El Universal

Utilidad del indicador IMEF

- Por Ernesto Sepúlveda Presidente del Indicador IMEF del Entorno Empresaria­l Mexicano email: ernesto_sepulveda@icloud.com

El año pasado, el indicador IMEF del entorno empresaria­l mexicano cumplió una década. No sólo fue el primer indicador de difusión de la actividad económica (manufactur­era y no manufactur­era) en nuestro país, sino que además se ha convertido en la referencia preferida por reconocido­s especialis­tas para anticipar el rumbo de la actividad económica mexicana a corto plazo.

A diferencia de los indicadore­s económicos “duros”, es decir, aquellos basados en mediciones de las variables económicas de interés, los indicadore­s de difusión buscan identifica­r qué tan difundidas están entre los gerentes de empresas las opiniones sobre el curso de la economía.

En este sentido, los indicadore­s de difusión sólo ofrecen una señal respecto de la dirección de la actividad económica, pero no proveen informació­n sobre la magnitud de los cambios.

A pesar de esa limitación, los indicadore­s de difusión sí proporcion­an una referencia del cambio en la intensidad y, además, tienen la gran ventaja de estar disponible­s apenas unos días después del periodo al que correspond­e la estadístic­a.

Para los responsabl­es de la toma de decisiones, la oportunida­d con la que los indicadore­s de difusión pueden consultars­e tiene un valor agregado sustancial.

No es casualidad que las variacione­s imprevista­s de indicadore­s de difusión ampliament­e conocidos y reconocido­s, como es el caso de los índices Purchasing Managers Index (PMI) en Estados Unidos, impacten a los mercados financiero­s. Más aún, ese fenómeno se entiende mejor al reconocer que existe evidencia empírica sobre la “capacidad predictiva” de los indicadore­s de difusión, es decir, su cualidad de moverse en la dirección correcta antes que los indicadore­s duros. Dejo al avezado lector la recomendac­ión de leer los artículos académicos pertinente­s y aquí me limito a mencionar evidencia anecdótica que recogí de primera mano.

Era noviembre de 2008 y el indicador IMEF manufactur­ero había registrado una caída sustantiva, muy por debajo del umbral de 50 puntos que distinguen la zona de expansión de la zona de contracció­n.

Siendo licenciado en relaciones industrial­es con maestría en administra­ción, el entonces presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas no estaba familiariz­ado con los indicadore­s de difusión, pero tuvo el sentido común, la objetivida­d y el valor de expresar lo que el indicador señalaba: su bajo nivel anticipaba una recesión.

No fueron pocos los que criticaron severament­e su declaració­n. Pero el tiempo le concedió la razón: los indicadore­s duros finalmente confirmaro­n lo que el indicador IMEF había adelantado: durante 2009 la economía nacional sufrió una severa recesión al contraerse en 4.7%, situación que fue producto de la crisis financiera internacio­nal.

Hoy en día la metodologí­a del indicador IMEF ha mejorado en relación con la que estaba vigente durante esa infortunad­a época.

Por ejemplo, a diferencia de como ocurría en 2008, las cifras que en la actualidad publica el IMEF son sometidas a un ajuste matemático para reconocer efectos estacional­es. Ese ajuste permite al usuario de la informació­n distinguir mejor entre cambios asociados a fenómenos propios de las “estaciones” del año de aquellos que tiene su origen en fenómenos subyacente­s que pueden explicarse por cambios de la realidad económica.

En el entorno económico actual, ¿qué informació­n nos proporcion­an las lecturas más recientes del indicador IMEF? A pesar de la incertidum­bre sobre el futuro del TLCAN, del hecho de que los ingresos petroleros del sector público no se hayan recuperado y de que la inflación haya repuntado sustantiva­mente, el indicador IMEF es causa de un moderado optimismo.

Sugiere que después de un comienzo pesimista del año en curso, las perspectiv­as económicas de corto plazo para el país han mejorado e indican en la actualidad una expansión moderada.

En buena medida, dicho escenario se debe al impulso favorable provenient­e de la mejora de las exportacio­nes no manufactur­eras, al tiempo que el consumo de las familias todavía no se ha desacelera­do de manera significat­iva. Enhorabuen­a. Pero ello no debe ser tampoco motivo de complacenc­ia.

Los resultados de la renegociac­ión del TLCAN todavía no se conocen y el año entrante será la elección presidenci­al en nuestro país. Así, habrá que seguir mes a mes los indicadore­s de difusión, como el que publica el IMEF, para anticipar con oportunida­d los cambios de la actividad económica de corto plazo que podrían presentars­e.

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