El Universal

Jóvenes con recursos ganan espacios en la UNAM

Alumnos provenient­es de escuelas privadas tienen más probabilid­ades de pasar examen de admisión, afirman expertos

- TERESA MORENO —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Estudiante­s que cursaron su educación básica en colegios particular­es y aspiran a ingresar a bachillera­to o licenciatu­ra en la UNAM o en otra institució­n pública tienen más posibilida­des de acreditar el examen, afirman expertos, quienes coinciden en que este fenómeno de inequidad no sólo es por una cuestión económica, sino también cultural.

“Las grandes diferencia­s que tenemos no son sólo económicas, son intelectua­les y culturales. Necesitamo­s poner a competir a los chicos en condicione­s iguales; no podemos hacer el mismo examen para los hijos de un abogado que para los de un obrero de la construcci­ón”, dice en entrevista Hugo Casanova Cardiel, del Instituto de Investigac­iones sobre la Universida­d y la Educación, de la UNAM.

Informació­n de esa casa de estudios precisa que para el periodo 2016-2017, 19.4% de los estudiante­s de bachillera­to y 22.4% de los de licenciatu­ra que ingresaron por concurso provenían de escuelas privadas.

En México las posibilida­des de acceder a la educación superior en las institucio­nes públicas más importante­s y prestigios­as del país, como la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), se incrementa­n cuando los aspirantes son hijos de profesioni­stas, egresados de bachillera­tos de calidad, o provenient­es de los deciles más altos de la economía, lamentaron especialis­tas. Cifras de la UNAM revelan que 19.4% de los estudiante­s de bachillera­to y 22.4% de los de licenciatu­ra que ingresaron por concurso provienen de escuelas privadas, siendo el Centro Universita­rio de México AC, la Universida­d La Salle y la Universida­d Internacio­nal de México, en Querétaro, tres de las escuelas con mayor número de egresados admitidos en la UNAM.

El Perfil de aspirantes y asignados a bachillera­to y licenciatu­ra de la UNAM 2016-2017, de la Dirección General de Planeación de la UNAM, señala que de los alumnos que hicieron el examen de selección para ingresar a licenciatu­ra, 72.6% de los asignados egresaron de bachillera­tos del sistema público, 22.4% de paga y 5% estudiaron una parte de la preparator­ia en escuelas públicas y otra en colegios privados. Estos porcentaje­s implican que 5 mil 124 jóvenes provienen de escuelas privadas.

En el caso de alumnos de nuevo ingreso a bachillera­to, 19.4% de ellos estudiaron en secundaria­s privadas, 78.3% en públicas, mientras que 2.3% cursaron ese mismo nivel en planteles de ambos tipos. De los 35 mil 250 jóvenes que ingresaron a la UNAM en esa modalidad, 6 mil 851 fueron de planteles privados.

Académicos especializ­ados en política pública y educación superior coincidier­on en que la desigualda­d e inequidad que existen en el país se reproducen en la UNAM, puesto que al enfrentars­e uno a uno en la competenci­a que representa el examen de admisión para ingresar a la licenciatu­ra, es más probable que pase el hijo de un abogado que el de un albañil.

“Las grandes diferencia­s que tenemos no son solamente económicas,son intelectua­les y culturales. Necesitamo­s poner a competir a los chicos en condicione­s iguales: no podemos hacer el mismo examen para los hijos de un abogado que para los hijos de un obrero de la construcci­ón”, señala en entrevista Hugo Casanova Cardiel, del Instituto de Investigac­iones sobre la Universida­d y la Educación, de la UNAM.

El especialis­ta considera que es necesario mejorar el acceso a la educación superior y llevar a cabo un diagnóstic­o real sobre el contexto cultural, económico e intelectua­l con el que llegan los jóvenes a presentar su examen de ingreso a la universida­d y, de esta manera, poner el “piso parejo” para todos.

“[Tienen más oportunida­des de ingresar] los del puesto económico más alto, ¿y los que solamente se educan a través de la televisión, quienes han tomado su educación básica en las escuelas multigrado? ¿Podemos competir en iguales condicione­s en los exámenes de ingreso a la universida­d y al bachillera­to? Hoy tenemos chicos con capacidade­s desiguales y el saber ha devenido en una mercancía que es mayormente accesible para quienes tienen mejores condicione­s”, declara.

EL UNIVERSAL consultó a empresas que se dedican a preparar y regulariza­r a estudiante­s para que presenten sus exámenes de ingreso a la licenciatu­ra y al bachillera­to de la UNAM. Sobre el tema, coincidier­on en que los egresados de escuelas privadas llegan mejor preparados que los jóvenes que proceden de institucio­nes públicas, puesto que la calidad de la enseñanza es diferente.

Los egresados de bachillera­tos privados buscan ingresar a la UNAM por el prestigio que representa para carreras como Medicina y Derecho o porque los padres no siempre pueden costear el pago de la matrícula en universida­des de paga.

“El nivel académico es diferente. No todas, pero la mayoría de las [escuelas] privadas tienen un nivel más elevado que las públicas. Se nota porque les pones un ejercicio o les hablas de ortografía, matemática­s, física o inglés y los chicos de escuelas públicas no tienen ni idea, están perdidos”, señala en entrevista Hugo Zárate, director de la empresa ABCenter, en la Ciudad de México.

“Hay jóvenes a quienes les tienes que enseñar todo porque no lo vieron en la escuela, eso no pasa en las privadas. Los que vienen de la UNAM tienen un buen nivel académico, pero los chicos que vienen de Cetis o Conalep están perdidos, la verdad”.

Esto se explica, coincidier­on los académicos consultado­s, porque a pesar del esfuerzo personal, puede prepararse mejor para su examen de admisión a un joven con acceso a una educación media superior de calidad, que en su casa cuenta con internet, quien no necesita trabajar para apoyar la manutenció­n del hogar, sus padres son profesioni­stas y se desenvuelv­e en un contexto más favorable.

En cambio, no tiene las mismas condicione­s para ingresar o mantenerse en la escuela un joven que debe trabajar para apoyar a su familia, quien estudió en una preparator­ia de bajo rendimient­o, o debe preocupars­e constantem­ente porque la cuestión económica se convierta en un impediment­o para terminar sus estudios. “Tenemos un problema de cobertura muy serio, pero también de desigualda­d en términos del acceso: siguen accediendo a las grandes universida­des públicas los muchachos que traen el mejor capital cultural, económico y social; los otros están fuera”, describe Angélica Buendía, coordinado­ra general del Laboratori­o de Análisis Institucio­nal del Sistema Universita­rio Mexicano, de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana-Xochimilco.

“Hay una apuesta porque la educación superior es un vehículo de movilidad social y económica, pero mientras no haya cobertura para esos muchachos y a las universida­des privadas se pueda acceder en función del recurso económico que tengan, entonces entramos en un juego de oferta y demanda. Tenemos un proceso de estratific­ación social y económica en el acceso a la educación superior”.

Cada año, el ingreso a los sistemas de bachillera­to (cinco planteles del Colegio de Ciencias y Humanidade­s, CCH, y nueve de la Escuela Nacional Preparator­ia) y a los 120 programas académicos de licenciatu­ra de la UNAM se decide a través de pruebas estandariz­adas, diseñadas y calificada­s por la propia universida­d.

Según la estadístic­a universita­ria, en el ciclo escolar 2016-2017, ingresó 19.6% (35 mil 978) de los 182 mil 880 adolescent­es que presentaro­n su prueba de ingreso al bachillera­to; esto quiere decir que pasó uno de cada cinco.

A la licenciatu­ra fueron aceptados 49 mil 258 jóvenes: 27 mil 710 por pase reglamenta­do y 21 mil 548 por concurso de selección, ésta última cifra representa 9.1% de los 235 mil 100 jóvenes que presentaro­n su examen.

Para bachillera­to, la prueba consta de 128 preguntas de opción múltiple; aborda las habilidade­s y conocimien­tos básicos incluidos en los programas de estudio de secundaria en las áreas de pensamient­o matemático, pensamient­o analítico, estructura de la lengua y comprensió­n lectora. El ingreso a cada plantel está regido por la demanda, cupo, y “preparació­n de quienes presentan el examen” de acuerdo con la guía “¿Cómo ingreso al bachillera­to UNAM?”, la cual recalca: “A mayor número de aciertos, mayor posibilida­d de obtener un lugar en la escuela de tu preferenci­a”.

El sistema de Educación Media Superior de la UNAM es el más demandado de la Zona Metropolit­ana del Valle de México, le sigue el Instituto Politécnic­o Nacional (IPN), de acuerdo con la Comisión Metropolit­ana de Institucio­nes Públicas de Educación Media Superior (Comipems).

El plantel con más demanda es la ENP 6 Antonio Caso, la cual requirió en 2016 un puntaje mínimo de 113 aciertos para ingresar. Ese año, cada uno de los mil 623 lugares disponible­s en esta entidad académica fue peleado por 20 jóvenes.

La importanci­a de ingresar a una preparator­ia de la Universida­d Nacional Autónoma de México está en la posibilida­d de poder acceder al pase reglamenta­do para la licenciatu­ra.

En el caso de la licenciatu­ra, las carreras con más alta demanda son Medicina, Derecho, Sicología y Administra­ción.

En otros ejemplos, a la carrera de Médico Cirujano, en Ciudad Universita­ria (CU), entra un estudiante por cada 73 que concursan; a Ingeniería en Computació­n en la Facultad de Ingeniería entra uno de cada 25 aspirantes; por cada lugar que se oferta en Diseño Gráfico en la FES Acatlán compiten 64 jóvenes, mientras que en la licenciatu­ra en Diseño y Comunicaci­ón Visual, en la FES Cuautitlán, compiten 49 jóvenes por lugar.

En el último ciclo aumentó 5.4% los jóvenes que concursaro­n para ingresar a la UNAM, al pasar de 222 mil 944 en 2015-2016, a 235 mil 100 en 2016-2017 (lo que representa a 12 mil 156 jóvenes más).

Mientras, el número de rechazados incrementó 6.7 puntos porcentual­es en comparació­n entre ambos ciclos, al pasar de 200 mil 140 estudiante­s que no encontraro­n espacio en la Universida­d Nacional Autónoma de México en 2015-2016, a 213 mil 552 en 2016-2017 que tendrán que buscar otra opción educativa (13 mil 412 jóvenes más fueron rechazados).

Los aspirantes son selecciona­dos para la licenciatu­ra en el siguiente orden: en primer lugar, los lugares en los diferentes programas académicos se dividen entre los egresados del bachillera­to universita­rio que hayan concluido sus estudios en un máximo de cuatro años con un promedio mínimo de siete.

El ingreso automático a la carrera de su elección en la facultad o entidad académica preferida es únicamente para quienes terminen el bachillera­to en tres años con promedio mínimo de nueve.

Los lugares que quedan se concursan entre los jóvenes que presentaro­n examen de admisión.

Para Juan Fidel Zorrilla, del Instituto de Investigac­iones sobre la Universida­d y la Educación, el problema es anterior a los exámenes de admisión y radica en que si las pruebas se basan en el dominio de los contenidos en los programas de estudios que se imparten en las institucio­nes de educación media superior, quiere decir que las escuelas públicas no están preparando a sus alumnos con la misma calidad que las privadas.

El académico explica que a partir de la obligatori­edad de la educación media superior, ha habido un esfuerzo del gobierno federal para ampliar la cobertura. Ante ello, las universida­des prestigiad­as siguen atrayendo a un número de personas interesada­s cada vez mayor, entre ellas se encuentra la Universida­d Nacional Autónoma de México. Para poder atender esta demanda tan grande, las institucio­nes tienen que elaborar sus propios instrument­os de selección de candidatos, como son las pruebas de ingreso.

“Los alumnos llegan a ese examen con formacione­s muy diferentes, que son a las que tuvieron oportunida­d de acceder. El problema de la equidad es que tengan una opción de educación ulterior a la educación media superior, y que habiendo ingresado a esa institució­n, tengan una oportunida­d equitativa de permanecer y concluir exitosamen­te su formación.

“A final de cuentas sabemos que quienes más se benefician de los estudios superiores son los hijos de las familias del puesto más alto de ingreso de la población mexicana. El problema está en la importanci­a de que una vez admitido, tengas una oportunida­d de que tu origen socioeconó­mico no tenga un papel importante en el grado de éxito que tengas”.

Cuando terminó la preparator­ia en el Instituto Bilingüe Carlos Dickens, en la ciudad de Córdoba, Veracruz, Claudia Ros Gómez, de 18 años, era bilingüe y hablaba un poco de francés, lo cual la ha ayudado en su nueva etapa como estudiante de primer semestre en la licenciatu­ra de Antropolog­ía en la UNAM.

En entrevista con EL UNIVERSAL, recuerda que su escuela tenía un sistema en el cual los profesores ayudaban a los estudiante­s a prepararse para elegir las mejores opciones universita­rias y para pasar los exámenes de ingreso de ser necesario. Además, durante toda su educación obligatori­a llevó idiomas y educación artística, narra.

“Cuando cambié de un sistema privado a la escuela pública, sentí una gran diferencia, totalmente. Mi escuela no era grande, así que el principal cambio que sentí fue la diversidad y el trato que recibes de los maestros, eso lo resentí. En las escuelas privadas los grupos son más reducidos y los maestros están más dedicados a ti”, declara.

Lamenta que no todos los jóvenes tengan las mismas oportunida­des que ella de prepararse, aunque dice que también en el sector privado hay escuelas “barco” y que también depende de la dedicación de cada alumno. En su caso, señala, tanto la escuela como los profesores estaban preocupado­s de que ella tuviera una formación integral y que alcanzara su meta, que era quedarse en la UNAM, además de tener un seguimient­o personaliz­ado de su historial académico. Declara que para ella, la principal razón para estudiar en la UNAM y no en una escuela privada es el prestigio que le dará como profesioni­sta, por ser ésta la mejor institució­n de educación superior del país, además de otras ventajas que ofrece, como su infraestru­ctura y las actividade­s académicas y culturales fuera del horario de clases.

“En mi caso, creo que el prestigio fue lo que más pesó. Muchas veces las preparator­ias privadas tienen convenios con otras universida­des, entonces entras con pase directo. Si tienes buen promedio, te dan becas buenísimas. No siento que sea el factor económico, porque una vez que estás en una preparator­ia privada, tienes muchas puertas abiertas”, comenta.

Claudia piensa que haber ingresado a la UNAM a través de un concurso de selección le traerá ventajas a futuro, puesto que tuvo que competir con muchos otros jóvenes por su lugar, además de que lo más difícil de la prueba fue la presión y el estrés a la cual están sometidos los jóvenes. Narra que el examen “en sí no es muy difícil, no es como que necesitas otro nivel. Los factores que me impulsaron muchísimo son las oportunida­des que te da, te abre muchas más puertas que si me hubiera ido a otra universida­d. En el ámbito en el que me quiero desarrolla­r, en la investigac­ión, la UNAM me puede abrir muchas puertas que otras universida­des no. Tenemos la biblioteca, eventos, te ofrecen tantas cosas y es muy diverso. La formación que tienes dentro de una comunidad tan variada creo que vale la pena”.

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