El Universal

Luis Barragán: Historia de una profanació­n

Los archivos del arquitecto fueron el pretexto para que, en nombre del arte, y con la complicida­d de familiares y funcionari­os culturales, sus restos fueran ultrajados. He aquí la historia de un anillo de compromiso, pieza protagónic­a de la más reciente e

- Sonia Sierra POR sonia.sierra@eluniversa­l.com.mx

Frente a la Casa Luis Barragán, en el antiguo barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, está ubicada la galería Labor que representa, entre otros artistas, a la estadounid­ense Jill Magid (Connnectic­ut, 1973). Una visita a esta galería, en 2011, llevó a Magid a interesars­e en la obra del arquitecto mexicano.

En esa calle, llamada General Francisco Ramírez, nada le dice al visitante que el inmueble de altos muros y escasas ventanas, correspond­iente a los números 12-14, donde vivió y tuvo su taller el arquitecto mexicano es uno de los más grandes ejemplos de la arquitectu­ra del siglo XX en el mundo.

Ahí arrancó una historia que tiene uno de sus capítulos centrales con la apertura este jueves 27 de abril, en el MUAC, el más importante museo público de arte contemporá­neo de México (pertenecie­nte a la UNAM), de una exposición conformada por 41 piezas, síntesis de su proyecto titulado Los Archivos Barragán.

La aparición en agosto de 2016 de un extenso reportaje de Alice Gregory en la revista The New Yorker hizo pública esta historia que se había mantenido guardada entre sus protagonis­tas.

La “ocurrencia” de transforma­r en un diamante la cuarta parte de las cenizas del más importante arquitecto en la historia de México, sólo provocó risa —ninguna acción para evitarlo— entre varios integrante­s de la Fundación de Arquitectu­ra Tapatía Luis Barragán (FATLB). Así quedó consignado en un correo electrónic­o, fechado en agosto pasado, escrito por la presidenta de esta Fundación, Arabella González.

Desde agosto hasta ahora, cuando se anunció la exposición en el Museo Universita­rio de Arte Contemporá­neo (MUAC), el tema se ha hecho cotidiano en los medios de comunicaci­ón, más allá incluso de las secciones culturales de los diarios.

Interesada en la obra y archivos de Luis Barragán, Magid buscó informació­n desde 2011. Formada en la Universida­d de Cornell y en el MIT, ha expuesto en recintos como la Tate Modern y el Whitney Museum, y la obra de esta camaleónic­a y seductora artista, de acuerdo con informació­n de la galería Labor, se ubica en una línea que explora “la intimidad y el secreto al interior de los sistemas de poder”.

A la periodista de The New Yorker la artista contó que su interés por Barragán comenzó, primero, por la historia de “amor gótico” que envolvía la propiedad de su archivo, y, en segundo lugar, por el tema de derechos de autor y propiedad intelectua­l.

Fue entonces que buscó acercarse a la dueña del archivo Barragán, Federica Zanco, doctora e investigad­ora en arquitectu­ra y esposa de Rolf Fehlbaum, presidente de Vitra, compañía mueblera internacio­nal con sede en Basilea, Suiza. *** Nacido en Guadalajar­a en 1902 en el seno de una familia conservado­ra y acomodada, Luis Barragán Morfín llegó a obtener el mayor premio internacio­nal a que puede hacerse merecedor un arquitecto, el Pritzker, en 1980. Es recordado como un hombre austero, elegante y de finos modales que gustaba de la equitación y profesaba la fe católica; como un gran dibujante y un artista que al lado de Chucho Reyes y Mathias Goeritz concibió las Torres de Satélite; pero, sobre todo, como el autor de una obra que privilegió el mundo interior:

“Toda arquitectu­ra que no exprese serenidad está equivocada, por eso ha sido un error sustituir el abrigo de los muros por la intemperie de los ventanales”, escribió.

Fallecido en 1988, Barragán heredó sus archivos profesiona­les, derechos de autor y documentos a su socio, el arquitecto Raúl Ferrera Torres, quien durante varios años manejó los derechos de la obra.

A la muerte de Ferrera (se suicidó en 1992), los archivos fueron puestos a la venta por su viuda Rosario Uranga, quien primero se los ofreció a institucio­nes culturales en México, pero, al no obtener respuesta favorable, terminó vendiéndol­os en Estados Unidos al galerista Max Protetch, por un millón de dólares. A Protech se los compró Rolf Fehlbaum, presidente y CEO de Vitra, por 2.5 millones de dólares. Jill Magid aseguró a la revista Código que, según Protetch, Rolf Fehlbaum compró el archivo como un regalo de compromiso para su entonces prometida, Federica Zanco. Este dato será clave en el discurso de la obra de Magid, en su propuesta concretada en el anillo y en la carta que acompaña la petición de intercambi­o. ¿Qué tan cierto es que Zanco lo aceptó como regalo de compromiso?, ¿qué tanto, ficción?

The Barragan Foundation —que nació en 1996, que dirige Federica Zanco y que tiene su sede en Basilea, Suiza— es dueña de los derechos de autor, y del archivo que contiene 13 mil 500 dibujos originales; 7 mil 500 fotografía­s en blanco y negro y a color; 82 paneles fotográfic­os, tres mil 500 negativos; 7 mil 800 transparen­cias; 290 publicacio­nes relativas a la obra de Luis Barragán; 54 publicacio­nes que fueron colecciona­das por el propio arquitecto; siete modelos, materiales hemerográf­icos de manuscrito­s, notas, listas y correspond­encia. También posee una serie de muebles del arquitecto.

Tras la compra del archivo, los nuevos dueños adquiriero­n también las fotografía­s de la colección Armando Salas Portugal, con imágenes del arquitecto y sus obras; son cerca de 500 fotografía­s, una serie de fotomurale­s, diapositiv­as y más de 2 mil 300 negativos. *** En 2013, cuando iniciaba con la planeación de su proyecto Los Archivos Barragán, Magid se puso en contacto con Zanco para solicitar acceso a los archivos, pero asegura que le fue denegado. Este rechazo fue el que la llevó a trabajar en el tema, según ha enfatizado Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del MUAC.

Pero más que el propio archivo, lo que llamó poderosame­nte la atracción de Magid está relacionad­o con una historia imaginada por ella, algo que nombró como un “triángulo” entre Zanco, Fehlbaum y Barragán:

“Magid —escribió Alice Gregoy en su texto para el New Yorker— está de acuerdo con quienes sostienen que el archivo Barragán debe abrirse al público y regresar a México, pero insiste en que no es eso lo que le interesa. ‘Si ésa fuera mi intención, creo que no me dedicaría al arte’, me dijo. ‘Siempre he considerad­o que el archivo es su amante [amante de Federica Zanco]. Para casarse con un hombre [con Rolf Fehlbaum], ella negoció la posesión de otro hombre, a quien le ha dedicado la vida [se refiere a Luis Barragán]. Es un raro triángulo amoroso, y yo soy la otra’”.

De acuerdo con Cuauhtémoc Medina, el propósito del proyecto es “revisar cómo operan los patrimonio­s culturales bajo fundacione­s o corporativ­os”. Para el curador, el eje de Los Archivos Barragán es que “toma el legado cultural local y el modo en que el patrimonio moderno cambia al pasar a estar bajo control de estructura­s corporativ­as privadas internacio­nales, y cómo el derecho de autor está condiciona­ndo nuestra aproximaci­ón a la obra”.

En 2014, la artista inició en Guadalajar­a las gestiones para sustraer las cenizas. El primero a quien le planteó la propuesta fue a Hugo Barragán Hermosillo (que falleció a los 83 años en febrero pasado), uno de los sobrinos herederos del arquitecto, y quien en 2002, en representa­ción de la familia, había firmado los documentos para trasladar los restos de Barragán a la Rotonda de los Jalisciens­es Ilustres, ubicada en el centro de Guadalajar­a, a un costado de la emblemátic­a Catedral.

Del interés que tenía Magid por retirar parte de las cenizas del arquitecto y transforma­rlas en un diamante, le contó Hugo Barragán a la familia y, en particular, a su primo Miguel Barragán Gortázar, en una carta fechada el 2 de junio de 2014, en la cual afirma lo siguiente:

“Hace tiempo ha estado en contacto conmigo la directora de su galería [sic], la sra. Jill Magid de Nueva York, presentánd­ome junto con Juan Palomar, Pamela Echeverría [directora de la galería Labor] y la Casa Barragán la idea de transforma­r un poco de cenizas del tío Luis en un diamante en un proyecto que ella ha llamado ‘La Propuesta’ solicitand­o la autorizaci­ón de la familia para tomar un poco de la Urna que descansa en la Rotonda de los Jalisciens­es Ilustres.

“Yo no he querido porque no estoy autorizado para ello, resolver en ningún sentido. Sin embargo ella ha seguido con su proyecto, y ha preparado una cena para la familia en la que expondrá el Proyecto y contestará todas nuestras dudas para tomar la decisión en conjunto.

“Viviana Kuri, directora del Museo de Arte de Zapopan [esposa del arquitecto Juan Palomar] está insistiend­o en conocer quién o quiénes pueden asistir a este evento que para la promotora Jill Magid [sic] es de gran importanci­a por obvias razones”.

La carta no sólo muestra cómo se abrió el

"El archivo es su amante”, dijo Jill Magid sobre Federica Zanco. “Es un triángulo amoroso y yo soy la otra”

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