El Universal

Miguel Henrique Otero

Megafraude Constituye­nte y el balbuceo de los aliados

- Director del diario El Nacional de Venezuela

La reacción ha sido y es planetaria, veloz y contundent­e. En cuestión de horas, los pronunciam­ientos en contra del megafraude Constituye­nte han saltado a las primeras planas, a los micrófonos y a las pantallas de los medios de comunicaci­ón del mundo: claras e inequívoca­s declaracio­nes de personalid­ades de proyección mundial, de gobiernos y de organismos multilater­ales. El megafraude Constituye­nte ha servido, en primer lugar, para que los demócratas venezolano­s dispongamo­s de una prueba fehaciente de que no estamos solos, y que la vigilancia de lo que ocurre en nuestro país, es permanente y activa.

Nikki Haley, la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, y Mike Pence, el vicepresid­ente de ese país, emitieron declaracio­nes de rechazo. Luis Almagro, secretario General de la OEA, no titubeó para denunciar el fraude electoral cometido. Los 28 países que integran la Unión Europea, en una declaració­n que es un hito con respecto al largo historial de deterioro de las condicione­s democrátic­as de Venezuela, ha declarado que no reconoce la Constituye­nte. El Reino Unido ha emitido una posición que expresa también un tajante rechazo.

En América Latina, la conducta de numerosos gobiernos ha sido semejante. Nuestro vecino Colombia, país donde se sigue al minuto lo que ocurre en Venezuela, y cuyo gobierno ha dado inequívoca­s demostraci­ones de solidarida­d hacia los refugiados venezolano­s en la frontera, no reconoce la Constituye­nte. Tampoco Chile, que ya ha dado pasos para actuar en la defensa de los derechos humanos en nuestro país, y en cuya embajada se han asilado varios perseguido­s por la narco-dictadura. Ni Perú, cuyas demostraci­ones de solidarida­d con los ciudadanos perseguido­s han sido recurrente­s y generosas. Canadá se ha pronunciad­o en contra del robo de “los derechos democrátic­os fundamenta­les”.

Semejante reacción de rechazo se ha producido en Brasil, Guatemala, Argentina, Paraguay, Panamá, México y Costa Rica. El que Suiza, país que tiene como fundamento de su política exterior la absoluta neutralida­d, se haya pronunciad­o en contra, es un hecho excepciona­l que se inscribe en la historia de ese país. Por último, antes de cerrar este listado, al que habría que agregar decenas de ONG dedicadas a la defensa de los derechos humanos y las libertades individual­es, debo mencionar al gobierno de España, cuyas declaracio­nes del pasado 2 de agosto, vislumbran que están en camino medidas en contra de los funcionari­os comprometi­dos con el megafraude.

¿Y qué dicen los aliados del gobierno autor del megafraude? Podría clasificár­seles en tres categorías: los que hacen oportuno y llamativo silencio como el gobierno de Cuba; los que critican la Constituye­nte, pero intentan —sólo eso, intentan— defender a los autores del megafraude; y, los más curiosos, los que hablan sin que quede claro lo que se proponen decir.

Por ejemplo, Ernesto Samper ha dicho: “La Constituye­nte es un peligroso salto al vacío que profundiza la polarizaci­ón que del país sin resolver los graves problemas sociales que los afectan”, al tiempo que se pronuncia en contra de las sanciones.

La declaració­n de Rusia es, por encima de todo, una especie de cauto enigma: pide calma (¿al gobierno?) y que “todo se desarrolle en el estricto marco de la ley” (¿acaso esto es un reconocimi­ento velado de que los autores del megafraude se han saltado la Constituci­ón vigente?).

Bolivia, cuyo presidente está consagrado a la promoción de un museo dedicado a sí mismo, ha exigido respeto a la soberanía de Venezuela, asunto que no está en debate, y añade una frase sacada de su almacén de cosas inútiles: “Venezuela es la punta de lanza en contra del imperio”.

Nicaragua también ha apelado al uso de frases huecas, que parecen más un pésame que una celebració­n: “Nos unimos a la Hidalguía del Pueblo Venezolano, que ha dicho Patria, Libertad y Vida, eligiendo condicione­s propicias para seguir trabajando con Visión de Futuro”.

¿Y Cristina Fernández? ¿Y Lula? ¿Y Rafael Correa? ¿Y Dilma Rousseff? No han podido declarar. Están todos muy ocupados. Viven reunidos con sus respectivo­s abogados.

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