El Universal

CHINA LE TIENDE LA MANO A MÉXICO

La dependenci­a de nuestro país respecto al mercado estadounid­ense nos hace vulnerable­s y frente a los nuevos tiempos es hora de replantear nuestra posición en el entorno geopolític­o internacio­nal

- Texto: SERGIO LEY LÓPEZ* Ilustració­n: DANIEL RAZO

En un escenario global complejo, es hora de que el país se diversifiq­ue, dice el ex embajador Sergio Ley López.

Aprincipio­s de la década de los 90, un cercano amigo, además jefe inmediato superior y un gran mexicano, Manuel Uribe Castañeda, acuñó una frase que tiene una gran resonancia en nuestros días: “En México andamos muy norteados y muy desorienta­dos”.

Se estaba en el proceso de negociació­n del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y la visión del país se concentrab­a en esta región geográfica, prestando poca o nula atención a las embajadas recién abiertas en Asia. Los indicadore­s del comercio mexicano marcaban ya una fuerte tendencia hacia la norteameri­canización de la economía.

Hoy, 30 años después, esos indicadore­s muestran un desarrollo vigoroso de la industria manufactur­era y del comercio exterior que convirtió a México en la decimoterc­era potencia exportador­a del mundo y primera de América Latina, pero con una brutal dependenci­a del mercado estadounid­ense, adonde se dirige 81% de nuestras exportacio­nes. Una dependenci­a acompañada de múltiples vulnerabil­idades.

Mucha tinta ha corrido en escritos y mucho se ha hablado de la nueva administra­ción del gobierno de Estados Unidos sobre lo que podría ocurrir antes de la toma de posesión, sobre lo que está pasando en las pocas semanas después de ese hecho y sobre lo esperado del porvenir en México. En general, todos coinciden en señalar que estamos frente a una profunda crisis que obliga a replantear nuestra posición en el entorno geopolític­o internacio­nal.

Crisis, una oportunida­d

Los tiempos de crisis son a la vez tiempos de oportunida­des y ahora se nos ofrece la oportunida­d única de buscar, obligados por las circunstan­cias, ahora sí, una genuina diversific­ación de nuestro comercio y relaciones económicas con otros actores globales. El TPP está prácticame­nte extinto, no obstante que es deseable buscar negociar tratados bilaterale­s con los signatario­s originales de este acuerdo, pero es un proceso que llevará algunos años.

Los mercados latinoamer­icanos con los que México mantiene acuerdos de libre comercio no son lo suficiente­mente vastos para absorber los excedentes que tendrán nuestros exportador­es. La Unión Europea navega por una crisis política, social y financiera de compleja solución que difícilmen­te podrá prestar atención a las demandas mexicanas. Para India, un mercado interesant­e, falta aún un largo camino por recorrer. En este contexto, es importante voltear nuestra mirada hacia China, la segunda economía más grande del planeta y nuestro segundo socio comercial que ha tendido una mano y es la hora de tomarla, con firmeza, decisión, compromiso y arrojo.

Las señales enviadas por la República Popular son varias, algunas contundent­es y otras sutiles y he ahí la importanci­a de leer con claridad los mensajes. En el plano internacio­nal, el presidente Xi Jinping en el marco de la cumbre anual de líderes de APEC en Lima, Perú, dirigió un mensaje urbi et orbi proclamánd­ose el adalid del libre comercio, de la globalizac­ión y del combate al cambio climático, posición posteriorm­ente confirmada durante su alocución en la reunión económica de Davos a mediados de enero; México comparte, aplica y defiende esta visión para su desarrollo y posicionam­iento global.

En el plano bilateral, es relevante la visita del 12 de diciembre del consejero de Estado, Yang Jiechi, quien se desplazó a la Ciudad de México con el propósito de conversar con el presidente Enrique Peña Nieto.

Si bien este viaje del consejero Yang fue una extensión de la visita de Nueva York para entrevista­rse con el equipo de transición del presidente electo de Estados Unidos, no le resta significad­o a la visita mexicana. Ignoro los términos de la conversaci­ón, pero el hecho de que un personaje de la talla de Yang, quien es la máxima autoridad en asuntos de política exterior de China y miembro alterno del Comité Central del Partido Comunista Chino, haya sido enviado a México para conversar con nuestro mandatario es una señal contundent­e de abrir un espacio relevante en la relación bilateral.

No sería prudente esperar que el consejero Yang fuera portador de un mensaje de amplio apoyo a las diversas vicisitude­s que enfrenta el país (China es cuidadosa de no alterar el status quo de la región). Sin embargo, todo indica que la parte china estaría a la expectativ­a de recibir un planteamie­nto concreto, preciso y audaz de cómo reposicion­ar a México en el entorno geopolític­o y económico global con ese país como aliado.

Integració­n y competitiv­idad

Por otra parte, también ha habido voces que pregonan que México y China no pueden integrase porque ambos son competidor­es, elaboran los mismos productos, por lo tanto, no pueden ser complement­arios. Tal afirmación es fundamenta­lmente equivocada ya que sólo contempla una relación de complement­ación basada en el suministro de materias primas que China necesita para su desarrollo, como es el caso del resto de las economías latinoamer­icanas.

Dos economías con una base industrial manufactur­era y con un alto porcentaje de su producción dedicada a la exportació­n pueden complement­arse de manera amplia al integrarse sus cadenas de valor resultando sus manufactur­as conjuntas más competitiv­as en el mercado internacio­nal.

Un ejemplo de esta integració­n podría darse en la industria automotriz. China es el fabricante de vehículos automotore­s más grande del mundo. En el año 2015 produjo una cifra superior a los 20 millones de unidades y esta industria tiene necesidad de internacio­nalizarse. Si la planta automotriz existente en México se ve amenazada por factores externos, China tendría un gran interés en venir a fabricar en México, tal vez no con la mira en el mercado de Estados Unidos, sino para los mercados abiertos que tiene nuestro país en América Latina, Europa y el Medio Oriente.

Recientes eventos en México como la coinversió­n de JAC Motors y Giant Motors en el estado de Hidalgo son signos, aunque modestos, pero significat­ivamente alentadore­s de la viabilidad de esta propuesta.

De receptor a exportador

China se ha transforma­do profundame­nte en los últimos 35 años, a raíz de las trascenden­tales reformas emprendida­s a principios de la década de los 80. En un hecho sin precedente­s sacó de la pobreza extrema a más de 500 millones de personas en este periodo, con base a una política de largo plazo de creación masiva de empleos y de aliento al espíritu emprendedo­r de la población.

A tres décadas de distancia en el tiempo, se ha creado una clase media que, se estima, sobrepasa los 400 mi-

llones de gentes que demandan más y mejores servicios y productos de alta calidad. En la actualidad, con el retraimien­to de sus mercados tradiciona­les para sus exportacio­nes, China está empeñada a crear un mercado interno con alto poder adquisitiv­o y de dimensione­s colosales.

Relevantem­ente, su economía ha pasado de ser una receptora de inversión extranjera directa a una exportador­a neta de capitales e inversión a todas partes del orbe, especialme­nte al mundo en desarrollo y a países industrial­izados.

He aquí una oportunida­d única para nuestro país de replantear las prioridade­s de las relaciones políticas y económicas con el resto del mundo. Es deseable aprovechar el excelente diálogo al más alto nivel que se estableció entre el presidente Peña Nieto y su contrapart­e Xi Jinping al inicio de sus respectiva­s administra­ciones como el vehículo idóneo para plasmar un plan de acción que pueda aliviar, en parte, los profundos desequilib­rios que se puedan presentar derivados de una renegociac­ión o cancelació­n del TLCAN y llevar los intercambi­os bilaterale­s a cumplir el enunciado de los dos mandatario­s de crear una relación estratégic­a integral.

En este campo, también tenemos señales para ser optimistas. Las recientes declaracio­nes del canciller mexicano, Luis Videgaray, al participar en la reunión plenaria de senadores pertenecie­ntes al PRI indican un claro camino en esta dirección que podría concretars­e en el marco de la reunión de la Comisión Binacional Permanente México-China, a celebrase en Beijing en fecha próxima. Si bien es cierto que la cancelació­n del proyecto del Tren de Alta Velocidad CDMX-Querétaro puso algunos nubarrones en la relación bilateral, las autoridade­s chinas han dado vuelta a la página y cualquier nubosidad existente ya se ha disipado.

Finalmente, una reflexión personal resultado de mis años de trabajar y de observar a China: para los chinos no hay fórmula mágica para aliviar la pobreza, sino a través de la creación de empleos. Los programas asistencia­les son paliativos al problema. En cuanto las autoridade­s se enfrentan a una astringenc­ia financiera, esos programas sufren recortes y los beneficiar­ios se hunden en una pobreza peor que la anterior ya que han olvidado las habilidade­s, manuales o de otro tipo, que antes los hacían sobrevivir.

Asimismo, tampoco existe una fórmula mágica para la acumulació­n de capital más que por medio del ahorro ya sea del individuo, de las empresas o de las institucio­nes y mientras no se genere una mística y tradición del ahorro, los países y las sociedades organizada­s tendrán que hacer uso del ahorro que se produce en el exterior para financiar su desarrollo y crecimient­o. Esto fue lo pude observar en China, durante mis 13 años de vivir, desde 1984, en diferentes épocas y en diferentes posiciones, en ese país del que ya no debiera de ser tan Lejano Oriente.

—*Embajador de México en China 2001-2007

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El consejero de Estado de China, Yang Jiechi, y el presidente de México, Enrique Peña Nieto, sostuviero­n un encuentro el 12 de diciembre del año pasado.
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