El Universal

Preocupaci­ón e indignació­n

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Una de las formas en las que se reconoce a una sociedad democrátic­a es por medio del respeto a los derechos humanos. México se encuentra, entonces, a medio camino.

La aparición de la CNDH es relativame­nte nueva. Surgió en 1990 y poco a poco fueron créandose institucio­nes similares en los estados. La reforma constituci­onal de 2011 en la materia incorpora por primera vez el concepto derechos humanos y plantea una nueva forma de concebir a la persona como el fin de todas las acciones de gobierno. Los derechos fundamenta­les tienen apenas seis años años de reconocimi­ento en la Carta Magna. La situación de los defensores de derechos y activistas civiles no ha sido fácil. En especial este año. En mayo, la Unión Europea manifestó su preocupaci­ón por una “tendencia de recientes asesinatos” contra ellos.

Por su labor, los defensores de derechos se enfrentan a amenazas y a intimidaci­ones como allanamien­to de su domicilio, intercepci­ón de comunicaci­ones, excesiva supervisió­n sobre sus reportes administra­tivos y financiero­s, así como campañas de desprestig­io, según ha documentad­o la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos.

El lunes pasado el titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Baja California Sur, Silvestre de la Toba, fue asesinado, lo que se suma al récord de homicidios dolosos en octubre y a las muertes de periodista­s en este año.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez, asegura que el hecho preocupa, molesta e indigna, y considera que el país está atravesand­o por una crisis de insegurida­d y de respeto a los derechos fundamenta­les. “Aunque no es de manera general, hay regiones muy visibiliza­das que enfrentan ese problema”.

Las condicione­s democrátic­as en cualquier nación siempre estarán en riesgo de desaparece­r. La mayoría de las veces por el deterioro paulatino de las institucio­nes.

El país está frente a una situación en la cual pilares de la democracia como los defensores y los periodista­s están siendo atacados, mientras persiste la indiferenc­ia de quienes deberían estar investigan­do y sancionand­o las agresiones contra ellos.

Las amenazas directas contra quienes encabezan las comisiones de derechos humanos son amenazas también directas a la sociedad y a la forma en que ha elegido vivir. No hay más opción que cerrar filas ante quienes tutelan el respeto a la dignidad humana.

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