El Universal

Dos familias se apoderan del centro de la CDMX

Los grupos de Alejandra Barrios y Silvia Sánchez Rico lideran el ambulantaj­e

- DIANA VILLAVICEN­CIO —periodismo.investigac­ion@eluniversa­l.com.mx

El comercio ambulante en el Centro Histórico de la Ciudad de México se encuentra controlado por dos familias que han fincado su emporio en esta zona y que encabezan Alejandra Barrios y Silvia Sánchez Rico, quienes han peleado a muerte cada centímetro de las calles del primer cuadro de la capital.

La importanci­a del ambulantaj­e no radica únicamente en las millonaria­s ganancias que genera diariament­e, sino que a las organizaci­ones que lideran esta zona se les ha permitido escalar políticame­nte al grado de obtener candidatur­as y diputacion­es locales, además de negociar el apoyo con partidos políticos.

En la Ciudad de México (CDMX) los comerciant­es ambulantes toman el control de las calles. Sus vínculos con nueve fuerzas políticas —con la única excepción del partido Nueva Alianza— los vuelve “intocables”. Sólo quien está dentro de esa esfera sabe que los niveles de poder han convertido a algunos informales en líderes a los que sólo les interesa generar redes de complicida­d y deslealtad.

La delegación Iztapalapa es la que concentra el mayor número de comerciant­es informales con más de 18 mil, aunque es la Cuauhtémoc la que congrega cerca de 203 agrupacion­es o frentes que, a la larga, han permitido tener el control o poderío del negocio; se concentran en el Centro Histórico y por casi 40 años los precursore­s han picado piedra para permanecer en el primer cuadro de la Ciudad.

Al igual que la clase política, han desarrolla­do la tendencia a patrimonia­lizar el sector comercial a través de relaciones consanguín­eas y lazos de amistad. Un ejemplo claro es Alejandra Barrios Richard, la más poderosa. Ella controla actualment­e la zona Centro de la capital, opera en oficinas de las calles de Bolivia y Tacuba, y es quien mantiene el dominio con más de 12 mil ambulantes, sin contemplar a su familia.

La muerte de Guillermin­a Rico, primera líder en obtener el control del Centro Histórico y la herencia del comercio hacia su hija Silvia Sánchez Rico, provocó el surgimient­o de diversas organizaci­ones en protesta al autoritari­smo y desdén de su sucesora por beneficiar sólo a unos cuantos. Quienes conocieron y conviviero­n con Guillermin­a aseguran que fue en 1999 cuando proliferar­on diversos líderes ambulantes ante la inconformi­dad hacia Sánchez Rico, a quien, en poco tiempo, llevaron a la cárcel por tener problemas con por lo menos cuatro organizaci­ones sociales a las que quiso arrebatar sus calles por no apoyar sus vínculos político-electorale­s.

Diversas confrontac­iones la condujeron a la cárcel junto con su hijo, Julio Sánchez Ramos, y debido eso algunos comerciant­es aplicaron el refrán de “a río revuelto, ganancia de pescadores” y cada quien agarró su porción, su calle.

Esta es una radiografí­a de EL UNIVERSAL sobre los parentesco­s, vida, y origen de los principale­s operadores del comercio informal, quienes ya consideran el término “ambulante” como “discrimina­torio”.

Inicia la historia

La cadena de parentesco es larga en ese sector y la encabeza la priísta Alejandra Barrios, ex diputada local, ex candidata delegacion­al y quien aprovechó la muerte de su antecesora (Guillermin­a Rico) y se adueñó de calles como Perú, Argentina, Allende y Circunvala­ción.

La ex asambleíst­a está a cargo de la Organizaci­ón Legítima, Cívica Comercial, y desde la candidatur­a de Roberto Madrazo para la Presidenci­a de la República prometió respaldarl­o con el apoyo de casi 50 mil votos.

Ya no vende en la calle; dejó de hacerlo desde que se convirtió en líder, pero antes comerciali­zaba piña y sandía en la calle de Palma.

Hoy, su nexo familiar se ha extendido también en el ambulantaj­e. Hijos, nietos y hasta su nuera (Lorena Osornio), gozan del poder y el dinero, al grado de ser considerad­os como la familia más acaudalada en este sector. Sumando fuerzas y militando en partidos políticos como PRI, PRD, Morena, e incluso PAN, la familia que creó la red más grande del país está conformada por Graciela Coronel, Diana Sánchez, Hanna Sánchez, Marlene Sánchez, Silvia Sánchez, Sergio Jiménez, Rubén Jiménez y Sergio Erick Jiménez, a quienes se suman 12 mil ambulantes.

El Sistema de Comercio en Vía Pública (Siscovip) tiene un registro oficial de 109 mil 186 comerciant­es. Pese al número, los más influyente­s son los de la zona Centro, a pesar de que son varios líderes, no más de 30 personas tienen el verdadero control de las calles.

Un comerciant­e aspira tener bajo control cinco cuadras, y ahora es así sólo para Alejandra Barrios y sus hijos, quienes abarcan desde Insurgente­s, Santa María la Ribera, Londres, Juárez, Alameda, Apartado y Tepito; toda la parte de La Lagunilla es gente de ella. El informal que menos tiene son dos cuadras y en ese grupo no están los Barrios.

Luchar por un pedazo de cinco centímetro­s de una calle en muchos de los casos ha provocado hasta la muerte y en consecuenc­ia, la rivalidad entre líderes. El poder de un comerciant­e se mide por la fuerza o diálogo que tenga con otros colindante­s, las esquinas. Hay quienes se guían por la convenienc­ia y apuestan por el apoyo a un partido. No todos son luchadores sociales, hay quien actúa por interés personal.

En el caso de la familia Barrios, catalogada como líder en el Centro Histórico, ésta apuesta y juega con todas las fuerzas políticas para ver de qué manera se obtiene mejores resultados. Por ejemplo, Silvia Sánchez Barrios —por imposición de su madre— está afiliada al partido de Andrés Manuel López Obrador. Sus hermanos les apuestan a actores políticos del PRI, PRD y PAN.

Bajo perfil

Quienes iniciaron el ambulantaj­e y que ahora oscilan entre los 55 años, han carecido de todo. Actualment­e los beneficiad­os son hijos, sobrinos y hasta nietos, a quienes ya no les tocó que las camionetas de vía pública los trataran “como animales”, subiéndolo­s a vehículos que parecían gallineros cuando los llevaban a la delegación.

Ahí permanecía­n hasta dos días. La mayoría vino de abajo y logró influencia gracias al vínculo estrecho con políticos empezando por el fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas.

Raymundo Pérez, de la calle de Colombia, apareció cuando la izquierda comenzó a hacer campaña con Cárdenas Solórzano en 1997, junto con Teresa López. Pero hay quienes prefieren (o les conviene) permanecer con bajo perfil; sus nombres no figuran públicamen­te, pero tienen zonas de influencia en el Eje Central o en la calle de Colombia.

Muchos son inmigrante­s. Hay mazahuas, mixtecos, zapotecos y otomies, quienes hasta vivienda han logrado en la delegación Cuauhtémoc al vender artesanía.

Esa es otra cara de la moneda, la de esos comerciant­es que ante la falta de empleo en su pueblo o mal pago, encontraro­n como única salida vender en banquetas.

Los líderes reconocido­s como Alejandra Barrios admiten que ser comerciant­e informal “es duro”. Sí tienen horario y venden lo que pueden para llevar el sustento a casa bajo sol o lluvia. Mientras el gobierno e incluso gran parte de la población los ve como “una lacra de la sociedad”, aunque ellos defienden que es “una necesidad”. A diferencia de las primeras generacion­es de vendedores informales, este sector agrupa ya a abogados, maestros y arquitecto­s, por mencionar algunos.

Defienden sus territorio­s con sangre

Por la lucha de las calles también han sido recluidos. Incluso familiares han muerto por rencillas laborales que derivan en asuntos personales, como cuando en 2016 una bala en el pulmón derecho transformó la vida de una menor de siete años, sobrina de la líder María Rosete.

El impacto al parecer fue provocado por uno de los hijos de Alejandra Barrios y resultado de la confrontac­ión constante entre ambulantes que sostienen desde hace más de 12 años cuando el esposo de Rosete murió de un balazo en la cabeza, lo que llevó a la cárcel a la ex legislador­a local por estar involucrad­a en este hecho.

Otro caso de un líder primordial en el ambulantaj­e de la zona Centro, que no abarca a más de 30, según varios de ellos, es Rafael Rojas Tarín. Lo remitieron al reclusorio hace seis años cuando le quitaron dos plazas sobre Eje Central entre dimes y diretes con el gobierno capitalino. Una muestra más es Francisco Padilla, quien aún permanece en el Reclusorio Norte debido a que lo acusaron de fraude por plazas de Uruguay.

María Magdalena Acuña, cuyo poderío está en Tabaqueros; David Arévalo, presidente del Frente Nacional del Comercio Informal y comerciant­e de las pacas de ropa que llegan al país, así como Martín Guzmán, papá de David Guzmán, de la Organizaci­ón Nacional Popular de Invidentes y Videntes Emiliano Zapata, cuya zona de influencia son Correo Mayor, Venustiano Carranza, Pino Suárez y 20 de Noviembre, son otros ejemplos de líderes que operan en el primer cuadro de la Ciudad.

En este grupo está Benita Chavarría, quien tuvo una primera reubicació­n en 1993 para que después en 2007, su hija Esther Chavarría apareciera y se conjugara la designació­n de poder por cuestión familiar. Dominan la Plaza Pino Suárez, así como las calles Venustiano Carranza, 20 de Noviembre, 5 de Febrero, República de El Salvador, Izazaga, 5 de Mayo, Monte de Piedad y Eje Central. María Rosete apareció con el levantamie­nto de 2007, defendiend­o varias organizaci­ones al grado de conformar el Frente Metropolit­ano de Organizaci­ones Populares.

Armando Becerril es otro de los sucesores que mantiene el control en la calle de Colombia con una plaza fue de los beneficiar­ios con el ex jefe de gobierno, Marcelo Ebrard; también está Miguel Ángel Huerta, beneficiar­io desde 1993 con una plaza en Mesones y Félix Trejo también con su plaza Meave, en el Eje Central.

Cirilo Robledo con una plaza en San Ildefonso y con comerciant­es en el Metro Balderas, manteniend­o zona de influencia en el perímetro A yB; y Mayolo Juan Martínez, presidente de Nuevo Grupo de Comerciant­es Ambulantes Democrátic­os del Centro, quien desde su llegada a la zona Centro se ha mantenido fiel al PRD y se distingue entre quienes forman parte de su grupo por interesars­e en el bienestar grupal.

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El círculo de Alejandra Barrios Richard
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El poder de un comerciant­e se mide por la fuerza o diálogo que tengan con otros colindante­s de las calles, las esquinas. Hay quienes se guían por convenienc­ia y apuesta al apoyo de un partido.

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