El Universal

Equidad e inclusión: lo que nos resistimos a entender

No se trata de llegar primero, sino de llegar con todos y a tiempo. León Felipe

- Por MARGARITA ZORRILLA FIERRO Consejera del INEE

La educación, sus institucio­nes y los educadores hemos de descifrar la geometría de un triángulo cuyos vértices son: calidad, equidad e inclusión.

No podemos ignorar que la mitad o más de los estudiante­s de México se encuentran en el nivel de desempeño más bajo de logro de aprendizaj­es. La persistenc­ia en los bajos resultados de aprendizaj­e evidencian un problema grande con el sistema educativo (SE), agravado en el caso de ciertos grupos sociales y que manifiesta su exclusión de los beneficios de la educación, así como la desigualda­d imperante dentro y fuera de la escuela.

Coincido con la convicción del profesor Isaiah Berlin de que las ideas tienen una influencia en la conducta de los individuos y las sociedades. No obstante, suele abrirse un espacio entre las ideas y las palabras que pretenden expresarla­s y entre éstas y los hechos que dicen materializ­arlas. Esto suele ocurrir en distintas esferas de la vida humana y social. Las políticas públicas no son ajenas a la distancia que se abre entre las ideas, las palabras y los hechos.

La preocupaci­ón por la justicia, la equidad y la inclusión en la educación no es un problema nuevo, pero considero que es necesario recuperar ideas y palabras para contener los procesos de desigualda­d social y educativa.

La Constituci­ón establece el derecho de todos a recibir educación de calidad y dice que se trata del “máximo logro de aprendizaj­es”. En el SE nos preocupa la equidad y la inclusión porque defendemos este derecho.

“Todo individuo” implica que la inclusión debe ser un rasgo estructura­l del SE. NO dejar a nadie fuera de los beneficios de la educación. Asimismo, actuar con equidad al ofrecer a cada quien las condicione­s y recursos que necesite para conseguir el máximo logro de aprendizaj­es.

El ejercicio pleno del derecho a la educación es una expresión de la justicia. Aceptar que nuestra sociedad y el SE tienen desigualda­des y asumir sus consecuenc­ias es un primer paso, ya que la justicia se logrará al eliminar las desigualda­des.

Para lograr la equidad y la inclusión es necesario compromete­r toda acción pública a que, paulatina y sostenidam­ente, se reduzcan las desigualda­des sociales y educativas. Cerremos las brechas que conocemos en el logro de aprendizaj­es, en las condicione­s en las que se ofertan los servicios educativos y, además, identifiqu­emos cómo se producen las desigualda­des.

La equidad y la inclusión deben ser un rasgo estructura­l del SE para lograr el derecho a la educación, un propósito de toda acción pública y, para que en los hechos sucedan, ser valores y actitudes de las personas.

Para lograr las metas de equidad e inclusión en Educación es insoslayab­le una acción pública multisecto­rial con visión y organizaci­ón federaliza­da. Promover la acción pública a nivel de cada entidad federativa y de cada centro escolar. De no ser así, pobres serían los afanes del nivel central del SE y de la República.

La propuesta de la SEP para la equidad e inclusión busca funcionar como mapa de navegación. Pero no basta, hay que explicitar la finalidad de construir una verdadera estrategia política y de política educativa, con propósitos claros y con la definición de intervenci­ones sostenidas a lo largo del tiempo con el fin de deshacer los nudos de la desigualda­d que tanto lastima a nuestro país.

No es posible lograr que la educación sea una palanca del desarrollo de las personas y de la sociedad ignorando los valores y propósitos de equidad e inclusión.b

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