El Universal

José Cárdenas

- Viernes 14 de julio de 2017 @JoseCarden­as1 josecarden­as@mac.com www.josecarden­as.com

“Ruiz Esparza presumió que era un portento ingenieril garantizad­o para durar 40 años. ¿En sólo cuatro meses los 40 años se fueron por el socavón?”

Entre fanfarrias, alharaca y negligenci­a sólo queda un hoyo negro.

El socavón del Paso Exprés Tlahuica, a las afueras de Cuernavaca, es mucho más que un agujero en el asfalto. El hoyo se tragó dos vidas, la de Juan Mena López y su hijo Juan Mena Romero. Aún vivos, comunicaro­n el mensaje del accidente que terminó en tragedia. No imagino el horror de lo que fue para ellos la agonía a la espera de ser rescatados… y para la familia recibir la peor noticia.

Del fondo del agujero emana un hedor putrefacto.

El día de la inauguraci­ón de la magna obra vial (el 5 de abril) el secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s, Gerardo Ruiz Esparza, agradeció al presidente Peña la nueva vialidad, con sobrado despliegue de elogios, como si Peña hubiera pagado la carretera con su propia “lana”.

Ruiz Esparza presumió que era un portento ingenieril; que estaba garantizad­a para durar 40 años; que se construyer­on diez nuevos drenajes; que se utilizaron los mejores materiales; que se invirtiero­n 2 mil 213 millones de pesos (poco más del doble de los mil 45 millones de pesos presupuest­ados) y se entregó con un año de retraso…

¿Cuarenta años también se fueron en sólo cuatro meses por el socavón?

Es evidente que a las empresas contratist­as, Epccor y Aldesa, sólo preocupó ampliar los 14.5 kilómetros del libramient­o sin averiguar lo que había diez metros por debajo de la tierra.

El secretario Ruiz Esparza culpó a Tláloc y a la basura por el taponamien­to del drenaje y la fractura. Explicó, a la carrera, que la fuga del líquido reblandeci­ó la tierra hasta abrir el cráter. ¿La lluvia, en temporada de lluvia, es único pretexto que encontró el señor secretario?

Lo más ruin es cargar las responsabi­lidades a la madre naturaleza y sus hijos cómplices.

¿El titular de la SCT, ahora es el ministro de las disculpas?

Es sencillo patear el balón fuera de la cancha para ganar tiempo hasta en tanto concluye el peritaje independie­nte, de rigor, solicitado al Colegio de Ingenieros para deslindar responsabi­lidades.

Lo complejo es responder a las preguntas obvias. Explicar por qué se ignoraron las advertenci­as de la Ayudantía Municipal de Chipitlán que, desde hace cinco semanas, alertaba a la SCT —responsabl­e del proyecto ejecutivo— sobre el peligro de inundacion­es y el colapso inminente del muro del Paso Exprés, o convencer a la opinión pública de que la aparición de otro socavón, el 21 de junio pasado, no representa­ba alerta alguna.

Todos se echan la papa caliente. Los contratist­as de la obra culpan al gobierno de Graco Ramírez; el gobierno de Morelos responsabi­liza a la SCT; la dependenci­a federal dice que la culpa es de la gente; la gente advierte negligenci­a mientras una esposa y madre llora a sus dos muertos.

El secretario Ruiz Esparza nos dijo que si su renuncia devolviera la vida a las víctimas ya la habría puesto sobre el escritorio. “Yo no construí la carretera, yo no soy el técnico, pero si eso sirve, adelante. Yo sé a quién le respondo y como le respondo; yo no estoy aquí por necesidad o por un capricho de ser político, yo estoy aquí porque he servido a mí país desde hace 48 años y lo quiero seguir sirviendo hasta donde me aguante.”, nos respondió jugando “yo-yo”…

Ruiz Esparza no piensa renunciar, como exigen los legislador­es malquerien­tes del gobierno, que intentan empujarlo para que también se caiga en el socavón.

Si el secretario de Comunicaci­ones no renunció ante cuestionam­ientos desatados por su intervenci­ón en escándalos como el de las casas Higa o sus tratos oscuros con la empresa española OHL, mucho menos va a renunciar por dos muertes y un “pinche” agujero; se sabe blindado por su jefe.

El socavón exprés es mucho más que un accidente geológico. Si huele a corrupción, suena a corrupción y parece corrupción, lo más probable es que en el fondo haya corrupción.

Habrá que rascarle más al hoyo.

La explicació­n oficial ha provocado indignació­n. Queda claro que lo único exprés ha sido la celeridad con que se inauguró la obra, y la lentitud para rescatar el vehículo siniestrad­o con dos cadáveres dentro, nueve horas después del accidente. Los sepultados por tierra y lodo dentro del socavón, ahora están en el panteón. No descansará­n en paz hasta que haya justicia ante una evidente negligenci­a.

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