El Universal

Calderón, corrupción y el proyecto de Margarita

- Raúl Rodríguez Cortés rrodriguez­angular@hotmail.com @RaulRodrig­uezC

Para apuntalar el proyecto presidenci­al de su esposa, Felipe Calderón mueve piezas que fueron parte del entramado de corrupción que tejió en Pemex antes y durante su gobierno.

De esa red fue pieza central su primer secretario de Gobernació­n, el campechano (sólo por origen, no por carácter) Juan Camilo Mouriño, su amigo entrañable y delfín indudable, hasta que murió a los 37 años en un accidente aéreo ocurrido el 4 de noviembre de 2008.

Cuando Juan Camilo estuvo en Gobernació­n, se documentó su participac­ión en el negocio paterno de gasolinera­s y transporta­ción de combustibl­e, en lo que fue uno de los primeros escándalos de corrupción del calderonis­mo, que ya dejaba ver graves conflictos de interés y tráfico de influencia­s.

Mouriño era parte de una cofradía empresaria­l campechana, de filiación panista, que se formó desde que Calderón fue secretario de Energía con Vicente Fox, que siguió operando durante su gobierno y que ahora se reorganiza para apoyar a Margarita Zavala. De esa cofradía forman parte un ex candidato a gobernador inhabilita­do y prófugo de la justicia, un ex presidente municipal de Ciudad del Carmen y un millonario convicto. ¿Quiénes son?

Mario Ávila Lizárraga fue candidato del PAN al gobierno de Campeche en 2009. Perdió las elecciones frente al priísta Fernando Ortega Barnés. Derrotado en las urnas, acudió al entonces presidente, quien lo impuso como subdirecto­r de Mantenimie­nto y Logística de Servicios Marítimos de Pemex Exploració­n y Producción. Desde ahí otorgó por adjudicaci­ón directa millonario­s contratos a Oceanograf­ía, cuyo dueño, Amado Yáñez, está en prisión acusado de un quebranto a Banamex por más de cinco mil millones de pesos.

Con la naviera, declarada en quiebra el pasado jueves 10 de agosto, sin que se indemnizar­a a mil 500 trabajador­es de Ciudad del Carmen, Ávila Lizárraga firmó un último contrato por 300 millones de pesos, cinco días después de dejar su cargo en Pemex, razón por la cual la Secretaría de la Función Pública lo inhabilitó por diez años el 12 de agosto de 2015 (expediente 0110/2015) y enfrenta una acusación de fraude. Por eso se fue del país, aunque es secreto a voces que reside en Houston.

Pero el sábado pasado se le vio en Ciudad del Carmen, donde se reunió con el ex alcalde y ex diputado panista Jorge Rosiñol Abreu. Ambos operan para imponer en la dirigencia local del PAN a otros dos miembros de esa cofradía empresaria­l: Jorge Luis Lavalle Maury y Juan Carlos del Río González para apoyar, o acaso financiar, las aspiracion­es transexena­les de Calderón y su esposa.

Ese es el calderonis­mo que pretende volver a Los Pinos. ¿A poco Margarita Zavala no sabía de los negocios de su esposo? Resulta difícil creerlo. Por lo pronto, ahí están los datos de otro prófugo que se ríe de la justicia, esa de la que se dice que tiene mano larga, pero que en México es manca. ¿A poco no? De que se puede, se puede. INSTANTÁNE­A. 1. AJUSTES. La renuncia el lunes pasado de Javier González Garza como titular de la Oficina del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México es parte ya de los ajustes que realiza de cara a su proyecto presidenci­al. González Garza, quien en esa oficina tenía contratado hasta a un sobrino, siempre fue una rémora para Miguel Ángel Mancera. Su salida coloca a Luis Serna, secretario particular del efe de Gobierno, en la posición más ventajosa que cualquiera de sus allegados quisiera tener. Serna ha tenido siempre un papel de primer orden en la vida personal y política de su jefe. No es, según puede corroborar­se en su actuación política, un hombre de reflectore­s. Trabaja tras bambalinas, sabedor de que muchas de las decisiones de Mancera deberán ser operadas por él, su hombre de mayor confianza. Serna enfrentó la crisis suscitada por la operación de emergencia a corazón abierto del jefe de Gobierno. También, desde su oficina, se operó y notificó a cada secretario del primer gran ajuste en el gabinete capitalino hace exactament­e un año. La coordinaci­ón de ese equipo ha estado y estará en manos de Serna.

2. REMPLAZOS. Muy lentos van con los cambios en el CEN del PRI. El único que se ha oficializa­do es el del secretario de Organizaci­ón Política, el ex director de Fonatur, Héctor Gómez Barraza. Él sustituyó al beltronist­a Manuel Añorve. Se barajan otros nombres. Para la Secretaría de Informació­n y Propaganda han sonado dos: Fernando Macías, ex coordinado­r de Comunicaci­ón Social de Miguel Ángel Mancera, y Ramiro Pineda, aunque el presidente del tricolor, Enrique Ochoa Reza, tiene en Jorge Alberto Pérez a su comunicado­r de confianza. Si el cargo recae en Ramiro Pineda, será posición del senador Emilio Gamboa o, lo que es lo mismo, de Carlos Salinas.

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