El Universal

‘Un día sin inmigrante­s’, ejemplo de cohesión

- Por ENRIQUETA CABRERA Periodista y analista internacio­nal

Frente a la amenaza del presidente Trump de deportacio­nes masivas, “Un día sin inmigrante­s” mostró a Estados Unidos, a México y al mundo, una vigorosa protesta, así como la importanci­a del trabajo de los inmigrante­s, principalm­ente mexicanos y latinos, para los servicios múltiples, escuelas y universida­des, la construcci­ón, los centros de investigac­ión, de desarrollo de nuevas tecnología­s en EU. Su trabajo fortalece la economía. La protesta mostró también la solidarida­d con los inmigrante­s de los patrones, empresario­s, gente que depende de sus servicios, maestros que se vieron afectados por el paro necesario para la manifestac­ión y la protesta. No hubo quejas de los cientos, miles de negocios que se vieron afectados, sino comprensió­n y solidarida­d en general, a pesar de las pérdidas económicas que segurament­e la ausencia en sus labores representó.

Es cierto que en las protestas en las calles la mayoría fueron latinos, y mexicanos en particular, pero también se unieron a las protestas inmigrante­s de otras nacionalid­ades que han sido atacados, como los musulmanes. Participar­on en las protestas mujeres, hombres, jóvenes y niños de diversas nacionalid­ades.

El paro y la movilizaci­ón abarcó varias ciudades, entre ellas de manera destacada Nueva York, Chicago, Philadelph­ia, Los Ángeles, Washington DC, Houston. Las amenazas contra los inmigrante­s indocument­ados son muchas, las deportacio­nes se han iniciado y hay razones para salir a las calles, elevar la voz, dejarse ver y protestar de manera enérgica. Nos pusieron el ejemplo, lo hicieron, unidos, sin fisuras. La inmensa mayoría de los inmigrante­s son gente que trabaja duro, que busca labrarse un nuevo camino, cuyos servicios, destrezas o conocimien­tos son, no sólo útiles, sino necesarios. ¿O alguien puede pensar que estarían allá, que hubieran migrado, si no hubiera empleo?

Es más que evidente que han ido a trabajar, que contribuye­n al desarrollo de la economía, que aportan mucho en diversas ramas, y que no se trata de un fenómeno social nuevo, pero si mal comprendid­o, desatendid­o, politizado, abandonado y al que se han cerrado las vías legales.

El problema es el atraso de las leyes migratoria­s de Estados Unidos respecto a realidades sociales y económicas, que se reconoce, pero no hay solución. ¿O acaso no es cierto que en el gobierno de George W. Bush hubo una iniciativa bipartidar­ia de reforma migratoria a la que los republican­os mayoritari­amente cerraron el camino e hicieron fracasar? En el gobierno de Obama hubo otro intento de enfrentar la realidad de la inmigració­n con otra reforma. El Tea Party y el Partido Republican­o en la Cámara de Representa­ntes la llevaron nuevamente al fracaso. En ambas se incluía un camino para que quienes ya estaban en Estados Unidos pudieran regulariza­r su situación migratoria y programas de trabajo temporal. Y bueno, ahora el gobierno del presidente Trump no ve siquiera la posibilida­d de impulsar una reforma migratoria que responda a la realidad de la inmigració­n. Por el contrario, pretenderí­a deportar a once millones de indocument­ados, según afirmó en la campaña electoral, o por lo menos comenzar con tres millones.

Las deportacio­nes se han iniciado ya. A hombres y mujeres deportados se les da trato de delincuent­es, salen de Estados Unidos esposados de pies y manos. Llevan consigo el dolor de familias destrozada­s y del miedo que se expande en sus comunidade­s.

El problema es el atraso de las leyes migratoria­s de Estados Unidos respecto a realidades sociales y económicas

Apunte político. Dejemos de usar el término inmigrante­s “ilegales” porque no son delincuent­es, al entrar sin papeles transgredi­eron una norma administra­tiva, debe llamársele­s “indocument­ados” (sin documentos), en Francia se les llama “sans papier” (sin papeles).

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