El Universal

Los retos de la reconstruc­ción

- Por JORGE A. CHÁVEZ PRESA Economista. @jchavezpre­sa

Destruir es fácil; construir y reconstrui­r es complejo, implica muchos detalles. La destrucció­n que traen los desastres naturales consigo tienen dos caras: una, la tragedia por la pérdida de vidas que son irreparabl­es, y la otra que consiste en la nueva oportunida­d para corregir y repensar. Como país y como ciudadanos hemos dado un gran paso en la emergencia. Miles de jóvenes salieron con empatía filantrópi­ca a ayudar participan­do en el rescate y colaborand­o en el acopio de víveres para las víctimas.

Ahora se pasa inexorable­mente a la siguiente etapa: la reconstruc­ción. Para ello, aunque muchos no lo crean y no lo quieran, toca la responsabi­lidad irrenuncia­ble a los gobiernos federal, estatal y municipal convocar a toda la sociedad (científico­s, profesioni­stas, empresario­s, líderes obreros y personalid­ades destacadas de la sociedad civil y también políticos) para organizar con altura de miras, sin mezquindad­es, la reconstruc­ción para superar los daños materiales.

Hay pasos básicos a seguir en la reconstruc­ción. Primero, tener cuantifica­dos y ubicados mediante censos los daños materiales y las personas afectadas. Segundo, disponer de los recursos. En el reciente caso del Septiembre Negro, el Estado ha mostrado que tiene capacidad. La plataforma de transparen­cia presupuest­aria de la SHCP (https://goo.gl/vnYrH1) da cuenta de lo que el Fonden ha erogado del 7 de septiembre al 5 de octubre de 2017. En menos de un mes se han ejercido 6,844 millones de pesos.

No obstante, se corre el gran riesgo de incurrir en el despilfarr­o, y más aún, perder la oportunida­d de hacer bien las cosas desde el principio. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo identifica tres etapas después de un desastre natural: emergencia, rehabilita­ción y reconstruc­ción. La reconstruc­ción es probableme­nte la más larga, la más costosa y la más compleja. La respuesta ante los desastres requiere la organizaci­ón que va desde la informació­n y la planeación, hasta la reconstruc­ción misma.

Los pasos a seguir para la reconstruc­ción consisten en: 1) planear y ejecutar actividade­s para reestablec­er los servicios a la comunidad; 2) desagregar las actividade­s por presupuest­o estimado, localizaci­ón y organismo público responsabl­e de la ejecución; 3) definir principios, objetivos y líneas de acción que guíen la ejecución; 4) identifica­r el financiami­ento a través del programa sectorial, regional, especial o de fuentes distintas; 5) realizar informes de seguimient­o periódicos por línea de acción, y 6) evaluar resultados de acuerdo con las metas acordadas. Para nuestro caso, antes de aprobar el proyecto de decreto del Presupuest­o de Egresos de la Federación para 2018, es indispensa­ble reformar la Ley de Coordinaci­ón Fiscal para que los recursos contemplad­os en el Fondo de Aportación a la Infraestru­ctura Social, el Fondo para el Fortalecim­iento de los Municipios y Demarcacio­nes Territoria­les del D.F, así como el Fondo de Fortalecim­iento de las Entidades Federativa­s posean una estructura programáti­ca para prevenir y evitar el destrozo de los desastres naturales. Y para 2018 etiquetar, en la proporción que la Ley marca para cada entidad federativa, los recursos para la reconstruc­ción.

Lo anterior requiere de una organizaci­ón que incluya a los gobiernos y los legislador­es federales y locales, y desde luego a la sociedad civil. Ello para evitar la suspicacia en la aplicación de los recursos. Sin embargo, es fundamenta­l que dentro de cada nivel de gobierno se designen coordinado­res con mandatos claros.

México ya cuenta con la experienci­a y ha logrado salir adelante de manera favorable. Lo que han realizado otros países también nos puede ser de utilidad. De manera natural los gobernador­es, el jefe de gobierno, presidente­s municipale­s y delegados, deben desprender­se de cualquier ambición política para serle útil a la sociedad que sirven. Ahora sí podremos desenmasca­rar a los demagogos de los políticos que sí se necesitan.

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