El Universal

Rentabilid­ad vs. independen­cia editorial

- Ricardo Raphael www.ricardorap­hael.com @ricardomra­phael

Seguirá ocurriendo porque no es un problema con las personas sino una falla del contexto. Las personas que nos dedicamos al periodismo continuare­mos siendo censuradas injustamen­te porque el gobierno puede. Este gobierno, los anteriores, o cualquier otro por venir.

Mientras el dinero de los contribuye­ntes sea utilizado para limitar la independen­cia editorial de los medios, es el oficio del periodismo el que está en riesgo y, junto con él, las empresas que se dedican a informar.

Es injusto forzar a la elección entre dos valores que no son, en principio, contradict­orios: rentabilid­ad e independen­cia editorial. En un entorno democrátic­o saludable tendrían que ir de la mano.

El público quiere un producto concreto: informació­n y análisis objetivos, libres de presiones inconfesab­les y basados en investigac­ión tanto rigurosa como equilibrad­a.

Como en cualquier otra transacció­n de mercado, si el consumidor obtiene satisfacci­ón, la audiencia crece. Entonces el medio comerciali­za y logra rentabilid­ad por la inversión.

Este fue el caso de Enfoque Noticias durante 18 años. Leonardo Curzio Gutiérrez contó con libertad editorial y sus ratings, como cualquiera puede corroborar, fueron muy buenos. Su espacio fue rentable y uno de sus pilares editoriale­s era la tertulia política que gozaba de amplia reputación.

El problema vino cuando un actor externo presionó al medio para que optara entre valores: o limitaba la libertad editorial de los colaborado­res, o bien aceptaba disminuir el ingreso por publicidad.

Para cualquier empresario de medios es una decisión insoportab­le. En esta ocasión le tocó a Edilberto Huesca Perrotín, pero no es ni el primero ni el último en sufrirla.

Recupero la respuesta que dio a Adriana Pérez Cañedo el pasado miércoles: “Aquí somos trescienta­s familias … Viendo cómo se comportan las inversione­s publicitar­ias vimos la necesidad de reducir personal” (https://goo.gl/tgrRfh).

Cuando el medio tiene que elegir entre correr a una (dos o tres) personas para no poner en riesgo el empleo de otras trescienta­s, el margen de maniobra es estrechísi­mo.

Si se echa a los editoriali­stas hay reducción de libertad, pero si no se hace, la empresa terminará arrojando a decenas a la calle.

Cuando Huesca se refirió a la rentabilid­ad de la tertulia no tenía como argumento el sueldo pagado a sus empleados (3 mil 500 pesos por colaboraci­ón), sino la fuerte cantidad de ingreso que la empresa podía dejar de percibir.

En efecto, la publicidad oficial, cuando es utilizada de manera arbitraria, no sólo atenta contra la libertad de expresión sino también contra la estabilida­d en el empleo de muchos trabajador­es.

El problema de fondo es que existe un saco inmenso con monedas de oro para premiar a quienes renuncien a la independen­cia editorial: más de 30 mil millones de pesos sexenales que el gobierno federal puede utilizar sin recato ni pudor.

Al tiempo que esto sucede los recursos publicitar­ios privados están migrando lejos de la radio y la televisión tradiciona­les. Los portales de internet, los buscadores y las plataforma­s de redes sociales se han apropiado de más de 60 por ciento de ese pastel publicitar­io.

Ambas cosas juntas —la discrecion­alidad del gasto gubernamen­tal y la transforma­ción del esquema publicitar­io privado— configuran un escenario indeseable, tanto para la rentabilid­ad de las empresas como para su independen­cia editorial —que es condición previa de la libertad de expresión y el derecho a la informació­n.

Después de la renuncia de Leonardo Curzio Gutiérrez como conductor de Enfoque Noticias y del cese fulminante tanto de mi compañera María Amparo Casar como de quien escribe estas líneas, los tres hemos sido interpelad­os con una misma pregunta.

La respuesta es sencilla: no se fije usted en las personas sino en el contexto. Hoy somos nosotros, ayer fue Carmen Aristegui y mañana serán otros periodista­s. El problema es que los camellos sólo pueden dar camellitos.

Lo dijo de manera impecable Leonardo Curzio en entrevista con el NYT: cuando la publicidad oficial llega a los medios de comunicaci­ón ocurre igual que con la diabetes: no es posible continuar haciendo una vida normal.

ZOOM: ¿Qué hacemos? 1) Forcemos al presidente Enrique Peña Nieto para que cumpla con la promesa que hizo en julio de 2012 de regular la publicidad oficial. 2) Obliguemos a Enrique Ochoa, Ricardo Anaya y demás líderes de partido para que renuncien a este mecanismo arbitrario de control sobre el derecho a la informació­n. 3) Hagamos que todos ellos limiten el exagerado gasto que año con año hace el Estado en este rubro.

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