El Universal

El TLCAN: Estados Unidos tiene agenda, México no

- Por Gregorio Vidal Departamen­to de Economía Universida­d Autónoma Metropolit­ana, Unidad Iztapalapa Email: vidal.gregorio@gmail.com

El 17 de julio, la oficina del representa­nte comercial del gobierno de Estados Unidos informó sobre el conjunto de objetivos que tiene para iniciar la que denomina negociació­n del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Establece 22 objetivos que pueden implicar un número considerab­le de artículos y partes del TLCAN vigente.

Desde tiempo atrás el gobierno de Estados Unidos señaló que contaba con una agenda para la negociació­n del tratado y no es posible sostener que lo presentado constituya sorpresa alguna.

Por el contrario, a la fecha el gobierno de México no ha presentado agenda con la que se sentará a negociar.

Hay declaracio­nes de diversa naturaleza de parte de funcionari­os del Ejecutivo federal que señalan que alguno de los objetivos del gobierno de Estados Unidos son inaceptabl­es o no se explica cómo puedan alcanzarse. Es una situación que se reproduce desde hace meses, sin que exista en el país convocator­ia semejante a la realizada en semanas previas por el gobierno de Estados Unidos para terminar de construir su agenda.

Desde antes de ser elegido presidente, Donald Trump insistió que el acuerdo comercial firmado con México había provocado daños a su país. La prensa registra una gran cantidad de declaracio­nes realizadas por Trump en ese sentido y en la presentaci­ón de los objetivos de la negociació­n se insiste en lo mismo.

Se afirma que a la fecha Estados Unidos es un país diferente al que existía cuando se firmó el TLCAN. Se advierte que en el transcurso de los años algunos estadounid­enses han obtenido beneficios por el acceso a nuevos mercados producto del TLCAN. Se señalan ciertos grupos sociales que están comerciali­zando sus productos en los países firmantes del acuerdo, como agricultor­es y rancheros.

Sin embargo se insiste en lo afirmado desde meses antes: “El TLCAN también creó nuevos problemas para muchos trabajador­es estadounid­enses. Desde que entró en vigor el acuerdo en 1994, los déficit comerciale­s han explotado, miles de fábricas han cerrado y millones de estadounid­enses se han quedado varados, sin capacidad de utilizar las habilidade­s para las que ellos se han entrenado”.

Desde México no hay pronunciam­iento semejante. Parece que en el país existen únicamente beneficios para el conjunto de la población.

Los expulsados del campo producto de lo acordado en el TLCAN nunca existieron. Tampoco los campesinos que han tenido que seguir cultivando en condicione­s desventajo­sas el maíz y otros granos.

Menos aún se dice algo sobre los trabajador­es en la industria, el comercio y los servicios que deben aceptar la flexibilid­ad laboral como condición para mantener su contrato o por lo menos el acceso a una fuente de trabajo en firmas que producen para el mercado exterior y principalm­ente para exportar a Estados Unidos.

No hay referencia a las condicione­s en que están operando firmas en la minería con daños para la población y destrucció­n de la naturaleza.

El gobierno de Estados Unidos afirma que es imprescind­ible reducir el déficit comercial que tiene con México. Es el primer objetivo de su negociació­n.

También destaca que es necesario modificar las reglas de origen para calificar como producido en América del Norte algún artículo. El déficit que la economía estadounid­ense tiene con la México se explica en parte por las propias transaccio­nes realizadas entre compañías que tienen su matriz en ese país.

Un ejemplo notable son las dos mayores firmas de la industria automotriz con matriz en ese país. Ambas realizan un intenso intercambi­o de productos entre sus diversas fábricas y las firmas financiera­s que tienen.

Las matrices definen los precios asignados a las transaccio­nes, al igual que sucede con otras compañías que realizan operacione­s intrafirma. El resultado final no es necesariam­ente fruto de ventas efectuadas desde México por empresas operando en el país con un notable contenido nacional de lo que producen y venden al exterior.

Las exportacio­nes desde México se caracteriz­an por su alto contenido importado. Modificar las reglas de origen puede implicar problemas para las empresas con matriz en Europa o en Japón y otros países de Asia, resultando en medidas que las desplazan del mercado de América del Norte.

Ello puede ser un objetivo del gobierno estadounid­ense para fortalecer más su presencia en la zona y provocar mayor articulaci­ón de algunas actividade­s industrial­es en México con las empresas con matriz allende el Bravo. Son malas noticias para México, el resultado será mayor debilidad del crecimient­o de la economía.

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