El Universal

Vivir seguros para crecer

- Por JUAN PABLO CASTAÑÓN CASTAÑÓN Presidente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l

Pareciera ya un lugar común, afirmar que el Estado de Derecho es una condición indispensa­ble para generar desarrollo. Sin embargo, en México, el cumplimien­to de la ley y el respeto a la integridad física y patrimonia­l ha mostrado un deterioro progresivo y constante. Tan sólo el mes de octubre de 2017 se convirtió en el más violento desde que se tiene registro.

De acuerdo con cifras del Secretaria­do Técnico, los homicidios dolosos aumentaron 24% entre noviembre de 2016 y octubre de 2017. En el mismo periodo, los secuestros se incrementa­ron 6.3%, los casos de extorsión crecieron 15% y el robo de vehículo 14.6%. Estas cifras son producto de la falta de acciones y voluntad política para recuperar la seguridad. Y no es una responsabi­lidad exclusiva de un gobierno, inicia en los municipios, pasa por los estados y alcanza a la Federación.

Sumado a esto, los datos y la informació­n que existe con respecto a las condicione­s de la policía no invitan al optimismo. Nuestros cuerpos de seguridad trabajan bajo condicione­s de vulnerabil­idad económica, laboral y jurídica. En muchos casos, asumen los costos de cada etapa de su trabajo. 41% de nuestros policías paga sus botas de su bolsillo; 32% asume el costo de la papelería con la que realizan sus informes; 26% paga las reparacion­es de sus patrullas; 11% paga sus propios chalecos antibalas y muchos pierden oportunida­des de prácticas y capacitaci­ón por no contar con municiones suficiente­s.

Debemos brindarles las condicione­s y remuneraci­ones suficiente­s para realizar su trabajo y así, exigirles como ciudadanos que lo cumplan a cabalidad.

No por nada, nuestras fuerzas militares han tenido que incrementa­r su participac­ión en las tareas de seguridad, y adquirido responsabi­lidades que correspond­en a las autoridade­s civiles. Aún así, seguimos sin contar con un marco jurídico que determine sus responsabi­lidades y de certidumbr­e tanto a ciudadanos como a las propias fuerzas del orden. En este sentido, al Poder Legislativ­o lo exhortamos a completar la legislació­n pendiente en materia de seguridad. Los acuerdos parlamenta­rios no se pueden subordinar a los cálculos electorale­s sino guiarse por una visión de Estado.

Los mexicanos no podemos permitir que esto continúe. El gobierno federal debe asumir su responsabi­lidad como coordinado­r nacional a través de la Comisión Nacional de Seguridad. Es necesario que los fondos federales para estados y municipios se etiqueten y fiscalicen para garantizar un uso eficiente. No es posible construir un país que crezca económicam­ente, que ofrezca un piso parejo de desarrollo a sus ciudadanos y que se consolide como una de las economías más importante­s, si no podemos asegurar el derecho más fundamenta­l: la vida.

Tenemos que trabajar en la prevención, para evitar que nuestros jóvenes tengan incentivos para delinquir, formar una policía preparada y bien pagada que restaure el lazo con los mexicanos, implementa­r en su totalidad el nuevo sistema de penal que garantice el respeto al debido proceso, fortalecer la coordinaci­ón entre los tres niveles de gobierno, para atender de manera particular la situación que atraviesan en diferentes regiones del país.

Pero sobre todo, debe incluir el compromiso y el esfuerzo de todos los sectores: gobierno, empresario­s, sociedad civil y universida­des. Trabajemos para que nuestros hijos vivan con la tranquilid­ad con la que crecimos muchos de nosotros.

Exhortamos al Poder Legislativ­o a completar la legislació­n pendiente en materia de seguridad, sin cálculos electorale­s

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