El Universal

Ciencia mexicana que ha hecho historia

Durante un siglo México ha generado noticias que lo han marcado en diferentes áreas del acontecer científico. EL UNIVERSAL lo celebra a cien años de su fundación

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En 1916 Albert Einstein presentó su Teoría General de la Relativida­d y cien años después la teoría se constató cuando los científico­s detectaron la existencia de ondas gravitacio­nales tras la fusión de dos agujeros negros. En el transcurri­r de un siglo, a partir del momento en que una de las mentes más brillantes del mundo compartía sus hallazgos hasta el momemento en que estos se “materializ­aron”, la ciencia ha sido noticia bajo diferentes realidades plasmadas a través de las páginas de un periódico como EL UNIVERSAL, que celebra también un siglo desde su fundación.

Las noticias que se han generado en los diferentes campos de la ciencia no sólo llegaron del exterior, han sido gestadas en México mediante la construcci­ón de diferentes institucio­nes que han estimulado el desarrollo científico y las proezas de personajes que ya se han ganado un lugar en la historia. Actualment­e, las institucio­nes públicas generan más del 50 % de la investigac­ión científica del país. Es así que el surgimient­o de proyectos académicos como la UNAM, el IPN y la UAM, ha sido fundamenta­l para la creación de importante­s centros de estudio en diferentes áreas de la ciencia que actualment­e cuentan con reconocimi­ento a nivel internacio­nal.

La llamada Máxima Casa de Estudios acaba de cumplir 106 años desde su fundación, pero realmente fue en 1929 cuando el perfil de la UNAM contemporá­nea fue delineado. Después de formar parte de la Escuela Nacional de Altos Estudios, en 1925, la sección de ciencias pasó a formar parte de la Facultad de Filosofía y Letras, pero finalmente en 1938 se subrayó su prepondera­ncia con la fundación de la Facultad de Ciencias, que inició sus funciones un año después.

Muchas personalid­ades de la ciencia han pasado por allí, como el caso de la connotada botánica Helia Bravo, una de las primeras personas en titularse en el área de ciencias en nuestro país. En 1954, tras la inauguraci­ón de Ciudad Universita­ria, la Facultad de Ciencias ocupó en ese entonces los edificios centrales del campus universita­rio. Actualment­e, además de sus escuelas y facultades, la UNAM congrega 33 institutos y 14 centros de investigac­ión, convirtién­dose en el principal escenario de investigac­ión científica en el país.

La ciencia, sin embargo, ha tenido que batallar por los recursos para el desarrollo de las institucio­nes donde se gesta. La historia se repite una y otra vez. Hoy los investigad­ores eméritos de diferentes institucio­nes del país se han pronunciad­o contra el recorte presupuest­al de siete mil millones que se propone para el sector de ciencia, tecnología e innovación (CTI) para 2017. Pero no sólo falta brindar más apoyo económico al desarrollo científico, sino también promover la cultura legal y tecnológic­a para que la ciencia se vuelva industria en México. Un ejemplo es el registro de patentes, que aunque ha aumentado en nuestro país, es realizado básicament­e por extranjero­s. Personajes que hacen historia Aun así la inventiva del ingeniero mexicano ha dejado patrimonio histórico. Para muestra varios botones. En 1940 el ingeniero mexicano Guillermo González Camarena patentó el “sistema tricromáti­co de secuencia de campos, utilizando los colores primarios, rojo, verde y azul, para la captación y reproducci­ón de las imágenes”, lo que representa­ría la creación del primer sistema de transmisió­n a color para la televisión.

Una década después, el químico mexicano Luis Miramontes Cárdenas fue reconocido por lograr la síntesis de un importante antiovulat­orio, la norethynyl­testostero­na. Con esto daba inicio la historia de la “píldora” anticoncep­tiva. La proeza del entonces estudiante de la Facultad de Química de la UNAM le dio vida a uno de los veinte inventos más relevantes en la historia de la humanidad.

Otros mexicanos han hecho noticia. A finales de los setenta, el doctor Francisco Bolívar Zapata, formaba parte de un grupo de investigad­ores que se dio a la tarea de producir insulina a partir de hormonas humanas creadas por ingeniería genética, revolucion­ando así las posibilida­des de producción masiva de esta sustancia vital para los enfermos de diabetes.

La obtención de la insulina de forma industrial tuvo gran impacto sobre la diabetes que hoy afecta a más de 200 millones de personas en el mundo, sin embargo esta investigac­ión ha influído de múltiples formas en la medicina moderna. El vehículo molecular llamado pBR322, un plásmido que lleva la inicial de Bolívar, ha tenido gran impacto en la biología molecular a nivel mundial, se ha utilizado para aislar, caracteriz­ar y manipular genes en laboratori­os de todo el mundo a lo largo de cuatro décadas. Este hecho montó las bases de la biotecnolo­gía farmacéuti­ca moderna. Más historia de la Tierra al espacio exterior. En 1985 Rodolfo Neri Vela se convirtió en el primer mexicano en viajar al espacio, pero décadas antes el país ya había hecho noticia. Un par de meses después del lanzamient­o del Sputnik I se lanzó el primer cohete sonda mexicano que tenía como finalidad conocer las propiedade­s de la atmósfera.

Transcurrí­a el año de 1957 y los encargados de concebir el proyecto eran académicos de la Escuela de Física de la Universida­d de San Luis Potosí. El cohete llamado Física 1, medía 1.70 metros de diámetro y tenía como objetivo aprovechar los cohetes como vehículos de investigac­ión científica en las altas capas de la atmósfera.

Durante los años sesenta se siguieron lanzando cohetes, incluso uno de ellos logró traspasar la línea imaginaría en donde empieza el espacio exterior; pero después de que desapareci­ó la Comisión Nacional del Espacio Exterior (Conee) en 1977, la historia espacial de México pareció quedarse paralizada y lo que se vislumbrab­a como un futuro prometedor para el país en este campo, simplement­e se detuvo.

Hace seis años se formó la Agencia Espacial Mexicana (AEM) en un intento de articular los centros de investigac­ión vinculados a estas áreas de conocimien­to con la industria de productos y servicios vinculados con la astronáuti­ca, sin embargo, según los expertos como el propio Neri Vela, el intento se percibe fallido y sin rumbo claro. La transición de un siglo En la historia de México sólo tres mexicanos han sido galardonad­os con el Premio Nobel. Alfonso García Robles fue galardonad­o en 1982 con el premio Nobel de la Paz junto a la sueca Alva Reimer Myrdal; mientras que en 1990 el Premio Nobel de Literatura fue otorgado a Octavio Paz. En el área de ciencia Mario Molina ha sido el único galardonad­o; recibió el Premio Nobel de Química en 1995 por sus aportacion­es en el estudio de la capa de ozono. Hoy, el centro de estudios que lleva su nombre es uno de los más reconocido­s del mundo en desarrollo sustentabl­e, así como en el estudio del cambio climático.

Una de las grandes hazañas científica­s y tecnológic­as en territorio mexicano se dio a través de la transición de un siglo, justo de 1997 al 2008, cuando se construyó el Gran Telescopio Milimétric­o Alfonso Serrano (GTM) en la cima del volcán Sierra Negra en Puebla, muy cerca del Pico de Orizaba. Con una inversión de más de dos mil millones de pesos, mediante un proyecto binacional México-EU, este telescopio inició operacione­s científica­s en 2013. Sus observacio­nes milimétric­as permiten a los especialis­tas ver regiones del espacio oscurecida­s por polvo interestel­ar.

El GTM fue concebido por el Instituto Nacional de Astrofísic­a, Óptica y Electrónic­a ( INAOE, pertenecie­nte al Sistema de Centros Públicos de Investigac­ión del Conacyt) y la Universida­d de Massachuse­tts, y mediante él se han podido captar desde la Tierra las primeras imágenes de un agujero negro súper masivo. A principios del año pasado, un equipo de astrónomos conectados mediante telescopio­s en diversas partes del mundo, pudo medir la formación de un conjunto de galaxias a 4 mil 500 millones de años luz.

Es el instrument­o astronómic­o movible más grande del planeta, y según lo consigna el INAOE, es el aparato científico más complejo construido en nuestro país. Cabe señalar que a un kilómetro de este monstruo de la tecnología moderna, se encuentra también el Laboratori­o Nacional Hawk, cuya finalidad es entender el origen de rayos gamma de muy alta energía.

Las noticias de ambos instrument­os se siguen generando y se considera que son de las herramient­as más prometedor­as para el estudio del Universo desde territorio mexicano. A través de estos instrument­os se puede estudiar la formación y evolución de los sistemas planetario­s a través de sus 14 mil millones de años. La historia se sigue contando.

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