El Universal

¿Qué le debe Enrique Peña a Tomás Zerón?

- Elisa Alanís Twitter: @elisaalani­s Facebook: Elisa-Alanís-Zurutuza

Al Presidente se le ve mañana, tarde y noche en anuncios de radio, televisión, redes sociales, entrevista­s. Está concentrad­o en la propaganda-mensaje del 5to Informe de Gobierno.

Le quedan diez meses antes de las elecciones. Echará la carne al asador (como lo hizo en Edomex) para tratar de mejorar su imagen y dejar en puestos clave a quienes le aseguren un futuro sin turbulenci­as.

No sé con qué mensaje se quede la ciudadanía después de estos días de bombardeo publicitar­io. Pero sé cuáles son los temas que perseguirá­n a EPN toda la vida: Ayotzinapa y la Casa Blanca.

No porque sean los únicos, sino porque son emblemátic­os de la corrupción e impunidad del sexenio.

Y justo esta semana, Tomás Zerón de Lucio, secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional y ex director de la Agencia de Investigac­ión Criminal, apareció para reivindica­r la “verdad histórica”.

Lo ha hecho durante las dos últimas visitas del Mecanismo de Seguimient­o de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos para el caso Ayotzinapa.

En esta ocasión, salió después de que la comisionad­a Troitiño reiteró que la versión oficial carece de solidez. Y luego de que la PGR anunció que, finalmente, retomará algunas de las recomendac­iones de los expertos internacio­nales. No le importó destruir lo acordado con los familiares de los normalista­s.

La propia Procuradur­ía tuvo que emitir un boletín para matizar las declaracio­nes.

Por su parte, la CIDH reiteró que la difusión de la hipótesis del basurero de Cocula pone en

riesgo la búsqueda de la verdad y la justicia.

He comentado que las historias macabras de esta administra­ción se entrelazan.

El mismo Zerón de Lucio es quien aparece en los contratos del malware Pegasus, con el que se espió a defensores de derechos humanos y a periodista­s, precisamen­te varios de quienes realizaron el reportaje de La Casa Blanca de Peña Nieto.

Adquirió este software israelí a través de un intermedia­rio, Grupo Tech Bull SA de CV. Resulta que esa empresa apenas se constituyó en 2015. Como lo dio a conocer Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, sus dueños viven en zonas populares en barrancas en la Ciudad de México y dicen no haber recibido dinero alguno de los 32 millones de dólares que costó el software.

Para complicar la trama, el primer domicilio de Tech Bull correspond­e a oficinas virtuales donde también estaban inscritas dos empresas fantasma de Javier Duarte.

¿Y las autoridade­s? Ni siquiera la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión ha pedido los contratos firmados por Zerón. ¿Por qué tanto cobijo? ¿Qué le debe el Ejecutivo federal a su subalterno?

¿Le augura Zerón a su jefe un futuro sin turbulenci­as?

Porque en el presente, flaco favor le hace al salir a defender la desacredit­ada “verdad histórica” en horas donde Peña es la estrella de los spots.

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