El Universal

Odebrecht Corrupción de altos vuelos

El esquema de sobornos que montó la constructo­ra brasileña a cambio de jugosos contratos traspasó las fronteras de Brasil, penetró poderosos estratos políticos y sociales en 10 países de Latinoamér­ica y el Caribe y ha pegado a ex mandatario­s y presidente­s

- Texto: JOSÉ MELÉNDEZ Enviado Infografía: FERMÍN GARCÍA FÁBILA

“Con premeditac­ión, dolo y alevosía [Odebrecht] ha venido actuando impunement­e gracias a la complicida­d que ha encontrado en las cúpulas gubernamen­tales” MIGUEL ANTONIO BERNAL Catedrátic­o de la Universida­d de Panamá

Un sofisticad­o y meticuloso aparato privado de apellido Odebrecht de corrupción con sobornos para ganar multimillo­narios contratos de construcci­ón de obras públicas de infraestru­ctura, que traspasó las fronteras de Brasil, penetró poderosos estratos estatales, gubernamen­tales, políticos y económicos en 10 países de América Latina y el Caribe y compró, capturó y acaparó prolongado­s espacios de influencia, decisión y privilegio, es hoy el nervio central de uno de los más graves escándalos mundiales de enriquecim­iento ilícito.

La cifra inicial de coimas pagadas por la megaconstr­uctora brasileña fue establecid­a en diciembre de 2016 por el Departamen­to de Justicia de Estados Unidos en al menos 788 millones de dólares en Argentina, Brasil, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Perú y Venezuela (además de Angola y Mozambique). Washington describió el escenario en torno a Odebrecht como el “mayor escándalo” de sobornos en el extranjero de la historia.

“Odebrecht es una megaempres­a criminal”, dijo el abogado panameño Miguel Antonio Bernal, catedrátic­o de la Facultad de Derecho de la (estatal) Universida­d de Panamá y líder de un movimiento ciudadano en contra de la impunidad. “Con premeditac­ión, dolo y alevosía [Odebrecht] ha venido actuando impunement­e gracias a la cooperació­n y complicida­d que ha encontrado en las cúpulas gubernamen­tales y en los distintos órganos de los Estados latinoamer­icanos y caribeños, donde a lo largo de los últimos lustros ellos han actuado impunement­e”, puntualizó, al ser consultado por EL UNIVERSAL.

Por su peculiar sistema bancario y financiero que permite perderle el rastro a múltiples transaccio­nes, Panamá sirvió de plaza crucial para Odebrecht como el país en el que tuvo más funcionari­os como centro de operacione­s, recordó. “Aquí hicieron y deshiciero­n”, recalcó. Muchos ceros La situación se complica en las 10 naciones, con el surgimient­o diario de más revelacion­es sobre el complot con nuevas cifras de muchos ceros a la derecha sobre el entarimado que Odebrecht montó durante más de 15 años y cuya penetració­n involucró a gran número de políticos, en su mayoría ubicados en los rangos más altos de control y manipulaci­ón de las arcas públicas.

Otro dato describió la magnitud de la conspiraci­ón: el brasileño Hilberto Mascarenha­s, ex directivo de Odebrecht, confesó el 6 de marzo pasado ante el Tribunal Superior Electoral de Brasil que la compañía dispuso de un “departamen­to de sobornos” que distribuyó unos 3 mil 390 millones de dólares en sus negocios en territorio brasileño y en los demás nueve países latinoamer­icanos y caribeños entre 2006 y 2014.

“El peligro es que todo termine en la impunidad”, advirtió el chileno José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, organizaci­ón con sede en Washington que monitorea la situación mundial de derechos humanos. “Hay un cordón umbilical que une los temas de derechos humanos con los de corrupción. Son dos caras de una misma moneda”, afirmó Vivanco en una entrevista con EL UNIVERSAL, tras alertar del riesgo de impunidad, pese a la contundenc­ia de las denuncias por la trama Odebrecht.

“Un indicador de los problemas de abusos de poder y deterioro en derechos humanos en un país es el de los niveles de corrupción que allí existen. Y eso ocurre en Venezuela, México, Guatemala o República Dominicana, donde la institucio­nalidad es muy débil y no logra prevenir estos hechos o sancionarl­os ejemplarme­nte. En ese contexto es donde florece la corrupción y el abuso de poder”, aseguró.

Tras alegar que “una condición central de la protección de los derechos humanos es que los países tengan mecanismos para prevenir todo tipo de abusos de poder”, Vivanco explicó que así como se tortura o se ataca la libertad de expresión, también se “compra” a gobiernos y a políticos para un negocio.

“Es muy importante que frente a estos abusos, las democracia­s cuenten con poderes judiciales independie­ntes que identifiqu­en a los responsabl­es. Esa regla se aplica para violacione­s a los derechos humanos y para hechos de corrupción”, subrayó. Ligamen El caso Odebrecht está insertado en la operación Lava Jato, una gigantesca maniobra política, financiera y tributaria que está considerad­a como una de las más grandes acciones de agentes públicos y empresario­s y empresas privadas para el blanqueo de dinero y la corrupción en Brasil. Cada vez que la maraña de Lava Jato es sacudida al emerger algún dato desconocid­o o revelación de actos corruptos, el embrollo Odebrecht es conmociona­do al surgir, en contrapart­e, piezas o registros de otros cuantiosos pagos ilícitos.

La conspiraci­ón que envuelve a Odebrecht también tiene ramificaci­ones electorale­s continenta­les y ayudó a llevar a políticos latinoamer­icanos a la presidenci­a de sus países.

Las profundas investigac­iones que se realizan en Brasil para destapar los entretelon­es interameri­canos de la red de pagos de favores revelaron a principios de este mes que, con una estructura publicitar­ia y propagandí­stica paralela, la constructo­ra pagó los gastos de las campañas de cuatro políticos que llegaron a ser presidente­s: Danilo Medina, en República Dominicana en 2012; el fallecido Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, en Venezuela en 2013, y Mauricio Funes en El Salvador en 2009, además la del derrotado candidato oficialist­a José Domingo García en 2014 en Panamá.

En México, Odebrecht es acusada de desembolsa­r 10.5 millones de dólares para sobornos entre 2010 y 2014, en los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. La petrolera Pemex se ha visto implicada y las investigac­iones continúan.

Pese a que el principal apellido del caso es Odebrecht y aparte de Funes, Chávez, Maduro, Medina, los nombres de otros políticos emergieron en la cadena de denuncias, como los de cinco ex presidente­s —los peruanos Alejandro Toledo (gobernó de 2001 a 2006), Alan García (de 1985 a 1990 y de 2006 a 2001) y Ollanta Humala (de 2011 a 2016), el dominicano Hipólito Mejía (de 2000 a 2004) y el panameño Ricardo Martinelli (de 2009 a 2014)— y un presidente, el colombiano Juan Manuel Santos.

Todos rechazaron las denuncias en su contra. El dominicano Medina garantizó ante el Poder Legislativ­o de su país el 28 de febrero pasado que en su gobierno “no hay vacas sagradas” y que atacará la corrupción por Odebrecht.

En una alocución en la que medios internacio­nales de prensa le describier­on como “visiblemen­te molesto” y sin mencionar directamen­te los supuestos negocios dudosos de Odebrecht en edificar obras de infraestru­ctura en Colombia, el colombiano Santos alegó el 7 de marzo anterior que “una manzana podrida” jamás detendrá el progreso.

Frente a la avalancha continenta­l de acusacione­s y denuncias del expediente Odebrecht, Vivanco clamó para que “no exista un doble rasero” en los procesos judiciales del caso pero el abogado Bernal opinó que, salvo excepcione­s, en la mayoría de países implicados “los ‘coimeados’ y los ‘coimeadore­s’ le hacen burla a la justicia”.

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