Cinco maneras de ser libre
El impulso de hacer turismo es uno solo. Pero tienes pendiente elegir tu estilo en carretera
Amuchos nos gusta Easy Rider, claro. (Si no has visto esa película, deja estas páginas, consíguela y disfrútala. Aquí te esperamos con calma). Pero hay que admitir que devorar kilómetros a lomos de una chopper no es lo más recomendado por expertos ni mucho menos por quiroprácticos y demás médicos.
Vamos, hay motoqueros que ponen el carácter por encima de la comodidad, la ergonomía o, incluso, las capacidades dinámicas. Pero la industria ha avanzado muchísimo como para no aprovechar los buenos instrumentos que nos ofrece para viajar, para conocer el país (u otros países), para sentir el viento en la cara, para mirar el horizonte con optimismo y las manos al manubrio. Disculpen si nos ponemos líricos.
Es inigualable la sensación de manejar una motocicleta de casi media tonelada, con potencia suficiente para avasallar (aunque en realidad no quieres avasallar, lo único que necesitas es el aplomo y la confianza que te regala el torque sobre el asfalto, con horas de trayecto por delante); con sistemas de información e interfaces que ya querrían algunos sedanes pretenciosos; con suspensiones diseñadas al dedillo, capaces de poner en buen equilibrio el confort y la capacidad de curvear con alegría. Sí, las motos Gran turismo están en la cima de la pirámide de las dos ruedas, con permiso de las superdeportivas.
El doble propósito. No todos los viajes, no todos los planes de turismo se realizan sobre una carretera asfaltada, bien señalizada. Quizás tus sueños tienen que ver con la terracería y los caminos no del todo trazados. Es una fórmula de aventura que también queremos incluir en estas páginas. Mira, lee, compara y sueña.