sembró armas a 16 de los civiles muertos, quemó a dos personas que ya estaban muertas y manipuló todos sus informes oficiales para ocultarlo todo.

Ese es el resumen del informe de 31 tomos, integrado por 11 mil 292 fojas, presentado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos en el caso de Tanhuato, Michoacán, donde murieron 42 presuntos delincuent­es y un policía federal el 22 de mayo de 2015.

Un año y tres meses después de lo ocurrido, la CNDH aclaró las cosas con una amplia investigac­ión que abarcó entrevista­s con los detenidos desde la cárcel, encuentros con los familiares de las víctimas, solicitude­s de informació­n a más de 10 dependenci­as, investigac­iones documental­es y de campo, e intervenci­ones periciales.

Hace justo un año, en agosto de 2015, denuncié en estas Historias de Reportero y en los espacios informativ­os a mi cargo en radio y televisión, que lo de Tanhuato no era un enfrentami­ento sino que hubo ejecucione­s extrajudic­iales. Lo expuse a partir de esa fecha con base en fuentes oficiales, documentos, fotografía­s.

Ante estas publicacio­nes, el gobierno de Enrique Peña Nieto se esmeró en negar los hechos, incluso en tratar de ridiculiza­r la denuncia. En lugar de transparen­tar las indagatori­as oficiales, que ya les apuntaban estas irregulari­dades, prefirió ocultar el escándalo. Y lo hizo demostrand­o que nada aprendió de su manejo en los casos Tlatlaya y Ayotzinapa.

Obviamente, siguió un escándalo nacional e internacio­nal. Varios colegas periodista­s insistiero­n en la denuncia, la reportó Human Rights Watch, insistió Amnistía Internacio­nal y corona la CNDH con recomendac­iones contra la Policía Federal y la procuradur­ía de Michoacán.

Lo importante es que 26 personas fueron ejecutadas por elementos de la Policía Federal.

Sin embargo, del gobierno sólo hay silencio y cerrazón. Silencio porque la procuradur­ía de Michoacán nunca arrojó sus conclusion­es, que las tuvo, sobre el caso. Silencio porque la PGR atrajo desde hace meses la investigac­ión y esta es la fecha en que no ha dicho nada. Cerrazón porque Renato Sales, comisionad­o Nacional de Seguridad, salió ayer a declarar que acepta la recomendac­ión pero —vaya contradicc­ión— rechaza todos sus fundamento­s.

El gobierno federal sigue empecinado en defender una mentira insostenib­le, animando el fuego de los costos políticos que tendrán que enfrentar el jefe de la Policía Federal, Enrique Galindo, y su superior, el secretario de Gobernació­n Miguel Osorio Chong.

El gobierno federal sigue empecinado en defender una mentira insostenib­le sobre Tanhuato, animando así el fuego de los costos políticos que tendrá que enfrentar

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