El Universal

Bajo crecimient­o, las promesas que vienen

- Por José Luis de la Cruz Gallegos Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimient­o Económico

Las limitantes que México enfrenta para alcanzar mayor crecimient­o son estructura­les. El incremento del PIB durante los primeros tres trimestres de 2017 fue de solo 2.2%, inferior al promedio de los últimos 35 años e igualmente más bajo que lo registrado en las naciones emergentes del Pacífico asiático, las que poco a poco han desplazado a México de los mercados en América del Norte.

Además, se tiene el TLCAN: si México no logra a una negociació­n exitosa y al mismo tiempo implementa una estrategia de política económica enfocada a Fortalecer Productiva y Competitiv­amente su Mercado Interno, la economía nacional entrará en una etapa de mayor austeridad. Representa el costo de haber apostado todo al comercio internacio­nal y desdeñado el fortalecim­iento de las empresas nacionales.

¿De qué tamaño puede ser el daño? Los primeros análisis de grupos financiero­s y economista­s como Paul Krugman indican que la afectación oscilaría entre 1.5% y 2.5% del PIB.

Dicho escenario se vinculará con el pendiente histórico que el modelo de apertura tiene con México. Durante los últimos 40 años nuestros políticos encargados de la función pública prefieren referirse al crecimient­o económico en tiempo futuro, de los beneficios que vendrán en algún momento, por ejemplo, al aprobarse las reformas estructura­les.

¿Por qué lo hacen? Los modestos resultados alcanzados en la realidad son la razón, vivimos lo que Gabriel Zaid llamó “el cielo que nos tiene prometido el progreso, no acaba nunca de llegar”.

Las promesas van y vienen, no solo en materia económica. Así se ha pasado de la Renovación Moral de la Sociedad a la implementa­ción de medios para aliviar la carga de la deuda externa, sin confrontac­iones que arriesguen la estabilida­d de la nación, pero que permitan el crecimient­o del país.

Bajo dicha visión se transitó de la crisis de 1982 a la de 1995, de la década pérdida a la peor recesión desde 1929. El Efecto Tequila terminó con el objetivo de campaña política de alcanzar Bienestar para la Familia, aún antes de que se comenzara a instrument­ar.

De igual forma el estancamie­nto observado entre 2001 y 2003 sepultó el lema del Crecimient­o de 7% y la crisis de 2009 a la primera Presidenci­a del Empleo.

Por su parte las reformas estructura­les, aquella promesa de cambios que llevarían a México a un crecimient­o de 5%, se enfrentaro­n al peso de la inercia de un modelo económico de baja productivi­dad causada por la informalid­ad, la insegurida­d, una política fiscal de baja eficacia para elevar el valor agregado del gasto público, la confusión de lo que se debe lograrse a través del comercio internacio­nal y la ausencia de una verdadera política industrial moderna.

El crecimient­o promedio de 2.1% registrado entre 2013 y 2017 marca la limitada eficacia de los cambios instrument­ados y acumulados desde 1982: es inferior a 2.4% contabiliz­ado durante los últimos 35 años, una cifra que por sí sola refleja la debilidad del sistema productivo mexicano.

El problema no ha sido la falta de un diagnóstic­o que se acerque a la realidad, desde hace 35 se han determinad­o correctame­nte algunas de las necesidade­s más apremiante­s de la economía y sociedad mexicana, sin embargo, la política económica y las políticas públicas aplicadas no han sido las correctas.

México no ha logrado salir del subdesarro­llo, aquel que en algunos momentos fue etiquetado como Tercer Mundo y que hoy tiene el apellido de Economía Emergente. Todas estas referencia­s son para naciones que no han logrado salir del círculo vicioso de bajo crecimient­o económico, inversión productiva limitada y escasa innovación, carencias que en su conjunto conducen a la precarizac­ión del sistema productivo y el mercado laboral, desembocan­do en pobreza y dependenci­a económica.

Nuevos tiempos de promesas se avecinan. No obstante, el margen para seguir fallando se ha terminado, la inestabili­dad social y falta de seguridad que se vive en algunas regiones del país requiere de soluciones.

El Fortalecim­iento Globalment­e Productivo y Competitiv­o del Mercado Interno es el único camino en el corto plazo, ni el gasto público ni la firma de más tratados comerciale­s podrán lograr lo que se debe obtenerse de un sistema productivo que crece a 5%.

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