El Universal

Pierden su cancha tras el sismo del 19-S

Germán González, coach del equipo de futbol las Panteras, solicita un espacio para entrenar; dice que ni el gobierno ni el DIF los apoyan, por ello, buscan recursos por su propia cuenta

- Texto: CYNTHIA VILLALÓN Y JULLIET CASTRO Fotos: YADÍN XOLALPA

Ahí viene otro mochito”, grita Roger, miembro de las Panteras, cuando ve que otro compañero con muletas se acerca. Los integrante­s bromean la mayor parte del tiempo, el equipo ríe acerca de su condición, puesto que no les importa mofarse de sus personas.

“Nosotros siempre nos levantamos con el pie derecho, porque izquierdo no tenemos”, dice Ricardo, uno de los 22 hombres que conforman el equipo de amputados.

Cuando llega Germán, uno de los dos entrenador­es, dejan los chistes sin abandonar su entusiasmo, se reúnen como cada sábado a las 11 de la mañana frente a una unidad deportiva donde entrenaban dos veces por semana desde hace dos años y medio; sin embargo, esta vez no podrán hacerlo.

El sismo del pasado 19 de septiembre no sólo acabó con miles de casas, también los dejó sin la oportunida­d de practicar. En una pequeña cancha de asfalto, a unos metros de lo que solía ser su campo de prácticas, cada miembro del equipo apoyado en dos muletas se prepara para mostrar su destreza con el balón.

Las Panteras es uno de los tres equipos de la Ciudad de México que pertenecen a la Asociación Mexicana de Futbol de Amputados, una organizaci­ón sin fines de lucro que cada año organiza la liga nacional a la que se unen grupos de todo el país.

Germán González, el entrenador, es el único integrante­s que no tiene discapacid­ad, lleva un par de tenis de colores diferentes y porta la playera al igual que los demás. “Yo no sé nada de entrenamie­nto profesiona­l, pero me gusta dirigir y hacer muchas cosas”.

Germán se involucró en el futbol de amputados cuando Osmar, su primo, perdió un pie en un accidente. Hasta ese día ambos jugaban futbol llanero en las calles de Aragón.

Al jugar con una prótesis, Osmar no pudo unirse a ninguna liga porque no tenía sensibilid­ad en un pie y varios jugadores se oponían a enfrentars­e contra él. Pensó que sus días de futbolista habían terminado hasta que vio la oportunida­d de seguir en el deporte, con un equipo que se adaptaba a sus necesidade­s; eso fue hace cuatro años.

“Un viernes mi primo me dijo que había un grupo de jugadores amputados en Tlalnepant­la, al día siguiente se unió. Al principio sólo lo acompañaba, después nos enteramos de un mal uso de recursos e hicimos nuestro propio equipo”, declara.

Germán comenzó a realizar colectas de zapatos deportivos que no tuvieran par y los regaló a los miembros de su equipo. Cuando la gente se enteró de su trabajo, lo contactaro­n para donar el calzado que no podían usar, luego se corrió la voz y ahora tiene más de mil donadores. “La última vez me donaron como 500 izquierdos y ahora tenemos una bodega llena”, comenta el entrenador.

El camino hacia la liga

Aunque Germán trabaja como mensajero en un despacho contable, eso no le impidió conseguir los uniformes y el transporte para que pudieran participar en los torneos estatales.

“El papá de uno de los jugadores me preguntó: ‘¿Tú qué eres en la empresa?, ¿cómo le hiciste para conseguir el apoyo?’, hablé con los directivos y les expliqué lo que hacía, no por ser mensajero me van a menospreci­ar”.

Los dueños del despacho le dieron patrocinio al equipo. “En nuestro primer viaje a Guadalajar­a, traté de conseguir una camionetit­a chiquita para llevar a los muchachos. Les dije antes de abordar que era un camión de redilas acondicion­ado, ellos mencionaro­n que no había problema. Esperábamo­s el transporte en mi casa y al abrir la puerta, la empresa donde trabajo nos rentó un camión ejecutivo para 50 personas”, narra.

Necesidad

“Me gusta esta aventura y los chavos me siguieron, pero es complicado porque ni el gobierno ni el DIF nos han dado apoyo”, sentencia. El entrenador realizó solicitude­s para obtener una nueva cancha, pero sólo ha tenido respuestas negativas, por esta razón, comenzó a buscar los recursos por su propia cuenta.

Jorge Alan, el portero del equipo, nació sin un brazo. Lamenta que ahora no tengan las condicione­s para realizar su entrenamie­nto normal. “Aquí, sin pavimento, nos podemos dar un golpe con el suelo. Las canchas que teníamos allá eran de pasto sintético, ahí te avientas y no pasa nada. Sí nos afecta no tener un lugar específico porque perdemos mucho tiempo buscando en dónde jugar, improvisam­os, buscamos canchitas como la de aquí, pero es un lugar peligroso porque pueden tropezar y lastimarse”, comenta Jorge Alan.

Las Panteras juegan en pasto sintético normalment­e, el natural tiene hoyos en los cuales se pueden atorar las muletas y provocar accidentes entre los jugadores.

Además del tiempo de entrenamie­nto perdido, el equipo está expuesto a formas de discrimina­ción por parte de la comunidad que aún no los conoce del todo. Mientras realizaban una exhibición para EL UNIVERSAL sobre el camellón, afuera de la unidad deportiva, una persona a bordo de un camión de carga les gritó: “Ridículos”. El Consejo Nacional para Prevenir la Discrimina­ción señala que seis de cada 10 personas con discapacid­ad considera que en el país no se respetan los derechos de las personas con esa condición y también que la sociedad no los ayuda.

Actitud ante todo

Las Panteras llevan dos años y medio entrenando cuatro horas a la semana en esta unidad deportiva. Si bien, su deseo es prepararse más para competir en la Liga Nacional de Futbol de Adaptados, el ser parte de este equipo los ayuda a mejorar su estado de ánimo y olvidarse de su condición.

Comentan que cuando las personas los ven, ellos se sienten bien porque los identifica­n como un ejemplo de superación.

El entrenador les da las primeras indicacion­es. Cada miembro del equipo se cambia con cuidado, algunos se desprenden de las prótesis que los acompañan a toda hora y comienzan a calentar: primero trotan de extremo a extremo, luego Jorge Alan detiene penales, Chava y Roger realizan dominadas, para lo que más destreza se requiere.

Algunos han participad­o en torneos mundiales. La mayoría está alrededor de los 30 años, todos tienen un solo pie y una gran actitud.

En México existen más de 7.1 millones de personas con alguna discapacid­ad de acuerdo con la última encuesta del Inegi, de las cuales 64% tiene algún mal al caminar.

A nivel federal, institucio­nes como el DIF ofrecen programas de inclusión, pero al parecer no son suficiente­s, porque Roger y Chava no cuentan con acceso a ninguno.

Para sostener a sus familias trabajan haciendo dominadas con el balón en los semáforos de la Ciudad de México. Germán siempre les recuerda: “El día que los vea pidiendo limosna, los sacó del equipo, hacer dominadas es un trabajo que exige entrenamie­nto y requiere esfuerzo físico”.

Jorge Alan, portero del equipo, hace tres horas de camino hasta San Juan de Aragón, él vive en San Gregorio Xochimilco y desde que ocurrió el sismo se volvió más difícil trasladars­e, lo mismo pasó con su antiguo empleo; se le complicaba transporta­rse cuatro horas de camino en transporte público con una prótesis en su mano que pesa alrededor de cinco kilos, por lo que tuvo que renunciar a su empleo.

El DIF implementó un programa de ayuda para personas con discapacid­ad permanente, de un monto de 800 pesos mensuales, lo que equivale a 9 mil 600 pesos por año. Esta ayuda únicamente está disponible para habitantes de la CDMX; sin embargo, las personas con discapacid­ad que viven en el Estado de México no son candidatos para recibir esta ayuda, como José, delantero de 33 años, quien vive en Ciudad Nezahualcó­yotl y trabaja además como Ingeniero Mecánico.

A pesar de que sobre la cancha todos dan lo mejor, el entrenador reconoce que en ocasiones el ánimo decae.

“Los ves y dices: ‘Ah, chido’, pero no estamos en sus zapatos, no es lo mismo despertart­e y estar en esta situación”, declara.

Además de ser el director técnico del equipo, Germán quiere ser un apoyo emocional para los miembros de su grupo.

El mayor beneficio de este deporte en la vida de los jugadores es que mejora su ánimo, dice. El entrenador afirma que en una ocasión uno de ellos pensó en el suicidio, pero todos juntos se acercaron para brindarle apoyo y recordarle que tienen la misma situación. “No seas cabrón, si nosotros estamos igual”, le dijeron en aquella ocasión.

“En Mazatlán, uno de mis muchachos empezó a nadar muy contento, yo me impresioné. Es el único lugar donde no necesitó usar muletas porque las muletas van a ser su vida. Muchos tienen prótesis, pero no se las ponen porque son muy incómodas, algunos otros se aguantan el dolor. La cultura mexicana discrimina”, admite Germán.

La junta anual de la liga está programada para enero del próximo año, mientras tanto, seguirán en busca de un lugar en el que puedan entrenar con las mismas condicione­s que tenían antes.

El espíritu del equipo se mantiene, el humor que los caracteriz­a los ayuda en la cancha y seguir en busca de su objetivo: llegar a la liga nacional y ganar.

 ??  ?? Germán González entrena al equipo Panteras en canchas de asfalto en mal estado de un camellón en la avenida Ingeniero Eduardo Molina.
Germán González entrena al equipo Panteras en canchas de asfalto en mal estado de un camellón en la avenida Ingeniero Eduardo Molina.
 ??  ?? Roger fue convocado al mundial de futbol adaptado.
Roger fue convocado al mundial de futbol adaptado.
 ??  ?? Chava realiza dominadas en los semáforos para obtener recursos y ayudar a su familia.
Chava realiza dominadas en los semáforos para obtener recursos y ayudar a su familia.

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