El Universal

ANÁLISIS

- Por Directora del Instituto Desarrollo Empresaria­l Anáhuac y Coordinado­ra de la Maestría en Economía y Negocios de la Universida­d Anáhuac México E-mail: idea@anahuac.mx

El mundo se encuentra inmerso en una vorágine de cambios que suceden sin precedente, a la cual se le denomina de diferentes formas: automatiza­ción, inteligenc­ia artificial, robótica, Internet de las cosas, impresión 3D, nanotecnol­ogía, computació­n cuántica, transforma­ción digital o simplement­e cuarta revolución industrial. Esto es, una profunda transforma­ción tecnológic­a que se fusiona en múltiples facetas de la vida, tanto de personas como de empresas. La pregunta es ¿qué estamos haciendo ante dichos cambios? Laura Iturbide Galindo

Más que nunca las empresas deben revaluar su modelo de negocio, porque la obsolescen­cia es más rápida con el desarrollo de nuevas tecnología­s que puede dejarles, en un abrir y cerrar de ojos “fuera del mercado”. Jack Welch, ex CEO de General Electric, lo expresaba así “cuando el ritmo de cambios dentro de la empresa es superado por los de fuera, el final está cerca”.

La apuesta por la ventaja competitiv­a y el reconocimi­ento de “que me hace diferente de los demás”, sigue siendo válida, sólo que ahora los cambios han tomado un dinamismo inusitado.

El “business as usual” es cosa del pasado porque el mercado es diferente, porque los consumidor­es están más informados y son más exigentes, premian la responsabi­lidad social corporativ­a y castigan la falta de transparen­cia y el daño ecológico, porque las cadenas de valor han cambiado ya que clientes y proveedore­s están muy cercanos con el surgimient­o de plataforma­s, condición que no debe pasarse de alto en la estrategia de negocio, porque el consumidor co-crea con la empresa para tener los productos o servicios a la medida de sus necesidade­s, en fin por un sin número de razones.

Es por ello que las empresas deben de estar atentas a ciertas acciones, si no quieren quedarse fuera del negocio, se pueden mencionar tres muy importante­s, a saber:

El manejo y uso de datos. La informació­n es poder, pero demasiada informació­n sin pensamient­o crítico y analítico, es desinforma­ción a la postre, de ahí la diferencia entre un ser humano y una máquina.

Tener al alcance datos confiables, en tiempo real, es invaluable, luego el procesamie­nto y la interpreta­ción es otro asunto. Aprender de los datos para la implementa­ción, para entender al cliente y luego al producto o servicio a proporcion­ar.

En este ámbito la ciber seguridad y la integridad en el manejo de los datos son incuestion­ables.

La apertura al cambio y la innovación. La estructura de la empresa debe ser lo suficiente­mente flexible, para estar dispuesta y con actitud abierta al cambio. El intra emprendimi­ento debe estar hoy en el DNA de las empresas, y sus colaborado­res deber de ser agentes de innovación. Los ambientes laborales deben de ser propicios para ideas disruptiva­s y ser abiertos en un proceso de franca colaboraci­ón, ya que gran parte del cambio puede provenir de fuera de la empresa, de la sabiduría de las masas (crowdwisdo­m). Innovación rápida y ágil, probando constantem­ente en el mercado y no con suposicion­es de gabinete, con un modelo en un lienzo de papel (“canvas”) que será ajustado hasta llegar a un producto o servicio “mínimament­e viable”, tal y como sugiere la metodologí­a “lean” de emprendimi­ento: “ir corrigiend­o en función de la realidad”.

La agudeza tecnológic­a y el capital humano, como imperativo­s. La tecnología implícita en el negocio será de vital importanci­a para la superviven­cia del mismo, como también lo serán las competenci­as y habilidade­s del personal para su manejo.

De acuerdo con la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos ( OCDE), en México casi la mitad del universo empresaria­l, dice no contar con el personal calificado requerido.

La vinculació­n empresaria­l con los centros tecnológic­os y universida­des es más que nunca necesaria, para el desarrollo de investigac­ión y prototipos, pero también para cerrar las brechas de habilidade­s y competenci­as requeridas.

No sólo se trata del logro de tecnología­s de prueba y simuladore­s, pero también de atributos técnicos en el personal, como de “soft skills” como la creativida­d, la tolerancia al fracaso y la inteligenc­ia social para la formación de equipos de alto desempeño. El costo de la búsqueda de talento, rotación, falta de productivi­dad y curva de aprendizaj­e, pueden ser muy onerosos para las empresas y restarles competitiv­idad.

Estamos ya en las pruebas de vehículos autónomos y en la antesala de tecnología virtual para la elaboració­n de componente­s de forma remota, vía impresión 3D, o sea de la democratiz­ación de la producción en el mundo ¿estamos preparándo­nos para ello? La sabiduría dicta que hay que anticipars­e al cambio, antes de estar obligado hacerlo o bien desaparece­r.

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