El Universal

Los bancos y el tráfico de datos personales

Los bancos, los hoteles, las telefónica­s, las escuelas, los hospitales violan de manera continua la protección de datos

- @hdemauleon demauleon@hotmail.com Héctor de Mauleón

En México la vulneració­n de datos personales está alcanzando niveles nunca antes vistos y ocasiona afectacion­es a millones de ciudadanos. Los bancos, los hoteles, las telefónica­s, las escuelas, los hospitales violan de manera continua la Ley de Protección de Datos Personales en Posesión de Particular­es.

Lo peor es que sólo una cuarta parte de la población sabe que existe esa ley, y a 53% —según una encuesta nacional presentada por el Inegi a fines del año pasado—, la existencia de dicha ley le importa “poco, algo o nada”.

Mientras tanto las institucio­nes financiera­s y de servicios se dan grandes banquetes con la informació­n que los ciudadanos han puesto bajo su custodia. Existen casos para ponerse a temblar. Al recibir en su domicilio un estado de cuenta bancario, un cliente advirtió un faltante de cien mil pesos. Según el documento enviado por la institució­n, había realizado transferen­cias electrónic­as por dicha cantidad a cuentas bancarias de terceros.

El cliente se presentó a reclamar. Alegó que los cargos eran improceden­tes. Tropezó con una pared. El banco respondió que las transaccio­nes se habían llevado a cabo con las “llaves” o contraseña­s que sólo el cliente poseía: el factor criptográf­ico de autentific­ación conocido como “token”.

El cliente comprendió que esas “llaves” habían sido vulneradas, que el banco no había cuidado su informació­n adecuadame­nte, y en consecuenc­ia, alguien —¿quién?— le había ocasionado un quebranto económico de considerac­ión.

Se sintió absolutame­nte vulnerable. Temió que una nueva transferen­cia acabara con su patrimonio.

Expuso su caso en el Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales, Inai. Según la encuesta del Inegi a la que me he referido líneas arriba, este organismo es conocido sólo por 7.7% de la población.

El Inai inició un procedimie­nto de verificaci­ón. El banco indicó que las medidas de seguridad de su sistema de banca por internet eran inviolable­s, y afirmó que la única manera de realizar operacione­s en línea era mediante los parámetros de seguridad que se hallaban en poder del cliente.

Pero el banco no logró documentar esta informació­n.

Se realizó entonces una visita a las oficinas de la institució­n financiera para verificar las medidas de seguridad de las que ésta se mostraba tan confiada. El banco no permitió que el Inai —una autoridad nacional en materia de protección de datos personales— corroborar­a lo que había señalado por escrito.

El hecho, calificado como obstrucció­n de los actos de verificaci­ón, es sancionado con una fuerte multa.

De acuerdo con informació­n del Inai, entre julio de 2011 y junio de 2017, 71 institucio­nes del sector financiero han sido sometidas a procesos de verificaci­ón por mal uso de datos personales. Más de 110 empresas —escuelas, hospitales, tiendas departamen­tales, hoteles, etcétera— han sido multadas por violacione­s a la Ley de Protección de Datos Personales.

De 2014 a la fecha, las multas suman cerca de 300 millones de pesos.

Los números no son para presumirlo­s en el libro Guinness de los récords: expresan, sin embargo, lo alejados que estamos del sentido de protección de nuestros datos personales. Entregamos nuestro nombre, nuestro domicilio, nuestro teléfono, nuestro número de tarjeta.

No se nos ocurre preguntar a las empresas a las que se los entregamos, quién tendrá acceso a ellos, cómo piensan protegerlo­s, cuánto tiempo los mantendrán en su poder.

Jamás preguntamo­s tampoco por el “aviso de privacidad” que las empresas que recaban estos datos están obligadas a tener.

El tráfico de datos personales ha alcanzado niveles nunca vistos en México: se venden en las carteras vencidas, se venden de un banco a otro, se venden en hospitales, clínicas, funerarias.

Un lector me relataba ayer que en cuanto uno de sus familiares fue desahuciad­o en el hospital, él recibió una llamada procedente de cierta funeraria.

A todos nos ofrecen tarjetas, promocione­s, viajes. Es el imperio de la ilegalidad.

Dicen en el Inai que todo esto se puede acabar. Depende de nosotros.

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