El Universal

EL AYUDANTE DE SANTA CLAUS

Durante 15 años John Duval respondió la correspond­encia que los niños norteameri­canos escribían a Santa. Organizó a actores y políticos para donarles juguetes, dinero y comida

- AÍDA CASTRO SÁNCHEZ www.eluniversa­l.com.mx Lee el texto completo en la web.

John Duval creó en EU una asociación que respondía las cartas enviadas a Papá Noel.

Durante décadas las cartas que los niños norteameri­canos enviaban a Santa Claus quedaban sin respuesta, se acumulaban en el servicio postal sin llegar a su destino. Fue en 1913 en la ciudad de Nueva York, cuando el publicista John Duval Gluck Jr. se decidió a cumplir los deseos infantiles y fundó la Santa Claus Associatio­n, institució­n de beneficenc­ia a la que el Departamen­to Postal de Estados Unidos entregaba todas las cartas que los infantes le dirigían a Papa Noel.

En 1929 esta asociación ya tenía 10 mil donadores, en su mayoría hombres de negocios, quienes en muchos casos contribuye­ron con alimentos, juguetes, dulces y vestidos para los niños pobres. Más de 60 mil cartas recibió en ese año cuando un gran número de ellas solicitaba­n vestidos, alimentos, calefactor­es, en lugar de juguetes. “Tengo horribles ganas de tener unos juguetes, querido Santa Claus, pero hace mucho frío”, expresaba una niña en su carta a Santa Claus, de acuerdo con un reportaje publicado en EL UNIVERSAL el 21 de diciembre de 1930.

El Origen. Su fundador John Duval Gluck Jr. nació un día de Navidad y no tardó en darse cuenta de la importanci­a de la fecha de su nacimiento y la consideró como una bendición. Con el tiempo se convirtió en un afortunado hombre de negocios. No tenía afición por el matrimonio, pero sentía gran inclinació­n por hacer obras de caridad, señala el texto.

Cada Navidad buscaba personas a quienes ayudar, en particular en hogares en que las fiestas de ese día no se celebraran por motivos económicos. Ocurrió que en una Nochebuena, al regresar a su casa, vio a un chiquillo que estaba de puntillas tratando de alcanzar a poner una carta en el buzón de correo de la esquina. Cuando se acercó a ayudarlo y al reparar en la dirección: “Mister Santa Claus, Polo Norte, le vino a la mente la idea de desempeñar el papel de aquél y le dijo al niño: “Santa Claus es amigo mío, si me das la carta yo se la llevaré”.

Hizo sus compras y después de buscar el hogar del niño reflexionó que otros podrían quedar decepciona­dos después de escribirle a Santa Claus y no obtener respuesta. Así le llegó la idea de crear una organizaci­ón benéfica bajo el nombre de Santa Claus Associatio­n (SCA) que sirviera para complacer los deseos de los pequeños que podrían sufrir una decepción por no ver cumplidas sus peticiones.

Fue hasta 1915 que se reconoció su situación legal en Nueva York. Sus actividade­s se extendiero­n hasta Canadá, los donadores se multiplica­ron como hongos y las cartas dejaron de parar en la basura de las oficinas postales. Durante los años veinte las oficinas centrales de la SCA se encontraba­n en los edificios Knickerboc­ker y Woolworth.

En el Anuario que publicaba la Asociación aparecía el siguiente mensaje: “No hemos inventado la Nochebuena. Sólo tenemos una mira: la alegría de los niños pobres. No son mendigos, como no lo son los hijos de los ricos y tienen derecho a un poco de alegría en estos días festivos”.

En quince años de existencia la SCA empleó a 4 mil trabajador­es voluntario­s, se puso en comunicaci­ón con 250 mil donadores y contestó alrededor de 30 mil cartas a Santa Claus anualmente.

El inesperado adiós. Dentro de los donadores de la SCA se encontraba­n celebridad­es como el actor John Barrymore, la actriz Mary Pickford y el director Douglas Fairbanks. De la clase política fue apoyada por el alcalde de Nueva York, James John Walker, el gobernador de Nueva York, Alfred E. Smith, y el presidente de aquel entonces Warren G. Harding.

En 1928 se produjo un gran escándalo cuando las prácticas de recaudació­n de fondos de la Asociación se pusieron en duda y se vio obligada a cerrar operacione­s cuando el comisionad­o de Bienestar Público de Nueva York, Bird Coler, exigió revisar sus cuentas y descubrió que casi nada del dinero recaudado para la construcci­ón del edificio de Santa Claus había sido utilizado para dicho propósito.

John Duval Gluck Jr. fue agente de aduanas, editor y publicista de un periódico. Se convirtió en una celebridad en la era del jazz, se codeaba con las estrellas de cine y políticos de la época, dice el periodista Alex Palmer, en su libro “El hombre de Santa Claus: el ascenso y la caída de un hombre de la era del jazz y la invención de la Navidad en Nueva York”.

Tras crear la ASC se convirtió en el intermedia­rio supremo, acumulando cantidades indescifra­bles de fondos por regalos, beneficios, publicidad y el prestigio. Durante el año se dedicaba al periodismo y en Navidad era voluntario al servicio postal de Santa. Murió a los 73 años, en 1951, y también terminó la historia de la SCA.

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La Santa Claus Associatio­n tuvo 250 mil donadores y contestaba alrededor de 30 mil cartas de infantes cada año.
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Cada Navidad los niños van a saludar a Santa Claus o a entregarle sus cartas.

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