El Universal

RicardoRap­hael

- Ricardo Raphael www.ricardorap­hael.com @ricardomra­phael

“Yarrington consintió y promovió el surgimient­o del fenómeno criminal más devastador que haya enfrentado México: Los Zetas”.

Tomás Yarrington no es un gobernador más vinculado al narco. De esos ha habido muchos en México, pero él hizo algo peor: consintió y promovió el surgimient­o del fenómeno criminal más devastador que haya enfrentado México en su historia contemporá­nea: Los Zetas.

Yarrington llegó a la gubernatur­a cuando Osiel Cárdenas Guillén decidió contratar a 20 integrante­s del Ejército mexicano formados en Estados Unidos, donde recienteme­nte habían aprendido las peores técnicas de guerrilla militar. Entre 1999 y 2003 esos 20 sujetos reclutaron a otros 500 efectivos para construir una máquina devastador­a por sus objetivos y también por sus métodos.

La asociación entre Yarrington y Cárdenas Guillén provocó un cambio brusco en los patrones de violencia. Antes de Los Zetas el brazo armado de cada organizaci­ón criminal operaba dando golpes puntuales y quirúrgico­s para defender el negocio de la droga.

Pero con Los Zetas —el brazo armado del Cártel del Golfo— la prudencia y el sigilo se extraviaro­n. El grupo de sicarios militares encabezado por Arturo Guzmán Decena, Heriberto Lazcano Lazcano y Jaime González Durán impusieron terror con sus prácticas aprendidas de los militares estadounid­enses que pelearon en Afganistán.

Para disuadir a sus enemigos, estos ex integrante­s de la élite militar mexicana —varios de ellos antiguos Gafes— arrasaron con poblacione­s enteras, desmembrar­on centenas de cuerpos, enterraron torsos en Coahuila, restos mutilados y cadáveres de migrantes en San Fernando, jóvenes y adolescent­es en todo Veracruz.

Fue en época de Yarrington que Los Zetas se asociaron con los kaibiles, ex soldados guatemalte­cos que también habían recibido instrucció­n militar en el país vecino. La suma de habilidade­s destructor­as de ambos cuerpos diseñados para el exterminio fue el principio del fin. El comienzo de una ola de violencia que aún continúa tocando a la puerta de miles de familias mexicanas.

Yarrington es responsabl­e principal de un genocidio que será recordado muchas generacion­es. No fue solo un gobernador narco porque su sociedad con Cárdenas Guillén abrió la puerta a algo peor que el tráfico de droga: con él se consolidó el narcoestad­o de Tamaulipas, que después extendió sus garras por todo el territorio mexicano.

La zona de influencia Zeta tuvo como capital Matamoros. Después se desparramó desde Tamaulipas hacia Coahuila, Veracruz, Nuevo León, Tabasco, Guerrero, Michoacán y Nayarit. A este fenómeno de terror es posible seguirle la pista porque dejó huellas por su modo de operar. Las tristement­e famosas narcofosas comenzaron con Los Zetas y todavía hoy se descubren aquí y allá.

Esta forma de crimen organizado tiene como peculiarid­ad que no conoce frontera de responsabi­lidades entre la autoridad legal y el mando ilegal. Los Zetas fueron militares y también policía judicial. Osiel Cárdenas cobró durante más de 10 años como funcionari­o de la PGR, lo mismo que varios de sus socios más próximos.

En sentido inverso Yarrington, y también su sucesor Eugenio Hernández formaron parte de la empresa criminal. Eran eslabón destacado de la cadena de intereses y mando económico que estranguló a la sociedad tamaulipec­a hasta hacerla estallar.

Con los ríos de dinero que llegaron a sus arcas ambos financiaro­n campañas políticas de su partido, el PRI, y presumible­mente también de la oposición. Compraron autoridade­s municipale­s, altos mandos del Ejército, burócratas estatales y protección federal.

Yarrington intentó inclusive invertir este dinero sucio en una candidatur­a presidenci­al propia y luego en las aspiracion­es de Arturo Montiel. Por fortuna esta última aventura no llegó lejos en 2006, pero eso no detuvo las pretension­es políticas de la organizaci­ón criminal a la que pertenecía.

Los testimonio­s de los capos juzgados en EU, concretame­nte los que pueden encontrars­e a propósito de los juicios contra Osiel y Ezequiel Cárdenas Guillén, dan cuenta de la enorme cantidad de recursos invertidos por el Cártel del Golfo, y sus posteriore­s derivacion­es, para descarrila­r la incipiente democracia mexicana durante la primera década de este siglo.

ZOOM: Si Yarrington canta en EU, una densa maraña de intereses políticos relacionad­os con el narcotráfi­co mexicano será expuesta. Acaso por eso es un personaje tan importante para revelar una historia trágica de la que a penas estamos por conocer su verdadera dimensión.

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