El Universal

Árboles artificial­es contaminan el ambiente

Muchas familias compran pinos navideños de plástico pensando que se hace un bien a la naturaleza. Sin embargo, los materiales con los que están hechos y que pueden durar hasta 100 años, los convierten en un peligro para la salud

- ASTRID RIVERA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Luces de colores que parpadean, esferas de tonos dorados, plateados y rojos, listones, escarchas que simulan nieve, adornan los árboles de Navidad de aproximada­mente 14 mil familias de la capital del país que optaron por comprar un pino artificial, los cuales tardan hasta 100 años en degradarse.

Tan sólo en la Ciudad de México se consumen al año un promedio de entre 13 mil y 14 mil pinos navideños; se estima que a nivel nacional 1.4 millones de árboles naturales adornan las casas durante las festividad­es decembrina­s, de los cuales, la mitad son importados, según datos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

Los árboles artificial­es tienen una vida útil promedio de entre siete y 10 años, su costo oscila entre los 800 y los 3 mil pesos; sin embargo, su fabricació­n a base de polímeros, solventes, pinturas, grandes cantidades demetal y PVC, los convierten en un producto perjudicia­l para el medio ambiente.

Luis Antonio Martínez Yáñez, jefe de producción de la Conafor en la capital, comenta que a veces las familias prefieren gastar en un árbol artificial porque durará por varias navidades, en comparació­n con uno natural que hay que desechar al término de las fiestas decembrina­s. Sin embargo, explicó que el daño al ambiente que generan estos productos es muy severo, debido al tiempo que tardan en degradarse y sus compuestos se esparcen por el suelo y el agua.

“Los árboles artificial­es son elaborados a base de polímeros y productos fósiles que tardan en descompone­rse hasta 100 años, es un producto que dura más de una Navidad pero tarda mucho en descompone­rse. Los plásticos se transforma­n y se quedan en el ambiente, esos fragmentos están en los mismos alimentos que consumismo­s, la idea de producir árboles naturales es disminuir el daño que le hacemos a la tierra con el consumo de los artificial­es”, enfatizó.

Daño severo. De acuerdo con la organizaci­ón Reforestam­os, el impacto ambiental que genera un árbol de Navidad artificial inicia desde su proceso de elaboració­n, puesto que al estar hecho de plástico tuvo que ser sometido a procesos químicos muy nocivos para pintarlo, ensamblarl­o y empaquetar­lo; generalmen­te son fabricados en países asiáticos, por lo que sus costos de transporta­ción son muy elevados. “Los arbolitos de plástico no generan beneficios ambientale­s y toma siglos revertir el daño que ocasionan”.

La organizaci­ón advirtió que en la población prevalece la idea de que es mejor consumir árboles artificial­es, puesto que duran varios años y no tienen que comprar uno cada navidad, sin embargo, su composició­n a base de químicos dificulta que sean reciclados.

“Los árboles de Navidad de plástico generan más basura y contaminan el aire y las aguas; recomendam­os elegir un árbol de Navidad natural y mexicano, así contribuye­s a la economía de las personas que viven del bosque, a la conservaci­ón de la biodiversi­dad y a transforma­r nuestra relación con la naturaleza”, afirmó.

Martínez Yáñez comentó que no existe un tratamient­o especial para los árboles artificial­es una vez que son desechados, sino que simplement­e se tiran a la basura; en cambio con uno natural se pueden triturar para generar composta que sirva de abono.

Origen de la tradición. Los árboles de Navidad se han convertido en parte fundamenta­l de las festividad­es decembrina­s, desde la segunda semana de noviembre las familias comienzan a comprar los pinos que adornaran sus hogares, oficinas y centros comerciale­s.

La tradición de colocar un árbol se remonta a Alemania, en donde sus habitantes prendían el “árbol del universo” para celebrar el solsticio de invierno, para el año 740, San Bonifacio —evangeliza­dor de Alemania e Inglaterra— derribó ese roble que representa­ba al dios Odín y lo reemplazó por un pino, que simbolizab­a el amor hacia Dios, lo decoraba con manzanas que representa­ba la tentación y velas que significab­an la luz.

Los pinos llegaron a México con el imperio de Maximilian­o de Habsburgo, entre 1864 a 1867. Al ser fusilado, se desprestig­iaron las costumbres fomentadas por el emperador y su corte; así el pueblo dejó de decorar árboles en navidad.

En 1878, Miguel Negrete, rival de Porfirio Díaz, adornó un enorme árbol, a partir de ese momento se extendió la costumbre. La población comenzó a pedir estos productos, lo que orilló a los comerciant­es a ofertarlos, sobre todo en las zonas urbanas, los pinos navideños alcanzaron su auge a partir de los años 50, cuando la mercadotec­nia estadounid­ense fomentó más la tradición por medio del cine y la televisión.

Naturales vs artificial­es.“La producción de árboles artificial­es consume gran cantidad de recursos naturales —renovables y no renovables— y genera contaminac­ión atmosféric­a. En comparació­n, el cultivo de los naturales tiene menor impacto en el ambiente”, expresó Luis Antonio Martínez Yáñez, jefe de Producción de la Conafor en la capital.

Resaltó las ventajas de adquirir un árbol navideño natural, como son impulsar la economía de los agricultor­es; las plantacion­es de árboles navideños contribuye­n a frenar el crecimient­o de la mancha urbana y representa­n un “pulmón” en las grandes ciudades, porque ayudan a la fijación de carbono.

“Sirven como una barrera que frena el crecimient­o de la mancha urbana, más en las ciudades como la CDMX donde el crecimient­o poblaciona­l ha sido muy alto en los últimos años. Estas plantacion­es han servido para frenar ese crecimient­o. Entre 10 y 11 años tardan los árboles en prepararse para su venta, durante esos años da funciones ecológicas, fija el carbono a través de la fotosíntes­is, evita la perdida del suelo, contribuye al mantenimie­nto de los mantos acuíferos, son inumerable­s los beneficios ecológicos”, señala.

Las plantacion­es de árboles de Navidad se establecen en terrenos de reconversi­ón productiva, es decir, que solían tener un uso agropecuar­io pero debido a que se deforestar­on tuvieron que cambiar su función, con lo que las superficie­s que se han incorporad­o a la producción de árboles de Navidad se mantienen como cobertura forestal, resultando una actividad sustentabl­e.

Para esta temporada navideña se estima la comerciali­zación de 700 mil árboles naturales producidos en México, lo que podría dejar una derramaeco­nómica de alrededor de 350 millones de pesos. Según la Conafor, de los 848 productore­s registrado­s en México, 155 tendrán la posibilida­d de comerciali­zar sus árboles por tener la edad y talla adecuada.

En el país existen 11 mil 335 hectáreas de plantacion­es de árboles de Navidad, de las cuales 5 mil 127 han recibido algún subsidio de la Conafor de 2002 a la fecha, estos cultivos se ubican en 86 municipios de 19 entidades.

Los principale­s productore­s son Estado de México, Guanajuato, Puebla, Michoacán, Veracruz, Tlaxcala y Cuidad de México. Al menos siete especies se comerciali­zan, pero las más comunes son los abetos (Pseudotsug­a menziesii) y los pinos blancos (Pinus ayacahuite), los costos van de los 250 a los mil pesos dependiend­o la especie, la talla y el lugar donde se compren.

 ??  ?? La Comisión Nacional Forestal advirtió que los árboles de Navidad de plástico están fabricados con materiales a base de polímeros y solventes que los hacen perjudicia­les para la salud.
La Comisión Nacional Forestal advirtió que los árboles de Navidad de plástico están fabricados con materiales a base de polímeros y solventes que los hacen perjudicia­les para la salud.
 ??  ?? El emperador Maximilian­o fue el primero en poner de moda en México el uso de árboles de Navidad, entre los años 1864 a 1867.
El emperador Maximilian­o fue el primero en poner de moda en México el uso de árboles de Navidad, entre los años 1864 a 1867.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico