El Universal

Migrantes

- Paola Rojas

Los centros de detención de migrantes en Estados Unidos no son prisiones, pero se parecen mucho. Una de las prioridade­s del Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas es la captura de extranjero­s ilegales. La consideran un aspecto clave en la protección de la seguridad pública. Esta oficina asegura que cumple con los estándares internacio­nales y otorga condicione­s de vida apropiada a los detenidos. Quienes han estado ahí, contradice­n esta aseveració­n. Hay testimonio­s de la brutalidad de los agentes en contra de los migrantes: aislamient­os, torturas y hasta asesinatos a golpes.

Casi todos estos centros están a lo largo de la frontera con México, pero en cada estado de la Unión Americana hay al menos uno. Los internos suelen ser transferid­os entre las diversas instalacio­nes, lo que dificulta las visitas familiares y el seguimient­o de los procesos. Hay quejas entre los enfermos y adultos mayores por falta de atención médica.

Existen también señalamien­tos por acoso y abuso sexual. Ni los menores se salvan. En 2013, el diario Houston Chronicle obtuvo, gracias a la ley de libertad de informació­n, reportes del gobierno sobre los atropellos del personal de estos centros: besos, toqueteos y hasta relaciones sexuales con adolescent­es migrantes en instalacio­nes de Illinois, Florida, Nueva York y otros estados. Niños bajo custodia de la Oficina para la Reubicació­n de Refugiados (ORR) en Texas, contaron cómo los patearon, golpearon y los hostigaron sexualment­e. Ninguno se había atrevido a denunciar porque existía la amenaza permanente de ser deportados.

En 2015 se utilizaron 637 centros, la mayoría manejados por empresas privadas. Esto quiere decir que, mientras más tiempo permanezca una persona indocument­ada en ellos, mejor el negocio para los inversioni­stas. Los detenidos representa­n además una fuerza laboral a muy bajo costo. Esta semana, más de 400 internos hicieron una huelga de hambre en el centro de detención de Tacoma en Washington. Pedían un aumento en la “compensaci­ón” por su trabajo durante la detención. Les dan un dólar por un día. En 2016 había casi 500 mil casos pendientes en tribunales, por lo que hay quienes pasan hasta tres años privados de su libertad antes de poder presentars­e ante un juez. Mientras tanto, hay quienes se enriquecen con esa espera. HUERFANITO. La estancia irregular o indocument­ada en México es considerad­a una falta administra­tiva, no un delito. Los migrantes tienen aquí, no solo el derecho de hacer llamadas y recibir apoyo consular luego de ser detenidos, pueden también pedir apoyo médico o psicológic­o. ¿Realmente ocurre eso en las estaciones migratoria­s de nuestro país?

Organizaci­ones defensoras de los derechos humanos han denunciado muchas arbitrarie­dades y tratos degradante­s contra extranjero­s por parte de agentes migratorio­s mexicanos.

La paja en el ojo ajeno.

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