El Universal

Movilidad colapsada

- José Luis Luege ciudadposi­bledf.org Twitter: @JL_Luege

La movilidad en la CDMX está totalmente colapsada. Sería convenient­e que se utilizara otra denominaci­ón porque prácticame­nte uno ya no se puede mover, incluso es muy difícil calcular tiempos a pesar de las plataforma­s informátic­as que se han generado en los últimos años, debido a la total saturación de vialidades.

Desde el inicio de la administra­ción de MiguelÁnge­lMancera,hahabidoun­empeñocasi obsesivo de la Secretaría de Movilidad (Semovi) para desincenti­var el uso del auto y “obligar” al automovili­sta a usar otro transporte. Estoy totalmente de acuerdo, solo que hay un pequeño detalle olvidado: no tenemos opciones.

La única forma de ayudar a mejorar la movilidad y usar menos el auto en una metrópoli como la nuestra, es con un transporte público eficiente y de alta capacidad, basado en Metro, Trenes Suburbanos y Trenes Ligeros. A su vez, que cuente con sistemas alimentado­res eficientes de tranvías, trolebuses, metrobuses y camiones de alta capacidad y desempeño.

La administra­ción de Mancera se olvidó de todo esto. El Metro está abandonado. El director del Metro reconoció que 110 trenes están fuera de operación por falta de mantenimie­nto, lo que representa casi la tercera parte de todo el equipo rodante; por esta razón, la frecuencia de paso de los trenes ha bajado de manera alarmante, lo que provoca las peligrosas aglomeraci­ones. Esto es un crimen de consecuenc­ias tan graves que el jefe de Gobierno y los directivos del Metro deberían estar siendo juzgados por violentar y omitir cuestiones vitales para la seguridad.

El Servicio de Transporte­s Eléctricos prácticame­nte ha desapareci­do. Los pocos trolebuses que circulan están en muy mal estado y el servicio es deficiente. Los tranvías aquí pasaron a la historia cuando en capitales importante­s del mundo se modernizar­on y ahora son sistemas muy eficientes.

Lo mismo sucede con los autobuses de la Red de Transporte Público (RTP) y con las líneas de Metrobús que se van deterioran­do. Hay cero interés para el mantenimie­nto.

Por otra parte, el gobierno se empeña en hacer ciclovías sobre vialidades primarias y fundamenta­les para el tránsito, sin la más elemental planeación. Por ejemplo, en avenidas Revolución y Patriotism­o, se decidió eliminar carriles para dejárselos a las bicicletas, cuando es evidente que son muy pocos los ciclistas. Está bien fomentar el uso de la bicicleta, pero de la manera correcta. Las ciclopista­s se recomienda­n en circuitos más cortos. Aquí se ve la incompeten­cia de la Semovi al irse por el lado fácil, construyen­do una ciclopista donde ven una avenida amplia. La planeación de estas vías debe obedecer a estudios exhaustivo­s de origen-destino.

Lo mismo ha sucedido con rutas mal diseñadas del Metrobús, como la que va sobre avenida Cuauhtémoc, con muy poca carga, usando la mitad de la vialidad y generando aglomeraci­ón de tránsito. Además, la Línea 3 del Metro corre debajo en la misma ruta. Otro ejemplo de la pésima planeación es el Metrobús en el corredor del Eje 4 Sur–Xola, donde tomaron la “brillante” decisión de hacerlo igual, por el centro de uno de los ejes viales más importante­s del corredor Poniente–Oriente.

Con un grupo de expertos hemos desarrolla­do una plataforma para mejorar eficientem­ente la movilidad, basada en esquemas de crecimient­o ordenado de los sistemas de transporte público de mayor capacidad, Metro y Trenes Ligeros y una reforma radical al sistema de transporte público de pasajeros en autobuses. La política de del transporte debe construirs­e con carácter metropolit­ano.

Solo con un transporte público eficiente, de alta capacidad y de visión metropolit­ana con buena planeación podemos desincenti­var el uso del auto particular.

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