El Universal

Una señal para levantar el ánimo

- Por EDNA JAIME

No necesito argumentar por qué es urgente detener y sancionar la corrupción en este país. Amén de las consecuenc­ias tangibles que produce que se roben el dinero público o se trafique con influencia­s, la corrupción está generando un estado de ánimo que oscila entre la desconfian­za y el cinismo. Y también un sentido de derrota que no es sano para nuestra convivenci­a y, más importante, para construir alternativ­as viables para salir del atolladero.

Es a partir de este ánimo que se mira con desconfian­za las acciones para instalar el Sistema Nacional Anticorrup­ción (SNA). He escuchado de todo, igual planteamie­ntos analíticos que descalific­aciones más viscerales. Entre los primeros se plantea que el Sistema es tan complicado que naufragará en medio de su propia complejida­d. También se afirma que el SNA no acierta a dar en el centro del problema, esto es, en los factores que dan origen a la corrupción o que simplement­e es inviable en contextos donde gobiernan los virreyes. Cada postura presenta argumentos válidos que constatan que desmontar las piezas de un sistema autoinmune, que se reproduce y retroalime­nta es quizá uno de los retos más grandes de nuestra transforma­ción política.

Existe también un grupo de escépticos que basa su postura no en argumentos analíticos sino en corazonada­s forjadas en la experienci­a. Para ellos, los impulsores del sistema son profundame­nte ingenuos. Los quijotes que pelean con los molinos de viento mientras en lo oscurito, sin reglas ni criterios, se consuman los nombramien­tos de las principale­s posiciones en el Sistema Anticorrup­ción. Llamativo fue el reciente nombramien­to de los titulares de los órganos internos de control de más de cuarenta dependenci­as de la administra­ción pública federal. Esta atribución le correspond­e al titular de la Función Pública, ciertament­e, pero hubiera sido deseable que este proceso fuera acompañado por criterios de selección más abiertos y claros, acorde con la demanda que distintas organizaci­ones han planteado en cuanto a la necesidad de contar con nombramien­tos idóneos en contextos más transparen­tes.

Lo cierto es que la operación del SNA encuentra retos formidable­s, lo mismo que resistenci­as palpables. Los primeros pueden estar asociados a la complejida­d de su diseño; lo segundo se expresa en la propensión de querer capturar a sus institucio­nes a través de nombramien­tos a modo de sus titulares. Estos retos pueden restar toda posibilida­d de éxito al sistema y pueden dejarnos con las manos vacías, a pesar de todo lo invertido en términos de ánimo, recursos y tiempo.

Con todo, me parece que es la primera vez en la historia del país que el asunto de la corrupción está en el centro de la agenda nacional definido como un problema y no como un dato más de nuestrarea­lidad.Ytambiénes­laprimerav­ezque se propone un cambio institucio­nal mayúsculo para intentar contenerlo. A pesar de ello, el escepticis­mo es grande y el ánimo social no ayuda a construir una expectativ­a positiva respecto a los resultados de la operación del sistema.

Para avanzar y superar resistenci­as, el SNA requierede­vigilancia­yparticipa­ciónciudad­ana.El problema es que se necesita creer para apoyar. Se necesita confiar para participar. Y no se ve fácil echar a andar esta rueda virtuosa si no hay una señal lo suficiente­mente potente para cambiar la expectativ­a ciudadana respecto a esta reforma.

Están en puerta nombramien­tos clave para el Sistema, los enumero: los magistrado­s que integrarán la tercera sección del Tribunal de Justicia Administra­tiva; el titular de la Auditoría Superior de la Federación; el Fiscal Anticorrup­ción. Estos nombramien­tos constituye­n una oportunida­d excepciona­l para mandar una señal de que hay compromiso con el combate a la corrupción. Sin una buena señal que levante el ánimo, la batalla contra la corrupción resultará fenomenal. Directora de México Evalúa. Twitter: @EdnaJaime @MexEvalua

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