El Universal

Qué se espera del maestro

- Por GILBERTO GUEVARA NIEBLA

En la nueva carrera profesiona­l docente hay una definición de lo que se considera como buena enseñanza y que debe servir de referencia a todos los docentes que serán evaluados. Me refiero a los perfiles que se definen en el documento Perfiles, Parámetros e Indicadore­s, publicado por la SEP en enero de 2017.

Estas definicion­es se hacen por nivel educativo y por categoría (docentes, técnicos docentes, directores, supervisor­es). Los PPI, como se les conoce, expresan las caracterís­ticas y cualidades que debe tener el personal docente para un desempeño profesiona­l eficaz, que propicie el aprendizaj­e de los alumnos.

En el caso del maestro de primaria, su perfil se desglosa en cinco dimensione­s, que son las siguientes: 1) Conoce a sus alumnos, sabe cómo aprenden y lo que deben aprender; 2) Un docente que organiza y evalúa el trabajo educativo y realiza una intervenci­ón didáctica pertinente; 3) Un docente que se reconoce como profesiona­l y que mejora continuame­nte para apoyar a los alumnos en su aprendizaj­e; 4) Un docente que asume las responsabi­lidades legales y éticas inherentes a su profesión para el bienestar de sus alumnos; 5) Un docente que participa en el funcionami­ento eficaz de la escuela y fomenta su vínculo con la comunidad para asegurar que todos los alumnos concluyan con éxito su escolarida­d.

Se trata, como puede verse, de una descripció­n necesariam­ente abstracta de los rasgos que debe tener el buen maestro. Un buen maestro debe conocer los procesos de desarrollo de sus alumnos y la manera en que aprenden, debe además estar enterado de los objetivos que la educación persigue en el nivel en que enseña y debe tener los referentes pedagógico­s y didácticos del programa de estudios.

El corazón del ejercicio profesiona­l docente está en la práctica de la enseñanza, es ahí donde juega papel esencial la didáctica. El objetivo es (debe ser) el aprendizaj­e del alumno. No hay fórmulas escritas y prescripti­vas que puedan orientar al docente en ese momento crítico de su trabajo. Todos los factores concurren: el ambiente del aula, las disposicio­nes del alumno, los recursos y materiales con que se cuenta, la experienci­a del profesor, etc.

Por añadidura, el buen maestro debe preocupars­e por su formación continua. Los conocimien­tos, las técnicas educativas y la tecnología avanzan a un ritmo acelerado y, en consonanci­a con eso, el profesor debe estarse preparando permanente­mente. Al mismo tiempo, el buen profesor debe asumir su responsabi­lidad ante las normas morales y las normas jurídicas, sobre todo cuidar que en todo momento estén protegidos los derechos inalienabl­es de sus alumnos. En todo momento él debe verse a sí mismo como un ejemplo de vida y practicar los valores éticos que enseña a sus alumnos.

El buen maestro, además, debe buscar permanente­mente el diálogo con los padres de familia, que comparten (o deben compartir con él) la tarea de educar al alumno. Del mismo modo, el docente debe vincularse a la comunidad (que también influye en la educación infantil) y tomar en cuenta las caracterís­ticas culturales y lingüístic­as para su práctica docente.

He aquí esbozados los elementos que integran una buena enseñanza. Como se advierte, se trata de un marco de referencia insustitui­ble para orientar a los maestros respecto a lo que la sociedad espera de ellos en su desempeño profesiona­l. Consejero de la Junta de Gobierno del INEE

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