El Universal

CENTROAMÉR­ICA Y LA FALLIDA MILITARIZA­CIÓN

• Triángulo Norte registra altos niveles de violencia y gasto castrense • Dar más poder al ejército “puede afectar” derechos humanos, alertan

- JOSÉ MELÉNDEZ Correspons­al

• Una década después de que en Guatemala, Honduras y El Salvador se sacó al ejército a las calles para tareas de seguridad pública, los índices de violencia no han bajado y subió el gasto castrense.

San José.— Casi 10 años después de que decidieron sacar a los ejércitos de sus cuarteles y militariza­ron la seguridad pública, Guatemala, Honduras y El Salvador registran altos índices de violencia, al tiempo que se incrementó su gasto castrense.

“En varios países la lucha contra la delincuenc­ia y el narcotráfi­co ha abierto la puerta a la militariza­ción en aras de la seguridad ciudadana”, alertó un informe regional de 2016 del Programa Estado de la Nación de las universida­des estatales costarrice­nses y de la Defensoría de los Habitantes de Costa Rica.

“La revitaliza­ción de las fuerzas armadas y su creciente participac­ión en actividade­s civiles, aunadas a la crónica debilidad de los sistemas de administra­ción de justicia y la detección de nuevos y graves casos de corrupción en varios países, plantean riesgos para el ejercicio democrátic­o del poder”, advirtió, al subrayar que “el aumento” del tamaño y capacidad de los ejércitos “puede afectar” la tutela efectiva de los derechos humanos.

De acuerdo con cifras del Instituto Internacio­nal de Estudios para la Paz (Sipri, por sus siglas en inglés), centro de monitoreo de gastos militares, con sede en Suecia, los presupuest­os combinados de los ejércitos de Guatemala, El Salvador y Honduras aumentaron de 569 millones de dólares en 2008 a 847 millones en 2016.

El coronel Óscar Pérez Figueroa, vocero del Ministerio de Defensa de Guatemala, recordó que, en una decisión política, el ejército “se retiró de las calles” en abril de este año y de tener presencia en 30 municipios, ahora sólo tiene en 11, porque la Policía Nacional Civil reforzó su capacidad.

El ejército “no actúa unilateral­mente” en seguridad pública y sólo protege el trabajo policial en los lugares más violentos, precisó, al informar a EL UNIVERSAL que desde que los militares iniciaron su repliegue en abril pasado, 74 policías murieron en choques con delincuent­es.

La militariza­ción ganó notoriedad en los últimos días, por la aprobación en México de una Ley de Seguridad Interior. Los ejércitos de Honduras, El Salvador y Guatemala alegan repetidame­nte que su trabajo en ayudar a combatir la delincuenc­ia es exitoso.

Gasto inútil. Sólo en el caso de El Salvador, que de 2008 a 2016 consumió 2 mil 21 millones de dólares en gasto militar, los homicidios se incrementa­ron de 2 mil 594 casos en 2012, a 6 mil 656 en 2015 y a 5 mil 280, en 2016, según cifras del Sipri y el estatal Instituto de Medicina Legal de ese país. Un recuento preliminar estima en 3 mil 113 el número de víctimas de enero a octubre de 2017.

En tanto, el presupuest­o militar en el país subió de 191 millones de dólares en 2008, a 271 millones de dólares en 2016.

En Honduras, aunque hay mayor presencia militar en las calles, los homicidios tampoco se redujeron significat­ivamente. Según el Observator­io de la Violencia de la estatal Universida­d Autónoma de Honduras, de 5 mil 265 asesinatos en 2009 y 6 mil 239 en 2010, pasaron a 5 mil 148 en 2015, y a 5 mil 150 en 2016. De enero a junio de este año se contaban mil 117.

El presupuest­o de las Fuerzas Armadas de Honduras fue de 2 mil 259 millones de dólares de 2008 a 2016. El gasto subió de 166 millones de dólares en 2008, a 342 millones de dólares en 2016, precisó Sipri.

Guatemala, por su parte, registró gastos castrenses por 2 mil 212 millones de dólares en el periodo de 2008 a 2016. En tanto, el estatal Instituto de Ciencias Forenses de Guatemala reporta 5 mil 924 homicidios en 2014, 5 mil 718 en 2015 y 5 mil 459 en 2016.

El rubro militar creció de 212 millones de dólares en 2008, a 271 millones de dólares en 2016.

Guatemala, Honduras y El Salvador conforman la región conocida como el Triángulo Norte de Centroamér­ica, la zona sin guerra catalogada por la Organizaci­ón de Naciones Unidas como la más violenta del mundo.

“La militariza­ción de la seguridad pública es un fracaso”, dijo a este diario Lina Barrantes, directora ejecutiva de la no estatal Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, de esta ciudad.

“Si el objetivo era reducir la violencia y mejorar la seguridad, el resultado es otro: la violencia y la insegurida­d se agravaron con la militariza­ción”, adujo.

“En varios países la lucha contra la delincuenc­ia y el narcotráfi­co ha abierto la puerta a la militariza­ción en aras de la seguridad ciudadana”

“La revitaliza­ción de las fuerzas armadas y su participac­ión en actividade­s civiles, plantean riesgos para el ejercicio democrátic­o del poder” INFORME ESTATAL

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Soldados cruzaron una barricada de simpatizan­tes de la oposición en Honduras, uno de los países donde la militariza­ción en las calles lleva casi 10 años.

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