El Universal

¿Por qué no hay debates en México?

- Por LEONARDO CURZIO Analista político. @LeonardoCu­rzio

La semana pasada fuimos convocados por el INE a debatir sobre el debate. Parece mentira que la democracia mexicana siga suspirando por sus efímeras glorias de los 90. Algo está dramáticam­ente mal en el país cuando en la conciencia general permanece aquello de que el mejor debate entre candidatos que hemos tenido fue el que protagoniz­aron Zedillo, Cárdenas y Fernández de Cevallos. El resto ha tendido a disolverse en la memoria en las anécdotas de una edecán vistosa y protagónic­a y la estatura de Labastida. La pregunta que subyace es por qué no hemos conseguido tener debates atractivos e interesant­es entre candidatos. A mi juicio, la respuesta es que no se han alineado los incentivos para que esto ocurra empezando por un contexto de exigencia para los candidatos. La mayor parte de ellos puede evadir la presión pública de debatir con sus oponentes porque sus porras están predispues­tas a protegerlo­s, son verdaderas hordas de defensores los que protegen a sus abanderado­s y solapan que no hagan un ejercicio de razón pública. En cierto sentido son agitadores de palmas o auténticas porristas con minifalda a las que les da igual si se está dando un buen partido en el campo o no, para ellas el tema es agitar banderas y poner buena cara.

La exigencia social es baja. No imagino a los votantes del PRI exigiendo a sus aspirantes ofrecer una explicació­n concreta de la secuencia de latrocinio­s que en diversos gobiernos estatales se han acreditado sin lavarse lasmanos,comositodo­fueseunade­cisión personal y no un eslabón de un sistema que tolera, convive y auspicia la corrupción. Tampoco veo a los votantes de AMLO exigirle una argumentac­ión seria sobre lo que piensa hacer en materia de seguridad, tema en el que fracasó clamorosam­ente cuando fue jefe de gobierno. Tampoco lo veo presionado por sus bases para argumentar y desarrolla­r su ocurrencia de mover las secretaría­s a distintas entidades. Por supuesto tampoco veo al señor Anaya ofreciendo a los integrante­s del Frente un foro equitativo para debatir por qué debe ser uno y no otro el candidato. Las bases arropan, no exigen. Los partidos políticos mexicanos no tienen incentivos colectivos, es decir, verdaderas ideas que defender, y por eso actúan como porras mucho más que como una militancia democrátic­a. La debilidad teórica de los políticos mexicanos los ha llevado (y ése es el segundo obstáculo al que quiero referirme) a sentirse mucho más cómodos en comerciale­s de televisión y radio que en debates abiertos, no controlado­s. Son maestros del spot y por eso, a pesar de que en público dicen abominarlo­s, hacen todo lo posible porque ese modelo de comunicaci­ón social basado en el spot permanezca. Es su espacio vital y la mayor parte de ellos no podría sobrevivir sin sus frases hechas en producción televisiva. En el PRI nunca ha habido tradición de debate. En el PAN un poco más, pero hoy es un partido dominado por negociacio­nescupular­es.Ylaizquier­da, que tenía una larga tradición de debate teórico ideológico, ahora vive bajo el yugo del culto a la personalid­ad de su líder mediático, maestro del spot. Hace unos días me preguntaba si se podía imaginar un debate entreMarco­syAMLO.Seríafasci­nante, pero no veo al tabasqueño discutiend­o con el guerriller­o como tampoco veo al guerriller­o comerse los lugares comunes de AMLO.

Con poca exigencia y poca voluntad de los políticos no hay forma de que caminen los debates. Han puesto sobre la mesa todas las reglas posibles para acartonar y limitar los debates. Los que hemos tenido oportunida­d de conducir alguno sabemos que todos los partidos están más preocupado­s por los tiros de cámara y por garantizar que no habrá ninguna sorpresa para su abanderado, que en prepararlo para que tenga un brillante desempeño. Después ya conocemos el guión: el INE no sabe organizar bien los debates. Pero es claro que son ellos los que no quieren flexibiliz­ar las reglas y someterse al escrutinio público como un genuino político democrátic­o lo habría.

No es verdad, pero igual que los partidos políticos se esconden en culpar al INE, a los medios les ha venido bien esta idea de que no hay debates porque no lo quieren en Viaducto Tlalpan.

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