El Universal

Mi hijo por los hijos del Chapo, la propuesta de Dámaso

- Carlos Loret de Mola Viernes 28 de julio de 2017 historiasr­eportero@gmail.com

Las autoridade­s habían tocado a la puerta. ¿Para qué tirarla, si no tenía escapatori­a, ni modo que se aventara desde 30 metros de altura? La esposa de Dámaso López Núñez preguntó que quien era. Ellos se identifica­ron, dijeron que traían la orden. Ella abrió y entonces sí ingresaron con todo.

El día que llegaron a capturarlo al lujoso departamen­to de la zona de Polanco en la Ciudad de México donde estaba con su mujer, El Licenciado se metió al baño y tiró sus dos celulares al escusado.

Los elementos de élite del Ejército y de la Agencia de Investigac­ión Criminal de la PGR le pidieron los teléfonos y las contraseña­s para acceder a la informació­n contenida en ellos. El Licenciado, compadre de El Chapo y desde la captura de éste uno de los hombres que peleaba por quedarse con el control del Cártel de Sinaloa, se negó, pidió unos minutos para despedirse de su esposa y lloró.

Según testigos de estos hechos, no fue la última vez que vieron a El Licenciado entre lágrimas. Del departamen­to de Polanco fue trasladado a las instalacio­nes de la Subprocura­duría Especializ­ada en Investigac­ión de Delincuenc­ia Organizada (SEIDO), y ahí lloró de nuevo.

Estaba abatido emocionalm­ente, pero también muy claro en qué estrategia seguir. Parecía —me dicen algunos de quienes estuvieron ahí— que sabía que algún día iba a caer y había pensado cuidadosam­ente qué hacer, qué decir.

Contó del Chapo, su compadre, con cuyos hijos sostenía una sangrienta disputa por el dominio del cártel. Estaba seguro de que Joaquín Guzmán Loera no había hablado mal de él. “La bronca es con sus hijos”, les dijo, según me narran. En efecto, El Chapo nunca habló mal de Dámaso López Núñez.

El Licenciado se quejó de que Alfredo e Iván Archivaldo Guzmán Salazar querían sacar de la organizaci­ón a él y a su hijo, Dámaso López Serrano, El Mini Lic. Incluso les dibujó el tamaño del negocio: aseguró que los hijos de El Chapo obtienen siete millones de pesos a la semana sólo por el control del narcomenud­eo en Culiacán y otros cuatro por Mazatlán.

Y entonces vino la parte clave de su conversaci­ón. Dámaso López Núñez ofreció a las autoridade­s “ponerles” a los hijos del Chapo a cambio de que no tocaran a su propio hijo, El Mini Lic.

Las autoridade­s, me aseguran, no aceptaron. Le contestaro­n que a él les convenía decirles dónde estaba su hijo, porque si no, los hijos del Chapo lo iban a encontrar y a matar.

No hubo trato. El Licenciado les advirtió que se iba a guardar la informació­n para llegar a un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos, seguro de que sería extradidat­o.

Hace unas horas, el hijo, Dámaso López Serrano, El Mini Lic, se entregó a autoridade­s estadounid­enses.

Se puede deducir fácilmente qué sigue. La estrategia había sido delineada por el padre.

Dámaso López Núñez ofreció a las autoridade­s ‘ponerles’ a los hijos del Chapo a cambio de que no tocaran a su propio hijo, El Mini Lic

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