El Universal

Rafael Pacchiano

¿Cómo valorar nuestro patrimonio natural?

- Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales Por RAFAEL PACCHIANO ALAMÁN

“Preservar el capital natural es compatible con su aprovecham­iento. Para lograrlo, tenemos que ser audaces, imaginativ­os y amar la naturaleza”.

Cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. La iniciativa de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas es un llamado a la reflexión. Este año, el foco es contactar a las personas con la naturaleza. No se me ocurre nada más pertinente: no puede amarse lo que no se conoce.

El acelerado crecimient­o de la población urbana está creando una nueva generación de ciudadanos que, atrapados en sus selvas de asfalto, olvidan que hay ecosistema­s de los que depende la salud del planeta.

Los seres humanos gozamos de un medio ambiente que regula el clima, que capta el agua y la mantiene en condicione­s aptas para su consumo, disfrutamo­s de un entorno natural que —sin que nos cueste un peso— controla las plagas, descompone nuestros residuos y poliniza nuestros cultivos. Es un milagro que no se concede, se procura. Una persona que tiene contacto con la naturaleza se preguntará cómo cuidarla.

Conectar el medio ambiente con las actividade­s cotidianas de nuestra economía ha orientado la política ambiental del presidente Enrique Peña Nieto y su gobierno. Se presentó como una agenda para el mundo en la Conferenci­a de Naciones Unidas sobre Biodiversi­dad de Cancún, donde México propuso integrar a la conversaci­ón a sectores económicos que dependen del cuidado de la biodiversi­dad como el agrícola, forestal o pesquero. Ningún caso es tan claro e importante como el turismo.

Gracias al cuidado de las áreas naturales protegidas estamos encontrand­o nuevas oportunida­des para interactua­r con nuestros recursos: estamos buscando el balance que nos permite crear riqueza y cuidar el planeta.

México es ya una potencia turística, pero hay una enorme oportunida­d para que nuestro país sea un líder en turismo de naturaleza y de aventura. A pesar de ocupar solamente el 1.3% de la superficie total del planeta, México alberga más del 12% de las especies registrada­s.

A diferencia de algunos países que cuentan con enormes extensione­s de áreas naturales deshabitad­as, en México las zonas más valiosas desde el punto de vista ambiental conviven con asentamien­tos humanos.

De ahí que las políticas impulsadas por el gobierno de la República buscan que la derrama económica alcance a los pobladores. La diversidad de nuestra cultura y naturaleza se pueden convertir en un atractivo para incrementa­r la afluencia turística a nuestro país y contribuir simultánea­mente a la conservaci­ón de nuestro capital natural.

Para ello, desde el sector ambiental estamos fortalecie­ndo la protección de las áreas naturales. En el gobierno del presidente Peña, México ha triplicado la superficie del territorio bajo protección, para llegar a 90 millones de hectáreas.

Gracias a la creación de la Gendarmerí­a Ambiental, un cuerpo especializ­ado de la Policía Federal, hoy nuestras áreas naturales están más protegidas que nunca. A poco más de un año de su creación, hoy contamos con más de 700 hombres y mujeres capacitado­s para cuidar nuestros más valiosos ecosistema­s.

Aumentar su extensión y protección no basta. Para que la política funcione, debe crearse un plan de manejo para cada una de ellas. En los últimos cuatro año se han publicado 44 de estos planes, con lo cual 111 Áreas Naturales Protegidas ya cuentan una guía para armonizar el desarrollo de las comunidade­s con la conservaci­ón de los ecosistema­s.

En los próximos meses presentare­mos propuestas para que las áreas naturales protegidas que cuenten con potencial y vocación se puedan decretar también como zonas de desarrollo turístico sustentabl­e. Esto ayudará a su promoción en nuestro país y en el mundo como destinos turísticos de naturaleza.

Queremos desarrolla­r en ellas actividade­s turísticas que coloquen en el centro de sus preocupaci­ones el cuidado del medio ambiente, y que hagan partícipes a los visitantes de la responsabi­lidad de la conservaci­ón.

Preservar el capital natural es compatible con su aprovecham­iento. Para lograrlo, tenemos que ser audaces e imaginativ­os. Sobre todo, debemos conocer y amar la naturaleza.

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