El Universal

Cataluña y Kurdistán, las respuestas de Irak y España

- Por MAURICIO MESCHOULAM Twitter: @maurimm

Dos referendos de independen­cia tuvieron lugar estos días, uno en el Kurdistán iraquí y el otro en Cataluña. Los contextos son, por supuesto, muy diferentes. Sin embargo, no está de más revisar ambos en paralelo ya que los dos fueron declarados ilegales por los gobiernos centrales tanto de España como de Irak (a diferencia de otros referendos de carácter legal como el de Escocia en 2014). No obstante, la forma mediante la cual el estado español decidió enfrentar esa ilegalidad fue muy diferente a lo que está haciendo el estado iraquí.

Los kurdos son un grupo étnico sin estado que se encuentra disperso entre cinco diferentes países: Turquía, Siria, Irak, Irán y Armenia. El caso iraquí es especial. Después de haber sufrido una brutal represión en tiempos de Hussein, los kurdos de ese país tienen hoy un grado de enorme autonomía, casi un estado de facto, que cuenta, entre otras cosas, con una importante capacidad exportador­a de petróleo, una economía estable, y con su ejército propio, los Peshmerga. Dos elementos deben considerar­se al respecto de este referendo: (1) el fortalecim­iento de la posición kurda a raíz de su eficacia en el combate a ISIS, además de su alianza estratégic­a con Washington que el combate al jihadismo afianzó, y (2) el apoyo internacio­nal masivo a la postura del estado iraquí. Irán y Turquía temen las repercusio­nes que un potencial estado kurdo en sus fronteras tendría para efectos de sus movimiento­s nacionalis­tas. Pero, además, otros como Rusia o EU también apoyan a Bagdad. El caso catalán es distinto, evidenteme­nte, pero es importante entender que el estado español tampoco se encuentra solo en su posición anti referendo. Muchos países temen que el potencial éxito de las aspiracion­es catalanas pudiese incentivar movimiento­s independen­tistas en cascada.

Ahora bien, la diferencia central estriba en las tácticas empleadas por España e Irak para responder ante sus referendos. El gobierno español, argumentan­do la ilegalidad de la consulta, decidió emplear toda la fuerza del estado para que la ciudadanía no votase. Esto resultó en una represión cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. Con ello, el movimiento independen­tista catalán cobra energía renovada, y se coloca a nivel internacio­nal como una aspiración que, para muchos, cuenta con legitimida­d. Al mismo tiempo, España se presenta como un estado que, ante los ojos de diversos actores, termina pareciéndo­se a los peores regímenes antidemocr­áticos. Bajo esas circunstan­cias, los países que buscan defender la postura de España quedan en un lugar incómodo.

Irak, en cambio, permite que el referendo se lleve a cabo, sí, buscando deslegitim­arlo, pero sin impedir las votaciones por medio de la fuerza. Bagdad eligió combatir la validez del resultado mediante otras medidas para ejercer una presión sin precedente­s sobre el Gobierno Regional del Kurdistán, las cuales van desde el aislamient­o aéreo y fronterizo hasta el bloqueo económico para productos clave como el petróleo.

El debate acerca de si el pueblo kurdo o el pueblo catalán tienen o no tienen derecho a elegir su independiz­ación, seguirá su curso. Y posturas habrá a favor, otras habrá en contra. Pero de cómo se manejan estos momentos de crisis depende el desarrollo pacífico de cualquiera que sea el desenlace de esas aspiracion­es. Contrastar estos dos casos que suceden en paralelo nos permite atestiguar en tiempo real las consecuenc­ias de los actos de cada uno de esos gobiernos puesto que, debemos estar consciente­s, ninguno de los dos movimiento­s independen­tistas va a desaparece­r próximamen­te.

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