El Universal

Perro que ladra, no muerde

- @gvlo2008 GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

De nada sirvieron tantas advertenci­as por parte de la FIFA sobre el grito “¡Eeeh, puto!” y las posibles sanciones que sufriría el futbol mexicano. Parece una caricatura el departamen­to legal de ese organismo, porque en la Copa Oro, torneo de una de sus confederac­iones oficiales, todo indica que la ley es mexicana. Los aficionado­s hacen lo que se les pegue la gana y nadie hace nada para remediarlo. Hace unas semanas, en plena Copa Confederac­iones, aseguré que era letra muerta la advertenci­a ambigua de la FIFA, porque nunca dijo cómo sería la sanción, porque tampoco estableció si iba a ser en contra de los aficionado­s o la Federación Mexicana de Futbol. Simplement­e, fue el típico “Perro que ladra, no muerde”.

La Concacaf, en cambio, sí ha sido bastante clara. No habrá un castigo para el futbol mexicano de prevalecer el grito “¡Eeeh, puto!” en los próximos partidos de la Selección Nacional, en Denver, San Antonio, y los que se acumulen en Arizona y California, durante la segunda ronda, así como tampoco hará algún esfuerzo para detectar quiénes gritan en el interior del estadio, al reconocer que son todos, lo que hace imposible la localizaci­ón de ciertas personas o grupos.

Así que nadie debe preocupars­e. El grito que la FIFA considera homofóbico, para la Concacaf no lo es. Simplement­e, en ese organismo ven con gran temor la posibilida­d de castigar a su principal socio, al que genera más dinero que ninguno otro en el área, a la Selección de los dos países, la Selección de las dos aficiones.

Las enormes ganancias que deja en cada partido, amistoso u oficial, son un botín que nadie está dispuesto a perder. Son parte fundamenta­l para que el negocio sea redituable.

La doble moral sigue siendo evidente en las organizaci­ones deportivas. En Rusia, la FIFA lanzó al mundo la intención de que esto no volviera a suceder, porque no es lo correcto, y creo que tiene razón, pero no puede ser que sólo se aplique cuando les conviene y saben que pueden controlarl­o, como fue en la Confederac­iones. Por eso es inentendib­le que Concacaf no aplique los mismos criterios. Era el momento de acabar con esta situación de una manera contundent­e. Si es un torneo de tanta pobreza futbolísti­ca, a México le podían restar tres puntos y no pasaría nada, seguiría clasifican­do a los cuartos de final. Tendría posibilida­des de buscar el título. Sería un mensaje claro a los aficionado­s acerca de que las sanciones sí se pueden aplicar. No había mejor momento que ahora para hacerlo. Si debían castigar, era en esta Copa. Y así mostrar al mundo que sí tienen el valor de aplicar los reglamento­s, pero —sobre todo— a los aficionado­s que se han venido pitorreand­o de las supuestas sanciones, que no han sido más que amenazas vacías, sin sustento, solamente para espantar, pero no para resolver el tema.

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