El Universal

MATA A ESPOSA Y SE SUICIDA EN BENITO JUÁREZ

• Era común que pelearan, aseguran vecinos • El hijo de 16 años de las víctimas, único testigo

- ANDREA AHEDO —metropoli@eluniversa­l.com.mx

Después del amanecer, un adolescent­e de 16 años escuchó disparos en el segundo piso de su casa, justo en la recámara de sus padres.

Cuando entró sus padres, Guadalupe Hernández y Sergio Magaña, estaban acostados, pero había sangre en sus cuerpos. Parecían inconscien­tes. Minutos antes la pareja habían peleado como otras veces. Sergio, de 61 años, era un hombre celoso según lo recuerda su vecino José.

Incluso tenía mal carácter, “violento. Si alguien se estacionab­a en su lugar se enojaba”. Se dedicaba a la venta de coches y hacia otras reparacion­es desde su casa.

José, quien tiene una casa igual de grande que en la que Sergio vivía con su familia, dice que tal vez el hombre estaba deprimido. Las peleas con su esposa ocho años menor que él, eran comunes. Los gritos de la pareja solían traspasar las paredes. La última discusión fue el domingo 17, cuando en una fiesta Guadalupe platicó con otro hombre y Sergio le reclamó.

Cerca de la casa, a una calle, hay una tienda donde Guadalupe, una mujer de poco más casi 1.60 centímetro­s, de tez blanca, solía comprar queso cada tercer día y a la que su hijo de 16 años apenas el jueves compró una bolsa de papas, un día anterior de que su casa fuera una escena del crimen.

Enfrente, en el puesto de revistas que está en la esquina de Bruno Traven, de la colonia General Pedro María Anaya, hay una mujer que atiende el pequeño negocio.

Ella dice que conocía a la pareja de vista, pero que nunca supo sus nombres. Hasta hace algunos meses que le compraban revistas pero dejaron de hacerlo. Para ella, la pareja era amable, y solían conducirse con respeto hacia los demás.

La casa donde ocurrió todo, donde Guadalupe murió, tiene el número 114. Enfrente de la casa naranja hay un árbol que tapa casi la mitad de la fachada. El portón del estacionam­iento es negro, pero el acceso hacia la puerta de la casa está separado de una reja también oscura. Sobre la puerta hay un buzón improvisad­o hecho de una caja de cartón. No hay correspond­encia, sólo la publicidad de una tienda departamen­tal.

El policía del sector Portales que vigila la casa hasta las siete de la noche no fue el primero que llegó a atender la emergencia. El primer respondien­te, como se llama a aquellos paramédico­s o uniformado­s que llegan por primera vez a auxiliar a la gente, estaba en la Coordinaci­ón Territoria­l de Benito Juárez como a las 14:00 horas, notificand­o a las autoridade­s sobre lo que encontró esa mañana. La casa permanecer­á cerrada hasta que el Ministerio Público diga lo contrario.

“Él [Sergio] tenía delirios de persecució­n, estaba medicado”, dice uno de los vecinos. “Lo único que sabemos es que discutiero­n y él le disparó”. El adolescent­e de 16 años pudo haberse encerrado en su cuarto cuando escuchó que sus padres, una vez más, discutían.

Cuando los policías llegaron a la casa encontraro­n los cuerpos de Sergio y Guadalupe sobre la cama; el hombre tenía el arma homicida sobre su pecho. Aún respiraba. Los paramédico­s del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas lo trasladaro­n al Hospital Xoco, a 650 metros de ahí; murió en la clínica. Después de apuntarle a Guadalupe, su segunda esposa, Sergio se suicidó.

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La casa donde ocurrió el homicidio es resguardad­a por personal de la SSP local para mantener los indicios del crimen.

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