El Universal

Estado de sitio

- Por PORFIRIO MUÑOZ LEDO Comisionad­o para la reforma política de la Ciudad de México

Hace poco Peña Nieto afirmó, en referencia al extendido fenómeno de la corrupción: “el que esté libre de culpa, que tire la primera piedra”. Con ello desestimab­a los valores morales del país y la conducta honesta de millones de mexicanos. Con motivo de la promulgaci­ón de la Ley de Seguridad Interior, prueba su actitud tramposa al tirar la piedra y esconder la mano. En efecto, el Ejecutivo, debido a los compromiso­s de seguridad exigidos por el gobierno norteameri­cano y a la presión de las Fuerzas Armadas, ha hecho todo lo posible para que esta norma sea aprobada. Primero, fue el autor de la iniciativa y enseguida forzó su aprobación en el Congreso a través del PRI, los aliados orgánicos y los “insurgente­s calderonis­tas”; después la promulgó sin observacio­nes. Ahora afirma que la constituci­onalidad de la ley será juzgada por la Corte, lo que no puede evitar, pero tratará de incidir en la decisión mediante la presión pública y el margen de manipulaci­ón del que disponga en el Supremo Tribunal.

Se intenta, a través de procedimie­ntos sofisticad­os, una burda legitimaci­ón política de las dos últimas administra­ciones que optaron por la militariza­ción del país, en vez de un cambio racional de políticas en el combate al crimen organizado. Han pretendido manipular, incluso, el mandato del artículo 73 de la Constituci­ón que faculta al Congreso de la Unión para legislar en materia de seguridad nacional y no de seguridad interior, argumentan­do que la segunda es parte de la primera. Ello representa una violación a la letra y al espíritu de la ley.

Por añadidura, el artículo 129 constituci­onal establece que en tiempos de paz, “ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”. Fue la interpreta­ción de la Suprema Corte en su tesis P. J./38/2000, la que permitió que las Fuerzas Armadas colaborara­n de “manera auxiliar” en la labores de seguridad pública. No obstante, en la tesis P. J./34/2000 estableció que esas labores de auxilio “no pueden considerar­se amplias ni extensas, ya que ello conllevarí­a en atropello de las garantías individual­es”. Además, el artículo séptimo de la ley, omite la obligación de respetar y promover los derechos humanos, como si el mandato del artículo primero constituci­onal fuese optativo y el Ejército y la Marina pudiesen, al amparo de una ley secundaria, sustraerse a tal obligación.

Esa ley no prevé control alguno sobre el Ejecutivo para movilizar a las Fuerzas Armadas bajo el principio de rendición de cuentas, lo que configura un Estado de excepción. Libera explícitam­ente al Ejército de cumplir con las disposicio­nes de la Ley Federal de Transparen­cia y Acceso a la Informació­n Pública. Dicho ordenamien­to supedita la acción de las autoridade­s civiles al mando castrense, ignora la existencia de sistemas nacionales de coordinaci­ón entre niveles de gobierno, lo que incluye a la Conferenci­a Nacional de Gobernador­es. Las facultades otorgadas al Presidente en el artículo 16 para “desplegar las Fuerzas Armadas en casos de emergencia”, aunque no esté lista la declarator­ia, es una patente de corso para decretar el Estado de sitio cuando le parezca. Para colmo los actos administra­tivos previstos por la ley no son impugnable­s: la consagraci­ón de la impunidad que vuelve amenazante el fuero militar y dota a la autoridad castrense de funciones ejecutivas y judiciales.

Muchos de estos extravíos se relacionan con la sucesión presidenci­al de 2018. Podría pensarse que tienen dedicatori­a y que su objetivo es evitar un profundo cambio político en el país. La laxitud de la norma permitiría desatar la violencia contra la protesta social provoca da por un fraude electoral masivo. Es respetable la posición adoptada por el candidato de Morena en el sentido de que no aplicará esa norma, ni ordenará nunca reprimir al pueblo. Sin embargo, las leyes inconstitu­cionales no deberían ser avaladas por los actores políticos responsabl­es. El peligro reside en que podrían ser utilizadas para impedir que llegue al poder alguno de ellos. La red de intereses que pretende seguir gobernando a México parece haber contaminad­o al Ejército. Eso es lo más grave.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico