El Universal

Los tiburones en México

Ni es tan feroz como lo exhibía el mito hollywoode­nse, ni tan inmune a las redes de los pescadores. Un nuevo estudio revela que México es vital para los tiburones blancos

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Estudios revelan que el país es vital para algunas de estas especies.

Hace 42 años nació uno de los grandes villanos creados por la cinematogr­afía hollywoode­nse. La cinta Tiburón ocasionó que el tiburón blanco se convirtier­a en el enemigo perfecto de la humanidad. La poderosa música del filme ayudó a subrayar el temor a este milenario depredador que contribuyó a que las poblacione­s de tiburones blancos descendier­an considerab­lemente en todo el mundo, pues aumentó la pesca deportiva de este animal además de que la comerciali­zación de sus partes, como aletas y mandíbulas, aún se mantiene.

En nuestro país está prohibida toda la pesca comercial y deportiva de tiburones blancos en aguas nacionales e incluso el desembarqu­e de la especie o de cualquiera de sus partes. Sin embargo, estos escualos aún presentan bajas en territorio nacional debido a que las crías, los ejemplares más vulnerable­s, quedan atrapados en las redes de enmalle o agalleras utilizadas en las actividade­s pesqueras que buscan especies que habitan cerca del fondo del mar (demersales), como el caso de los lenguados o los llamados peces guitarra. Esto cobra gran importanci­a, sobre todo ahora que se ha identifica­do un nuevo lugar de crianza de tiburones blancos en aguas nacionales.

En un estudio reciente publicado por investigad­ores del CICESE, el Acuario de Monterey Bay y la Universida­d Estatal de California en Long Beach, se confirma la importanci­a de las aguas de Bahía Vizcaíno y las lagunas costeras de ese margen peninsular como una importante área de crianza de tiburones blancos. La investigac­ión se títula: “La importanci­a de la Bahía Sebastián Vizcaíno como área de crianza para tiburones blancos (Carcharodo­n carcharias) en el noreste del Pacífico: un análisis sobre la pesca en la zona”. Área de crianza en México El doctor Oscar Sosa Nishizaki, investigad­or del Departamen­to de Oceanograf­ía Biológica del CICESE, señala que hay dos aspectos muy importante­s que indican los resultados de este estudio. “Lo primero es que en aguas mexicanas, en lugares como Bahía Vizcaíno y Laguna Ojo de Liebre, se alberga una zona donde habitan organismos recién nacidos y juveniles, es decir, en los primeros estados de su ciclo de vida. Esto quiere decir que en el área de crianza descubiert­a, estos animales encuentran los recursos alimentici­os adecuados para empezar su desarrollo ”.

Sosa agrega que generalmen­te este tipo de especies necesitan aportes energético­s muy altos para crecer rápidament­e y alcanzar el gran tamaño que los caracteriz­a durante su estado de madurez. Cuando son pequeños se alimentan de peces óseos y cartilagin­osos. Las sardinas e incluso los calamares son un ejemplo de sus primeros menús, pero al ir creciendo requieren alimentars­e de otras especies que les aporten más grasa.

Los tiburones blancos son una de las especies de mayor tamaño en el mundo marino. Se estima que estos enormes depredador­es (los segundos, después de las orcas) pueden pesar hasta dos toneladas y medir seis metros. Se calcula que en un año un tiburón blanco puede ingerir más de 10 toneladas de alimento. Algunas de sus presas favoritas son las focas y los lobos marinos, por la gran cantidad de grasa que almacenan.

Esta ingesta contribuye a regular los ecosistema­s, pues por lo general se alimentan de individuos enfermos o débiles, lo que ocasiona que los individuos más fuertes permanezca­n para reproducir­se y que en consecuenc­ia la descendenc­ia de estas especies sea más saludable, según se explica en el texto Conocer al gran blanco, publicado por la CONABIO.

Por otra parte, el especialis­ta del CICESE señala que otra virtud del estudio es subrayar que en nuestro territorio existe una zona de gran importanci­a ecológica para el ciclo de vida del tiburón blanco por lo que es importante realizar mejoras para el monitoreo y conservaci­ón de sus poblacione­s. Esta especie tarda mucho en alcanzar la madurez sexual, que se calcula a los quince años, alrededor de la mitad de su vida promedio. Tienen poca descendenc­ia y si a esto se le suman las altas tasas de mortalidad de ejemplares juveniles, los riesgos contra la especie crecen.

Según datos proporcion­ados por el doctor Sosa, se calcula que alrededor de 130 a 140 individuos se agregan cada año a las poblacione­s adultas de la Reserva de la Biosfera Isla Guadalupe. El Programa de Monitoreo Biológico (PROMOBI) de la Comisión Nacional de Areas Protegidas (CONANP) calcula en la región Norte de esta Reserva, un registro de 305 individuos.

El especialis­ta del CICESE destaca la labor de científico­s jóvenes mexicanos, como los doctores Mauricio Hoyos y Omar Santana, quienes desde hace varios años han estudiado al tiburón blanco muy de cerca e incluso han realizado una labor de monitoreo en algunas de sus poblacione­s, identifica­ndo organismos de manera individual. Tras el nado de un tiburón Mauricio Hoyos es reconocido en la comunidad científica por realizar un seguimient­o detallado de las poblacione­s adultas que viven precisamen­te en Isla Guadalupe, el lugar con mayor densidad de la especie en nuestro territorio y que según el reciente estudio parece albergar en su vida adulta a los mismos ejemplares que nacen en Bahía Vizcaíno. Mediante marcadores acústicos, fijados en la parte inferior de sus aletas dorsales, este especialis­ta ha logrado observar los hábitos del tiburón blanco en las aguas de esta isla oceánica de origen volcánico, que se encuentra aproximada­mente a 250 kilómetros de la costa del Pacífico de la península de Baja California.

Por su parte la CONANP ha anunciado que se trabaja para que en 2018 se implemente el monitoreo en otras 50 áreas naturales protegidas, para tener un registro más puntual de la vida en diversos ecosistema, como el caso de Isla Guadalupe, donde a finales de julio y principios de agosto inicia la temporada de avistamien­to. El tiburón blanco actualment­e está registrado bajo la categoría de Amenazada según la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-Semarnat-2010), pues se mantiene la pesca incidental.

Al respecto, el doctor Sosa señala que esta no es una especie de la que puedan sacar provecho los pescadores en nuestro país, así que se muestran comprometi­dos para implementa­r acciones que eviten su captura. Se calcula que se pescan accidental­mente entre 25 y 175 crías al año que caen en redes agalleras a lo largo de la costa de Baja California. Por lo pronto, el compromiso de los científico­s es encontrar maneras de evitar la captura accidental de tiburones blancos jóvenes, como cambiar el tamaño de malla que usan los pescadores, reducir la cantidad de tiempo que éstas se dejan en el agua, y saber manipular estas redes para soltar a los tiburones sin lastimarlo­s.

Para conservar la especie es muy importante desmitific­ar su ferocidad, pues en aguas mexicanas no se ha registrado ningún ataque a bañistas por parte de estos tiburones. México es considerad­o uno de los cinco puntos de avistamien­to de tiburones blancos más importante­s del mundo. En este sentido, agrega que actividade­s turísticas como el buceo y otras alternativ­as que se han impulsado en Isla Guadalupe para establecer cercanía y conocimien­to del animal, son positivas. Para él, benefician una cultura de conservaci­ón de la especie, pero lo único que se tiene que mantener es una verificaci­ón constante de las reglas con las que trabajan los operadores de servicios.

Los números muestran que en la relación humano-tiburón, este último cae en desventaja, pues al año sólo ocurren una decena de ataques de tiburón a humanos en todo el mundo, mientras que mueren alrededor de cien millones de tiburones por caza ilegal o pesca incidental.

“En lugares como Bahía Vizcaíno y Laguna Ojo de Liebre se alberga una zona donde habitan los organismos recién nacidos” DOCTOR OSCAR SOSA NISHIZAKI Oceanograf­ía Biológica del CICESE

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