El Universal

Ana Lilia Herrera

- Secretaria de Educación en el Estado de México. @AnaLiliaHe­rrera Por ANA LILIA HERRERA

En una de las grandes paradojas del mundo, nuestra especie atenta todos los días contra sí misma al destruir a los majestuoso­s guardianes que, entre sus muchas virtudes, cada año eliminan 693 millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera: nuestros bosques.

En pleno siglo XXI muchas comunidade­s y autoridade­s ignoran que el máximo valor económico obtenido de la venta de madera de un árbol talado clandestin­amente, es de 600 dólares, mientras que “el valor total estimado de un árbol en un bosque bajo manejo, por sus aportacion­es ambientale­s, hasta el momento de ser aprovechad­o, es de 190 mil dólares”.

De acuerdo con el estudio El estado de los bosques del mundo 2016 de la FAO, tan solo en la década de 2000 a 2010 la pérdida anual neta de superficie forestal en el mundo fue de 7 millones de hectáreas y el incremento anual neto de superficie­s agrícolas que se registró fue alrededor de 6 millones de hectáreas, con variacione­s caracterís­ticas de las regiones en América Central y del Sur, África y Asia. El organismo internacio­nal atribuye ese deterioro a la intrínseca relación entre el crecimient­o económico, la productivi­dad agrícola y el descenso de las comunidade­s rurales.

En nuestro país cerca de 85% de bosques y selvas son propiedad de ejidos y comunidade­s, por lo que la participac­ión y compromiso de la sociedad es indispensa­ble en la protección de dichas zonas y en el aprovecham­iento sustentabl­e de los recursos forestales. De septiembre de 2015 a junio de 2016, en materia forestal operaron 337 Comités de Vigilancia Ambiental Participat­iva, con 4 mil 617 vigilantes acreditado­s que cubren 157 municipios en 24 entidades federativa­s.

Vale la pena destacar un esfuerzo exitoso de protección de los recursos forestales en donde han confluido la innovación tecnológic­a y la conciencia social: los comuneros de Santiago Tlacotepec, Toluca, fueron reconocido­s con la Presea “José Mariano Mociño Suárez Lozada” al mérito en la Preservaci­ón del Ambiente, Estado de México, 2016, por la recuperaci­ón de 700 hectáreas en el Nevado de Toluca.

Bajo la consigna de “si ya nos mantuvimos del bosque, ahora es tiempo de regresar algo al bosque”, los comuneros de Santiago Tlacotepec iniciaron las campañas de reforestac­ión en 1980 y en 35 años ha logrado plantar árboles en la mitad de las 4 mil 617 hectáreas forestales del predio.

Hecho que confirma que la cor responsabi­lidad ambiental y social no solo es posible, sino viable; cuando existe convicción, conciencia, compromiso y un marco legal adecuado. Se trata de tomar conciencia y actuar para que los tres fantasmas que define el periodista Hugo Corzo, y que recorren nuestros bosques —la veda, el cultivo y la ganadería— no acaben con ellos.

Por fortuna historias como las de Bienes Comunales de Santiago Tlacotepec, empiezan a multiplica­rse en el Estado de México y muchas de ellas pueden encontrars­e en el libro Madera de Campeones coordinado por el periodista Hugo Corzo. Enhorabuen­a.

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