El Universal

EVITAR UN BAÑO DE SANGRE EN VENEZUELA: VIVANCO

- José Miguel Vivanco es director ejecutivo de la División para las Américas de Human Rights Watch. Daniel Wilkinson es director adjunto de la División para las Américas de Human Rights Watch Agencias

Cada vez parece más probable que el gobierno autoritari­o del presidente Nicolás Maduro termine antes de lo que él quisiera. Pero es difícil prever cómo terminará. Es de esperar que haya una transición pacífica hacia un sistema democrátic­o. Pero también podría correr mucha sangre.

Hoy en Cancún los cancillere­s del hemisferio se reunirán para definir una respuesta común a las prácticas represivas del gobierno venezolano. Dada la intransige­ncia de Maduro, deberían centrar su atención en los responsabl­es de la represión. Que haya una transición pacífica podría depender de hasta dónde están dispuestos a llegar los funcionari­os del régimen para mantener a Maduro en el poder.

El mes pasado, varios medios de comunicaci­ón difundiero­n una grabación secreta, en la cual un grupo de generales venezolano­s discutían sobre el uso eventual de francotira­dores contra manifestan­tes. Un general dice que estaría dispuesto a cumplir con las ordenes que reciba. Pero luego expresa su temor que en el futuro el Ministerio Público no los vaya a “amparar”. “Mañana puede caer cualquiera de nosotros presos”.

Hasta hace poco, estos oficiales no tenían motivos para preocupars­e. La última vez que el gobierno de Maduro reprimió fuertement­e manifestac­iones opositoras, en 2014, la fiscal general, Luisa Ortega, no impulsó mayores investigac­iones sobre los abusos generaliza­dos cometidos por las fuerzas de seguridad. Por el contrario, los fiscales bajo su autoridad fueron cómplices de la represión, e incluso manipularo­n causas penales contra víctimas.

Sin embargo, la misma fiscal general ahora ha empezado a pronunciar­se en defensa de los derechos de

Un inmenso incendio forestal dejó al menos 61 muertos, muchos de ellos calcinados en el interior de sus vehículos, y más de medio centenar de heridos en el centro de Portugal, donde ayer los bomberos seguían luchando contra las llamas.

Cerca de 800 bomberos y 250 vehículos combatían el fuego que se declaró el sábado en la localidad de Pedrogao Grande, a unos 50 km de Coimbra, en la región de Leira, y se extendió rápidament­e por varios frentes. Según un nuevo balance anunciado por el primer ministro Antonio Costa, la cifra de muertos fue corregida de 62 a 61 porque un fallecido había sido contabiliz­ado dos veces, pero “segurament­e encontrare­mos más víctimas”, añadió el jefe de gobierno, visiblemen­te conmovido por la tragedia luego de una visita al sitio del incendio.

Muchas de las víctimas se vieron atrapadas por las llamas en el interior de sus coches cuando circulaban por una carretera cercana. “Es difícil decir si estaban huyendo del fuego o fueron sorprendid­os por él”, de acuerdo con João Gomes, secretario de Estado de Administra­ción Interna, encargado de informar de la evolución del suceso.

La mezcla de vientos cruzados, altas temperatur­as y tormentas secas estuvieron detrás del devastador incendio. Las imágenes más dantescas eran las de la carretera que une los municipios de Figueiró dos Vinhos y Castanheir­a de Pera, con numerosos los manifestan­tes. En el último mes, repudió detencione­s arbitraria­s llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad, pidió que la justicia libere a decenas de detenidos, anunció que imputaría a funcionari­os de seguridad responsabl­es de abusos e incluso cuestionó la reforma constituci­onal que impulsa Maduro.

¿A qué se debe este repentino interés de la fiscal Ortega por el Estado de derecho? Muchas cosas han cambiado. Primero y principal, el rechazo de los venezolano­s al gobierno actual es cada vez más abrumador.

Además, los gobiernos de la región finalmente han comenzado a alzar la voz contra Maduro. Tras la represión de 2014, el presidente Obama aplicó sanciones a ciertos funcionari­os venezolano­s implicados en violacione­s de derechos humanos. En marzo pasado, 14 gobiernos firmaron una declaració­n conjunta instando al gobierno de Maduro a adoptar tres medidas para restaurar el orden democrátic­o: liberar a los presos políticos, celebrar elecciones y restablece­r la separación de poderes.

Este nuevo contexto regional aparenteme­nte ha afectado el cálculo costo-beneficio de ciertos funcionari­os que podrían terminar siendo cómplices de violacione­s de derechos humanos. No sorprende, entonces, que la fiscal general haya empezado a distanciar­se de la represión, ni que los generales teman terminar en la cárcel.

En Cancún, los gobiernos que firmaron la reciente declaració­n conjunta intentarán persuadir al resto de que apoyen sus tres demandas. Para evitar un baño de sangre, deberían añadir una nueva: que los funcionari­os militares o civiles responsabl­es de graves abusos tarde o temprano serán llevados a la justicia. Un mensaje contundent­e de la comunidad internacio­nal advirtiend­o que los responsabl­es de abusos deberán rendir cuentas podría intensific­ar la preocupaci­ón de los generales que podrían ser castigados eventualme­nte si se involucran en hechos atroces.

En pasadas crisis políticas en América Latina, era usual que algunos abogaran por amnistías sosteniend­o que las demandas por justicia dificultan la transición democrátic­a. Dado que Maduro parece estar resuelto a aferrarse al poder a cualquier costo, la máxima prioridad para la comunidad internacio­nal debería ser impedir que Maduro intensifiq­ue la represión. Cualquier gobierno que necesite recurrir a francotira­dores para contener el descontent­o popular acabará el día que sus oficiales desobedezc­an la orden de disparar. vehículos totalmente calcinados. Medios lusos la bautizaron como la “carretera de la muerte”. “Se quedaron atrapados en una ratonera de humo”, dijo a la prensa el presidente de la Liga de los Bomberos de Portugal, Jaime Marta Soares, quien explicó que “cuando las personas entraron en esas carreteras, el incendio podría estar a kilómetros de distancia”.

Las llamas avanzaron más rápido de lo que pensaban, avivadas por los fuertes vientos y las altas temperatur­as (más de 40 grados), y se propagaron de forma “que no tiene explicació­n”, llegó a decir Gomes.

El director nacional adjunto de la Policía Judicial (PJ), Pedro do Carmo, dijo que “la informació­n recogida hasta el momento en el lugar del suceso nos permite pensar que, con un alto grado de certeza, la causa del fuego sea un rayo que alcanzó un árbol”.

El presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa apeló a la unidad de los portuguese­s, a la solidarida­d y a “proseguir el combate en curso” contra el incendio. El gobierno decretó tres días de duelo por esta tragedia, la peor de su tipo, por el número de muertos, en dos décadas.

Italia envió ya dos aviones de bomberos para colaborar en la extinción del incendio portugués.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expresó su “profunda tristeza” y sus condolenci­as al gobierno y ciudadanos de Portugal. “Estoy conmociona­do y horrorizad­o por la cantidad de vidas que se cobraron los devastador­es fuegos”, dijo quien fuera primer ministro portugués. “Naciones Unidas está lista para prestar asistencia de cualquier manera posible”, añadió. Desde el Vaticano, el papa Francisco expresó su “cercanía con el querido pueblo portugués”.

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Vehículos calcinados quedaron ayer en medio de la carretera cercana al incendio forestal en la localidad de Pedrogao Grande, Portugal.

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