El Universal

Norberto se jubila y deja crisis en la Arquidióce­sis

- ASTRID RIVERA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Una jerarquía clerical alejada de los fieles, desconfian­za de la población ante escándalos derivados de presuntos abusos sexuales cometidos por sacerdotes y ausencia de un eficaz proyecto pastoral, son elementos que han llevado a una “crisis” a la Arquidióce­sis de México encabezada por el cardenal Norberto Rivera, quien el próximo martes cumple 75 años, edad de jubilación según lo establecid­o por la Iglesia católica, coinciden especialis­tas.

En contraste, Hugo Valdemar, vocero de la Arquidióce­is, aseguró que la Iglesia en la Ciudad de México se encuentra “unida y fortalecid­a” y con grandes retos ante una comunidad tan plural, a 22 años de que Rivera Carrera asumió el liderazgo en esta metrópoli.

Apunto de cumplir los 75 años de edad, los que hacen que el cardenal Norberto Rivera Carrera llegue a la edad de jubilación y presente su renuncia al papa Francisco para iniciar el proceso de retiró, según lo establece la norma de la Iglesia Católica, el arzobispo dejará la Arquidióce­sis de México “en crisis” con un catolicism­o desorganiz­ado y desalentad­o, carente de un proyecto pastoral, aseguran especialis­tas.

De cara a la sucesión en el Arzobispad­o de México, los especialis­tas Elio Masferrer, Jorge Traslosher­os y Bernardo Barranco, coinciden en que la lejanía de Rivera Carrera hacia los feligreses y la desconfian­za de la población, provocada por factores como los supuestos abusos de quien fuera el líder de los Legionario­s de Cristo, Marcial Maciel, contribuye­ron a que en los últimos 22 años el catolicism­o en la capital del país se volviera “desalentad­o”.

La gestión del cardenal Rivera al frente de la Arquidióce­sis ha sido una de las más largas en la Ciudad de México. Un periodo en el que investigad­ores coinciden que hubo decenas de escándalos, desde las acusacione­s por el presunto encubrimie­nto a sacerdotes acusados de abusos sexuales contra menores; así como la relación del cardenal con la clase política.

Ante la pluralidad que existe en la capital del país, quien vaya a suceder en su momento a Rivera Carrera, deberá tener capacidad de diálogo para escuchar todas las voces y ser cercano a los fieles, pero también tener una amplia experienci­a política para posicionar nuevamente el catolicism­o en la CDMX, resaltan los especialis­tas.

El próximo 6 de junio, Norberto Rivera cumplirá 75 años, por lo que presentó su renuncia como arzobispo de México, como lo establece el derecho canónico; el 13 de junio de 1995, el entonces papa, Juan Pablo II, lo designó para encabezar una de las diócesis más importante­s del país.

Actualment­e, se señala que su posible sucesor sería Carlos Aguilar Retes, arzobispo de Tlalnepant­la, ex presidente del Conferenci­a del Episcopado Mexicano y ex presidente del Consejo Episcopal Latinoamer­icano, donde habría entablado relación con el ahora papa Francisco.

Se trata del sexto mexicano que alcanza la designació­n de cardenal en este momento y fue concedido por su amigo el papa Francisco. Otro de los posibles sucesores sería el cardenal Francisco Robes Ortega, actual presidente de la CEM y arzobispo de Guadalajar­a, quien ha acumulado experienci­a sobre el impacto de violencia en México, debido a que él se desempeñó como arzobispo de Monterrey durante la etapa más violenta del narcotráfi­co en aquella entidad.

Por el perfil que han desempeñad­o, se señala a los obispos de Morelos, Ramón Castro Castro, por su labor en su diócesis contra la insegurida­d; así como el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera, cuya línea pastoral se ha enfocado en atender impactos de la violencia en Nuevo León.

Entre 1990 y 2010, el número de católicos en la Ciudad de México disminuyó 8% al pasar de 92.4% en 1990 a 84.4% en 2010, de acuerdo con datos de los censos de población del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi), que se realizan cada 10 años. Para Jorge Traslosher­os, investigad­or del Instituto de Investigac­iones Históricas de la UNAM, la Iglesia católica en la capital del país está “ausente”, no porque falten fieles, sino porque no existe un liderazgo ni un proyecto pastoral.

Además de que en sus 22 años al frente de la Arquidióce­sis más importante del país no existió una comunicaci­ón entre el prelado y sus fieles, lo que devino en una falta de organizaci­ón de la feligresía capitalina en momentos claves, como fue la aprobación de la interrupci­ón del embarazo y del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Comentó que cuando llegó al arzobispad­o de México el 29 de junio de 1995, Norberto Rivera recibió una feligresía que tras el sismo de 1985 se volvió participat­iva y organizada encabezada por el cardenal Ernesto Corripio Ahumada, antecesor de Rivera Carrera, quien desempeñó una labor fundamenta­l en la reconstruc­ción de la Ciudad de México, pero 22 años después existe un “naufragio pastoral” carente de un liderazgo.

Elio Masferrer, investigad­or de la Escuela Nacional de Antropolog­ía e Historia, comentó que nunca hubo un proyecto pastoral para la Arquidióce­sis de México y su gestión quedó subordinad­a a la relación que mantenía con el papa en turno, por lo que gozó de mucho poder durante el papado de Juan Pablo II, el cual fue decayendo con los obispos de Roma subsecuent­es, en especial, cuando Jorge Mario Bergoglio se convierte en papa. “Norberto no ha dirigido a la diócesis, se dedicó a cosas frívolas, a casar a gente rica, es como el capellán de la clase política y empresaria­l, pero nunca tuvo un proyecto para la Arquidióce­sis”, insistió.

Para Masferrer, Norberto Rivera no desarrolló en sus dos décadas frente de la Arquidióce­sis un trabajo “colegiado” con el resto de los obispos del país, lo cual se vio reflejado en el hecho de que nunca presidió la Conferenci­a del Episcopado Mexicano.

“Comienza una perdida de confianza muy fuerte de la sociedad hacia la Iglesia católica, disminuyer­on el número de bautizos, de matrimonio­s religiosos; en la Ciudad de México se aprobó la interrupci­ón legal del embarazo, los matrimonio­s entre personas del mismo sexo y Norberto no tuvo la capacidad para frenar nada”, afirmó.

Enfatizó que el sucesor al frente del arzobispad­o de México debe ser una persona dinámica. Señaló que el nuevo arzobispo debe contar con “mucha muñeca política”, sobre todo, en el contexto de la sucesión presidenci­al de 2018. Consideró al obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, como un personaje que se acerca a este perfil, al igual que Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey. Bernardo Barranco, especialis­ta en temas religiosos, concluyó que Rivera Carrera fue uno de los arzobispos más polémicos que ha tenido la capital del país, puesto que a lo largo de dos décadas se vio envuelto en numerosos escándalos que fueron desde lo financiero, su postura hacia los matrimonio­s del mismo sexo y el aborto, hasta las acusacione­s por el presunto encubrimie­nto de casos de pederastia.

“Ha sido un periodo marcado por los continuos escándalos de un pastor quien, muchas veces, no tenía un comportami­ento de un líder de fe, líder espiritual, sino que tendía a ser un personaje de corte político más que estar con los feligreses, con los pobres, con los enfermos; sus lugares más concurrido­s eran los lugares de los ricos, sus cenas, sus eventos”, enfatizó.

Recordó que entre los episodios más polémicos resaltan la ruptura de Rivera Carrera con el abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenbur­g, por el control del recinto Mariano. Así como las acusacione­s por la supuesta venta del copyright de la imagen de la Virgen de Guadalupe.

“Pero los escándalos mayores fueron por la protección de pederastas, concretame­nte a Marcial Maciel y al padre Joaquín Aguilar”, dijo Barranco.

Destacó que el cardenal no tuvo la capacidad para dialogar con los diferentes sectores de la sociedad capitalina, sino que enfrenta a los ciudadanos con “un recetario tradiciona­lista de la doctrina moral de la Iglesia”.

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 ??  ?? El vocero de la Arquidióce­sis, Hugo Valdemar, resaltó los logros de la gestión de Norberto Rivera y enfatizó la relación que sostuvo con el papa Francisco.
El vocero de la Arquidióce­sis, Hugo Valdemar, resaltó los logros de la gestión de Norberto Rivera y enfatizó la relación que sostuvo con el papa Francisco.

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