La milpa: el oro real mexicano
No te pierdas la séptima Feria de Agro Diversidad en el Ejido Unión Zapata, del Municipio de San Pablo Villa de Mitla
Hilario Variedad
Son inicios de noviembre en el Ejido Unión Zapata, del Municipio de San Pablo Villa de Mitla, en Oaxaca. La comunidad ya espera la 7a. Feria de la Agro Biodiversidad que, a pesar de las dificultades económicas, se realizará ahí el 2 de diciembre de 2017. La organización es la mejor forma de salir adelante.
Vilma Aquino cuenta que su esposo Agustín Grijalva fue a pizcar el día anterior con sus ayudantes. Ella misma deshojó, desgranó y molió maíz. Es época de trabajo arduo. Hay dos cosechas, la de temporal y la de riego. Se ven maíces blancos por todo el patio de su casa. La ropa está tendida al sol, una que otra calabaza se atraviesa en el camino y el silo de una tonelada está por llenarse. Lo que tienen es para su autoconsumo, otro poco alimenta a los animales.
Su papá hacía lo mismo, también sus abuelos. Eso está cambiando: a sus hijos pequeños casi no les gusta porque “pica la mazorca”. Espera que con el tiempo se involucren. Vilma preparará tamales de dulce, mole y frijol, y atole de panela con leche y de granillo para alrededor de 400 productores así como para múltiples visitantes que llegarán a este gran evento agroalimentario.
Hilario y Josefa Hernández son hermanos, también son campesinos. Al visitarlos se les ve cuidando lo que les entraña. Buscan tener reservas suficientes por si los tiempos son malos. Ella es viuda. Guarda el grano para las comidas diarias, para esas tortillas que no pueden faltar. También se emociona porque cocinará los milenarios envoltorios de maíz comunes en bautizos, Día de Muertos y velorios para los invitados a la feria.
A Hilario le ayuda su compañera, Adelina Tolentino. En un huacal ambos muestran cuatro colores de maíces: amarillo, blanco, negrito y rojo, al que nombran belatobe. “Para mí son muy importantes porque somos hombres y mujeres del maíz. Tenemos que sembrarlo y cuidarlo hasta que levantemos la cosecha,” dice. El fruto de cuatro meses de labores aguardan en el espacio que tiene frente a su hogar donde gallinas y pavorreales se pasean. En su mesa los tamales de mole y los elotes cocidos son parte del menú que comparten generosos.
Flavio Aragón del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), y Pavel Palacios, miembro de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), son dos de los investigadores com- La señora Josefa Hernández prometidos con la causa de la milpa porque no solo hay que hablar del maíz: calabazas, quelites, chiles y frijoles son parte del entorno que da seguridad alimentaria a los habitantes de esta población y tantas otras.
Como ellos hay otros miembros comprometidos del equipo que trabajan en este próximo encuentro de productores para productores que tiene como objetivos el intercambio de semillas, dar reconocimiento a los conservadores de las mismas, pero sobre todo, buscar abrir los ojos a los tomadores de decisiones y a la sociedad civil para que valoren el verdadero oro mexicano: los productores y el entorno agro ecológico.
“La contradicción es que haya tanta pobreza con tanta abundancia en biodiversidad por lo que urgen políticas públicas que protejan al campo,” expresa Flavio. Este especialista enfatiza que en este estado se encuentran 35 de las 60 razas de maíz nativo que existen nivel nacional. Fue en la caverna de Guilá Naquitz— ubicada en las inmediaciones de Ejido Unión Zapata— donde se encontró la evidencia arqueológica de la domesticación del teocintle (y donde aún existen poblaciones vivas del mismo). “Necesitamos un cambio de política agrícola y pública. No necesitamos los transgénicos porque tenemos riqueza genética,” añade.