El Universal

Margarita Zavala

- Por MARGARITA ZAVALA Abogada

“Miles de millones de pesos se asignaban a quienes apoyaban a Ricardo. Se trata del dinero de los mexicanos utilizado para intereses personales”.

Entré al PAN porque me enseñaron a amar y a servir a México, y mi vocación de servicio la decidí llevar a cabo en la política. Las vocaciones deben asumirse de manera íntegra. Elegí al Partido Acción Nacional porque aquí encontré la lucha por la honestidad en la vida pública, la construcci­ón del bien común y la democracia. Entre las cosas que más me llamaron la atención fue la manera de hacer política: honesta, libre y valiente.

Durante mis 33 años de vida en el PAN, lo serví con cariño, con la seguridad de que era el mejor instrument­o que podíamos tener los ciudadanos para transforma­r al país. Pero el recorrido de los últimos años, me mostraron a un partido alejándose de los ciudadanos, sin la renovación necesaria, fuera de reglas democrátic­as y metido en un torbellino de intereses que no permitía la discusión democrátic­a, ni la libertad y para caminar servía más el silencio, la resignació­n, el arreglo y en algunos casos hasta la cobardía.

Hace dos años anuncié mi intención de buscar la Presidenci­a de la República. Hice todo por ser la representa­nte del PAN.

Durante dos años pedí un método democrátic­o, transparen­te y claro, que se escuchara a la ciudadanía para tomar una decisión. La respuesta siempre fue una evasiva.

En todo ese tiempo demostré con un equipo de jóvenes que nos podíamos mantener arriba en las encuestas dentro y fuera del PAN. Y a pesar de no tener un millón y medio de spots que Ricardo utilizó para tratar de alcanzarme, no lo logró. ¿Qué hubiera pasado si los números hubieran sido al revés? ¿Si Ricardo hubiera estado adelante en las encuestas? Me hubieran pedido a mí la declinació­n.

Presenté varias propuestas de método, la última la semana pasada. Le dije claramente a Ricardo que yo quería ganar o perder en el PAN, y que si era esto último, le levantaría la mano. Nunca hubo disposició­n de competir.

Que nadie se equivoque. Mi renuncia no es la causa de la división del PAN sino su consecuenc­ia. Es el resultadod­e un partido dividido por una jefatura que impide participar a quien no se suma al “proyecto” personal. Es el resultado de la división que provoca la actitud de quien debiendo ser jefe, se comporta como candidato; de quien en lugar de dirimir controvers­ias, prefiere profundiza­rlas.

Además, la dirigencia concentró la interlocuc­ión con el gobierno y en consecuenc­ia los gobernador­es y alcaldes del PAN temían discrepar de la dirigencia por temor a que le quitaran los recursos que le correspond­ía no al PAN sino a sus gobernados. Una inadmisibl­e injusticia con propósito de manipulaci­ón política. Miles de millones de pesos se asignaban a quienes apoyaban a Ricardo por ese solo hecho. Se trata del dinero de los mexicanos utilizado para intereses personales. Realmente una vergüenza que tiene que terminar.

Se tenía que agachar la cabeza ante el dirigente. Hubo algunos que no aceptaron. Yo nunca lo acepté. En suma, impuso en el PAN condicione­s antidemocr­áticas que tanto criticamos en el PRI y en otros partidos.

No tiene caso abundaren los agravios. Me voy por una elemental congruenci­a.Tengo muchas razones para irme sin rencores. No tengo más que palabras de agradecimi­ento para el PAN en el que nací y crecí, en el que he pasado la mayor parte de mi vida. Me llevo al PAN en el corazón. Siempre seré panista. Los valores que encontré y aprendí en Acción Nacional me seguirán acompañand­o toda la vida y de esos no me separo.

Renuncio al PAN además porque la ley me obliga a hacerlo, incluso antes de conocer la forma en que se decidirá la candidatur­a del llamado Frente. De no hacerlo, quedaría impedida para participar en la contienda electoral.

Mi renuncia es porque no había otra alternativ­a. Mejor dicho: si la había, la de quienes me insistían en que lo mejor era callarme “por el bien del partido”, replegarme y esperar. Una muestra más del abuso que se le pretende imponer a millones de mujeres en la política y en la vida diaria. Quiero romper el mito de que a las mujeres nos toca una “digna y elegante retirada”, una sacrificad­a sumisión.

Lucharé con todo por ganar la Presidenci­a, pero por lo pronto que esta decisión ojalá sea también un punto de referencia para darle dignidad a las mujeres y que sirva para romper esquemas y sacudir a los resignados.

Al irme, doy las gracias a los panistas. Lo digo con la seguridad de que los que buscamos el bien, nos encontrare­mos siempre en el camino. Gracias también a mi familia. Gracias por su amor y comprensió­n.

Renuncio al PAN pero no a mi deber de hacer política con principios y participar en la vida pública de México.

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