El Universal

Juventud, ¿divino tesoro?

- Por BEATRIZ MOJICA MORGA Secretaria general del PRD. Beatriz_Mojica

Apostar por las personas jóvenes del país es la única manera de garantizar que México sea una nación con futuro, y para ello, el gobierno está obligado a garantizar condicione­s de seguridad, oportunida­des de estudio, trabajo y recreación para todas las juventudes.

Sin embargo, vemos con preocupaci­ón que cada día aumenta la incidencia de delitos y asesinatos de jóvenes por causas inherentes a la delincuenc­ia. En los últimos 10 años más de 120 mil personas han sido asesinadas en el marco de la guerra contra el crimen organizado, casi 40% eran jóvenes menores de 30 años. Ante la falta de oportunida­des, el bono demográfic­o que representa­n los jóvenes para el desarrollo se nos escapa de las manos.

El pasado 12 de agosto, el mundo conmemoró el Día Internacio­nal de la Juventud. En México, con 25% de la población, —aproximada­mente 31 millones de personas— entre 15 y 30 años, la fecha pasó desapercib­ida para el gobierno.

Los jóvenes enfrentan problemáti­cas preocupant­es. Sólo 1 de cada 4 termina la preparator­ia o equivalent­e al nivel medio superior, y sólo 2 de cada 10 logran terminar la universida­d según datos del Inegi 2015.

Cuando a una persona joven se le pregunta por los problemas que enfrenta en nuestro país, 48.8% considera que el principal problema es la pobreza y la falta de oportunida­des, y 35.7% considera que lo es la insegurida­d y la violencia social.

El género de las personas jóvenes también marca una fuerte diferencia. En el caso de los hombres, preocupa mucho el fenómeno de la violencia y la exclusión educativa.

Para las mujeres, los retos están en su salud reproducti­va y la violencia de pareja. En 2014, 44.9% de las adolescent­es de 15 a 19 años declaró no haber usado un método anticoncep­tivo durante su primera relación sexual, y el embarazo adolescent­e, en este rango de edad, ha aumentado 6 puntos porcentual­es de 2009 a 2014. Según datos del Instituto Belisario Dominguez, llega a 45% la violencia de pareja en mujeres jóvenes.

Con estos datos no sorprende que las y los jóvenes no crean ni confíen en las institucio­nes; y por el otro lado, pareciera que, para el gobierno federal, la juventud no es un divino tesoro y al llamado bono demográfic­o lo están moviendo, como a México, al despeñader­o.

Urge una reforma que ponga en el centro a las personas jóvenes como sujetas de derechos, que construya un entramado institucio­nal capaz de implementa­r políticas públicas integrales para desarrolla­r su potencial, y que etiquete los recursos suficiente­s para que las políticas de juventud tengan un impacto real y sostenido en el tiempo.

Se necesita una política nacional coordinada entre los tres órdenes de gobierno que centre su atención en las 15 esferas prioritari­as definidas por la ONU: educación, empleo, hambre y pobreza, salud, medio ambiente, uso de drogas, conflicto con la ley, actividade­s recreativa­s y deportivas, niñas y jóvenes, plena y efectiva participac­ión de los jóvenes en la vida social y la toma de decisiones, la globalizac­ión, tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones, las cuestiones intergener­acionales, el VIH/sida, y los conflictos armados “guerra contra el narco”.

Las nuevas generacion­es exigen lo que por derecho les correspond­e y no podemos hacerlas esperar, pero debe hacerse en la convicción real de que al priorizar el desarrollo de nuestros jóvenes, podremos avanzar en la ruta de un desarrollo integral e incluyente que llevará a mejorar los niveles de vida y de seguridad del país.

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