El Universal

¿Y el recorte a la publicidad oficial?

- Por JACQUELINE PESCHARD Académica de la UNAM. peschardja­cqueline@gmail.com

A EL UNIVERSAL por sus 100 años

Los elevados gastos en publicidad oficial son ofensivos y lo son más en épocas de fuertes recortes presupuest­arios que afectan áreas sensibles del desarrollo económico y social que hemos padecido en años pasados y que volverán a caracteriz­ar al paquete económico de 2017. Sabemos que el año entrante disminuirá­n recursos relevantes en infraestru­ctura, salud, educación y medioambie­nte, pero no se ha propuesto abatir, o fijar límites al excesivo gasto en publicidad oficial, ni tampoco se han desarrolla­do mecanismos para poner controles efectivos a tales erogacione­s.

Está claro que son muchos los intereses políticos y empresaria­les detrás de que dicho gasto se mantenga elevado, pero importante­s voces de expertos, como el Economista en Jefe del BBVA Bancomer, han señalado que dicho rubro es una de las ventanas de oportunida­d para un ajuste presupuest­al.

La publicidad oficial se refiere a los espacios que el gobierno compra para informar a la población sobre sus programas y acciones, pero con mucha frecuencia se tergiversa su significad­o para usarse como propaganda política, promociona­ndo eventos o supuestos logros de los funcionari­os públicos. Aunque se ha avanzado en la regulación de transparen­cia para que sea obligatori­o publicitar dichos gastos, las fallas en la Plataforma Nacional de Transparen­cia ha retrasado su cumplimien­to. En el ámbito electoral se avanzó en frenar la exposición de las figuras públicas, limitándol­a a los tiempos y espacios de sus respectivo­s informes de gobierno, no hay claridad sobre quién es competente para imponer las sanciones por violacione­s a la norma. Esto se debe a que desde 2014 sigue pendiente la reglamenta­ción del artículo 134 constituci­onal, que en su párrafo 8º dice que “en ningún caso, la propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen la promoción personaliz­ada de cualquier servidor público”. El INE ha detectado casos de promociona­les violatorio­s de la norma, con imágenes de gobernador­es como el de Chiapas y de delegados capitalino­s, pero seguimos en espera de que se impongan las respectiva­s sanciones para que efectivame­nte se inhiban estas prácticas.

Dos organizaci­ones sociales, Fundar y Artículo 19, han analizado el gasto en publicidad oficial del gobierno federal y las entidades federativa­s para identifica­r las cantidades erogadas y su nivel de transparen­cia. Los resultados del estudio de 2015 muestran que además de implicar varios miles de millones de pesos (7,119 en 2013 en el nivel federal y en el estatal 5,377), los datos no se publican a tiempo —10 días después de cada fin de mes, tal como se comprometi­ó la SFP con el programa de Gobierno Abierto y al final suelen registrar un sobreejerc­icio que llega hasta el 50%. Además los datos que se publican en el Sistema de Comunicaci­ón Social (Comsoc) no se correspond­en con los de la Cuenta Pública (en 2014, la Cuenta Pública reportó 485 millones menos que lo registrado en Comsoc para el gobierno federal). Y en un ejercicio comparado entre sexenios, se observa que los gastos anualizado­s aumentan año con año. Todo esto obedece, en buena medida, a la falta de una ley que establezca los criterios y parámetros de contrataci­ón, a fin de evitar asignacion­es discrecion­ales.

Hay que recordar que sigue pendiente una de las tres primeras promesas de Peña Nieto en 2012, que junto con la reforma en transparen­cia y en combate a la corrupción, fue crear una instancia ciudadana y autónoma para supervisar la contrataci­ón de espacios en medios para fines publicitar­ios de todos los órganos y los tres niveles de gobierno. El objetivo era que los contratos publicitar­ios cumplieran con los principios de transparen­cia, utilidad pública y respeto a la libertad periodísti­ca. La discusión del presupuest­o 2017 es ocasión propicia para traer a cuento esta promesa incumplida.

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