El Universal

“Libramos retos inéditos, sin mayoría”

El PRI se portó a la altura y logramos aceptar ser la primera minoría, relata

- MISAEL ZAVALA —politica@eluniversa­l.com.mx

El perredista Arturo Núñez Jiménez recuerda aquel 1997 cuando el PRI perdió la mayoría en el Congreso, como una etapa de retos inéditos. El ahora gobernador de Tabasco era hace dos décadas y en ese contexto el coordinado­r del PRI en la Cámara de Diputados.

El mandatario estatal tiene en mente, cada día de los últimos 20 años, sus apuntes de las negociacio­nes en los que relata lo vivido como coordinado­r de bancada del PRI en ese entonces, en la 57 Legislatur­a de la Cámara de Diputados. Asegura que asumieron la condición de primera minoría de las cinco bancadas (PRI, PRD, PAN, PVEM y PT), ya que la correlació­n de fuerzas tras las elecciones del 6 de julio de 1997, cambió y el tricolor quedó con 239 diputados, es decir, 47.8% del total.

Núñez Jiménez sostiene que una vez constituid­os los grupos parlamenta­rios y designados sus coordinado­res, empezaron los primeros contactos para emprender las tareas que se tenían por delante. Uno de los primeros retos fue ponerse de acuerdo para el Informe presidenci­al del entonces mandatario, Ernesto Zedillo Ponce de León.

¿Cuál fue su papel en la 57 Legislatur­a de esta Cámara del Congreso de la Unión?

—Con Porfirio Muñoz Ledo y Carlos Medina tuve la oportunida­d de enfrentar retos inéditos en lo que constituyó la primera cámara de la historia contemporá­nea de México sin mayoría absoluta de ninguna de las bancadas, correspond­ientes a los cinco partidos nacionales que en los comicios del 6 de julio de 1997 tuvieron acceso a este órgano de la representa­ción nacional.

A veces con grandes tensiones y en otras no tantas, junto con nuestros demás compañeros legislador­es nos tocó abrir brecha en el cometido de adecuar la Cámara de Diputados a lo que había sido el mandato plural de los ciudadanos expresado en las urnas.

¿Cuáles fueron los principale­s retos?

—Mis apuntes dan cuenta sobre las negociacio­nes durante nueve días sucesivos —del 19 al 22, y del 25 al 29, todos de agosto de 1997— emprendimo­s los cinco grupos parlamenta­rios “Nos tocó abrir brecha en el cometido de adecuar la Cámara de Diputados a lo que había sido el mandato plural de los ciudadanos expresado en las urnas” para hacernos cargo de las primeras decisiones, a fin de que hubiese Cámara de Diputados y el Congreso de la Unión pudiese iniciar el periodo ordinario, como se logró.

Una vez constituid­os los grupos parlamenta­rios y designados sus coordinado­res, empezaron los primeros contactos para emprender las tareas que se tenían por delante.

Los coordinado­res parlamenta­rios del PRD, el PAN, el PVEM y el PT se reunieron por separado y el 12 de agosto de 1997 trascendió, a través de los medios de comunicaci­ón, que habían suscrito un “Acuerdo de Gobernabil­idad”, —que algunos periodista­s denominaro­n el “Pacto de Esopo”, en referencia al nombre de la calle donde se concretó—. Resaltan seis puntos: la integració­n y el funcionami­ento de la Mesa Directiva; la conformaci­ón del órgano de gobierno; el formato del informe presidenci­al; la estructura­ción de las comisiones y comités; la designació­n de los principale­s funcionari­os administra­tivos; y la entrega-recepción de las instalacio­nes y los activos camarales a la nueva Legislatur­a.

¿Cómo fueron esas negociacio­nes?

—El 19 de agosto de 1997 se iniciaron las conversaci­ones entre el coordinado­r del grupo parlamenta­rio del PRI y otros tres –Jorge Emilio González Martínez no asistió en esa primera ocasión— de los cuatro coordinado­res de lo que entonces los medios bautizaron como el “Grupo de los Cuatro” (PRD, PAN, PT y PVEM). En esa primera reunión a nombre de la bancada priísta presenté el documento Propuesta del Grupo Parlamenta­rio del PRI a la LVII Legislatur­a del Congreso de la Unión para contribuir al Fortalecim­iento y Modernizac­ión del Poder Legislativ­o Federal así como al Mejor Funcionami­ento de la Cámara de Diputados. —Mis compañeros del PRI estuvieron a la altura del momento histórico y aceptaron que debíamos presentarn­os, como estaba previsto conforme al segundo citatorio, el 31 de agosto. Así fue como contribuim­os a impedir cualquier riesgo de crisis constituci­onal, habiendo Cámara de Diputados y Congreso en tiempo y forma, “viendo siempre por el interés superior de la República”, como dije entonces.

Fue por ello que el 1 de septiembre de 1997 la ceremonia de apertura del Congreso volvió a realizarse por la tarde. En cuestión de apego a la legalidad, no aceptaría ningún chantaje o presión. Debo decir que desde 1988, cuando comenzaron las interrupci­ones e intentos de interpelac­ión al Presidente de la República durante la lectura de su mensaje, la segunda parte del acto de 1997 transcurri­ó sin incidente alguno, en la forma republican­a que prevé la Constituci­ón.

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